En mi jardín de pensamientos en flor
encontré sin querer un pimpollo
que sin querer aún florecer
mostraba un futuro color rojo
dueño de mi celo y a mi antojo
durante unos días cuidé su desarrollo
le dí agua mineral, especial compañía
y un trabajo cotidiano que nunca
a nada le di en la vida.
El pimpollo rojo floreció con fuerza
se volvió la flor dominante
en el jardín de pensamientos;
de distintos jardines llegaban abejas
que su polen llevaban a sus panales distantes
desparramando el esperma
del pensamiento arrojado.
Colibríes, abejas, abejorros,
mil y un aves e insectos
del mundo entero
picotearon dentro del pensamiento rojo
y pronto por doquier
pensamientos rojos comenzaron a florecer.
Una noche fría
donde la oscuridad era la dueña del todo
un ave carnicera confundió el rojo de la flor
con un pedazo de carne sanguinolienta,
la tomó entre sus garras y la despedazó
sin compasión alguna.
Me confundió el peligroso color
que el pensamiento ostetanba
vi que por doquier se desparramaba
y por el bien de los otros jardines
y por lo hermosa que es
la pluralidad del círculo cromático
tuve que destrozarla.
Realmente se veía deliciosa
a la luz de la luna;
dijo el ave con soberbia.
A nadie pareció importarle
que de mi jardín arrebataran una flor,
una flor como tantas otras.
Aunque hay días en que el águila
sobrevuela el jardín
con el fin de tal vez ver
si es que ha vuelto a florecer
algún otro pensamiento
que genere en los demás jardines
tantas ansias de florecer.
encontré sin querer un pimpollo
que sin querer aún florecer
mostraba un futuro color rojo
dueño de mi celo y a mi antojo
durante unos días cuidé su desarrollo
le dí agua mineral, especial compañía
y un trabajo cotidiano que nunca
a nada le di en la vida.
El pimpollo rojo floreció con fuerza
se volvió la flor dominante
en el jardín de pensamientos;
de distintos jardines llegaban abejas
que su polen llevaban a sus panales distantes
desparramando el esperma
del pensamiento arrojado.
Colibríes, abejas, abejorros,
mil y un aves e insectos
del mundo entero
picotearon dentro del pensamiento rojo
y pronto por doquier
pensamientos rojos comenzaron a florecer.
Una noche fría
donde la oscuridad era la dueña del todo
un ave carnicera confundió el rojo de la flor
con un pedazo de carne sanguinolienta,
la tomó entre sus garras y la despedazó
sin compasión alguna.
Me confundió el peligroso color
que el pensamiento ostetanba
vi que por doquier se desparramaba
y por el bien de los otros jardines
y por lo hermosa que es
la pluralidad del círculo cromático
tuve que destrozarla.
Realmente se veía deliciosa
a la luz de la luna;
dijo el ave con soberbia.
A nadie pareció importarle
que de mi jardín arrebataran una flor,
una flor como tantas otras.
Aunque hay días en que el águila
sobrevuela el jardín
con el fin de tal vez ver
si es que ha vuelto a florecer
algún otro pensamiento
que genere en los demás jardines
tantas ansias de florecer.
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