Decir gracias es entregarse un poco
es dar a entender al otro
que de lo que somos
y logramos
una parte es de ellos.
Decir gracias es compartirse
aceptarse vulnerable
y saberse, lo suficientemente fuerte
como para aceptar la ayuda.
Dar las gracias
es todo un acto de humanidad
y aceptarlas, como diría Serrat,
un acto de urbanidad.
Sentirse agradecido
es mucho más hermoso todavía
porque el corazón se desborda de razones
y el alma se llena de una luz tan poderosa
que en la boca
se nos dibuja una sonrisa
y de los ojos brotan miles de lágrimas
felices y agradecidas
de estar vibrantes, vivas,
contemplando su atardecer.
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