Hay días en los que pareciera
que todas las neuronas de mi mente perversa
estuviesen empastadas y no quisieran ya vivir.
Se sumergen en el silencio más profano
y no abren los sus ojos para espiar siquiera
que es todo ese lío que sucede allá afuera.
Parece que despierto deambulo en plena siesta
apenas puedo darme cuenta si alguna idea se genera
y al rato de existencia, bajo alguna sombra
se echa a descansar y no vuelve más.
Tal vez sea el cansancio, el stress, la fatiga
los excesos que no abundan pero siempre están
al alcance de cualquier mano.
No es vagancia, no señor, no es desidia, no señora
es no poder hacer nada porque el cerebro está dormido
y colgó en algún lugar del cráneo, un cartelito que reza,
por favor no molestar.
que todas las neuronas de mi mente perversa
estuviesen empastadas y no quisieran ya vivir.
Se sumergen en el silencio más profano
y no abren los sus ojos para espiar siquiera
que es todo ese lío que sucede allá afuera.
Parece que despierto deambulo en plena siesta
apenas puedo darme cuenta si alguna idea se genera
y al rato de existencia, bajo alguna sombra
se echa a descansar y no vuelve más.
Tal vez sea el cansancio, el stress, la fatiga
los excesos que no abundan pero siempre están
al alcance de cualquier mano.
No es vagancia, no señor, no es desidia, no señora
es no poder hacer nada porque el cerebro está dormido
y colgó en algún lugar del cráneo, un cartelito que reza,
por favor no molestar.
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