En la intimidad el silencio es sagrado,
son las palabras las que dicen,
son las manos las que moldean el amor a cada caricia,
son los dedos que se asen y asan así la carne amada,
son los suspiros pedazos de alma que se escapan
de las bocas enjuagadas con besos enjugados
por los cuerpos conjugados que todo muestran,
sin el pudor del enamorado, sin el miedo del tal vez.
En la intimidad todo se magnifica
hasta repartir gajos de mandarina
nos hace sentir como es el compartir
pequeños pedazos del nuestro paraíso;
el yo íntimo y el vos íntimo al compartirse
no se intimidan, se conforman, se confirman,
se funden , se fusionan, se comprenden, se transforman
en una sola y nueva intimidad,
donde las palabras están de más
por ser las almas quienes hablan.
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