Después de mirar hacia ambos lados de la calle
decido ser. En esta confusa y grandiosa ciudad
en lo más profundo de mi alma, siento y juzgo
que no es de hombre probo elegir entre lados
que tienen apenas una parte de la verdad.
En realidad, viendo las veredas que enfrentadas
ni siquiera se arriesgan a compartir en paz
el negro asfalto (que quieren para ellas y a la vez
repelen por ser limitante) que con la otra las
une y vuelve parte de una misma cosa
me doy cuenta que lo mío no es la calle
ni las veredas, ni la cuadra, ni la ciudad,
ni la puta tierra que se abre ancha
para que el hombre la posea, exacerbado
de soberbia, poder y necia necesidad.
Lo mío no es esa pugna hilarante entre este de acá y ese de allá
lo mío no es en el amplio cielo donde el alma se enclava
ni tampoco en el ponderoso ponto donde la barca escapa
ni en el río torcaz que a la piedra moldea y sus asperezas saca
ni en la bruta montaña en la que el eremita vive su vida solitaria.
Lo mío no es aquí, no pertenece a esta vida de reales,
a esta vida que entre piedras muele las rocas y forma un valle,
a esta vida recia en magnitudes que en soplos y gritos valer se hace
a esta vida lombriz que se abre paso desde las profundidades
buscando llegar a la luz que espera ansiosa mostrarnos sus banalidades.
Lo mío no es acá.
Yo no soy de acá.
Estoy acá por tan sólo un momento
y en este ahora me reconozco como distinto.
Sólo estoy de paso.
Atravieso la calle
todas las veredas me miran/ me son iguales
todas las calles me gritan/ me son iguales
todos somos distintos. Nadie pasa desapercibido.
Soy, mi momento feliz.
decido ser. En esta confusa y grandiosa ciudad
en lo más profundo de mi alma, siento y juzgo
que no es de hombre probo elegir entre lados
que tienen apenas una parte de la verdad.
En realidad, viendo las veredas que enfrentadas
ni siquiera se arriesgan a compartir en paz
el negro asfalto (que quieren para ellas y a la vez
repelen por ser limitante) que con la otra las
une y vuelve parte de una misma cosa
me doy cuenta que lo mío no es la calle
ni las veredas, ni la cuadra, ni la ciudad,
ni la puta tierra que se abre ancha
para que el hombre la posea, exacerbado
de soberbia, poder y necia necesidad.
Lo mío no es esa pugna hilarante entre este de acá y ese de allá
lo mío no es en el amplio cielo donde el alma se enclava
ni tampoco en el ponderoso ponto donde la barca escapa
ni en el río torcaz que a la piedra moldea y sus asperezas saca
ni en la bruta montaña en la que el eremita vive su vida solitaria.
Lo mío no es aquí, no pertenece a esta vida de reales,
a esta vida que entre piedras muele las rocas y forma un valle,
a esta vida recia en magnitudes que en soplos y gritos valer se hace
a esta vida lombriz que se abre paso desde las profundidades
buscando llegar a la luz que espera ansiosa mostrarnos sus banalidades.
Lo mío no es acá.
Yo no soy de acá.
Estoy acá por tan sólo un momento
y en este ahora me reconozco como distinto.
Sólo estoy de paso.
Atravieso la calle
todas las veredas me miran/ me son iguales
todas las calles me gritan/ me son iguales
todos somos distintos. Nadie pasa desapercibido.
Soy, mi momento feliz.
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