Uno siente que se le parte el alma,
aunque sabe que es hora
que cada pichón despliegue sus alas
y emprenda su vuelo
como lo hicimos nosotros hace tiempo
y nuestros viejos se quedaban atónitos
sin consuelo
con el corazón hecho un nudo
y la esperanza en la mirada
de creer, de saber,
que todo a pesar de todo
iba a salir bien.
Llega el tiempo en que el tic tac
llega a su final
y aprender a abrir las puertas
para que salgan y para que vuelvan
es un dulce dolor
que nace y muere en el corazón
de cada uno de nosotros,
aunque es inevitable
y como todo lo inevitable
es necesario.
Aunque sepamos que todo es posible
y que la vida en cualquier momento
como a cada uno de nosotros
sin permiso nos pase por encima
y sin pedir disculpas
siga su camino como si nada hubiera pasado.
Duele el alma, duele el cuero,
pero es necesario que emprendas y aprendas
tu propio camino
que te golpees, que crezcas,
que te hagas, que te formes,
que te transformes en el ser humano
que siempre quisiste ser
y que vuelvas
las veces que necesites
sabiendo que estemos donde estemos
será esa también tu casa.
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