Tengo millones de recuerdos,
de sensaciones que atesoro como a esos momentos
que me hicieron ser quien soy
que me ayudaron a elegir
este presente que quiero e hice para mi
para compartirme, para repartirme,
entre los que quieren estar conmigo
de mil y un maneras,
para ser con los que quiero estar,
conocer, reconocer y que me reconozcan,
simple y claramente como lo que soy
y no como lo que creo ser.
Tengo millones de cosas aprehendidas,
aprendizajes profundos vividos en carne propia,
en carne ajena, porque aprendí que si no aprendo
también de las experiencias de las gentes que me rodean
no me alcanzarían mil vidas para aprender, para aprehender
todo lo que se necesita para ser feliz.
Para estar contento solo necesito un arco iris,
una sonrisa, tus ojos saltando por mis letras,
un teclado medio borrado, una hoja en blanco,
una birome o una lapicera con un algo de tinta,
un lápiz trunco de mina negra o de color,
un rayo de sol, una nube o saber, sólo saber,
que desde tu lugar, sos capaz de ponerte en mis zapatos,
y mirar mis pies, y agarrarte la panza riéndote a pata suelta.
Tengo tantas ilusiones que la razón se me llena de preguntas.
Cómo no sé cuan largo es el camino, no sé cuanto he recorrido
y menos aún cuanto es lo que falta para lograr mi cometido,
pero un poeta escribe y otro canta que el camino se hace andando
y yo agrego que la vida es esto que se construye día tras día,
pleno en fe, pleno en esperanza activa, no bajando los brazos,
sabiendo que los hechos son aún más necesarios que el verbo,
sabiendo que la palabra es consejera, que la mano es compañera
y que sin vos del otro lado, yo no sería Estanislao.
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