No sé con qué fin
pero se me acercó
me dejó estupefacto
patitieso, bien erecto
y con ansias de sorber
desde su bajo vientre
cada gota de su alma
y de amansar
ese espíritu brioso y brillante
que escapaba por sus poros
me preguntó algo
no supe qué
pues si quiera la escuché
ante ella desvestí todos mis sueños
me desnudé de respuestas
y la imaginé
sin máscaras, ni disfraces
bañada de mi y en nuestro sudor
con olor a por favor ya basta
con la boca desarmada en besos
el vientre descosido
por el calor de la constante acometida
con la carne latiendo dentro
hasta acallar su latido
y rendidos dormir.
Se fue
caminando sola sin darse vuelta apenas
y en su ir ya la veía
saliendo de la cama
con el sol que con sus rayos
se colaban por la ventana
y le acariciaban la cintura
con las calientes yemas de sus dedos
y veía sus pies
como se retorcían con ese placer
que busca escapar
por cada centímetro de piel
por cada grieta
y ella, como un huracán
volvía a las sábanas
donde por primera vez
en toda su vida se sintió viva
y fue mujer
aunque muchas veces antes
había soñado serlo.
No sé qué pensó de mi
cuando parada ante mis ojos
no recibía respuesta
una mandíbula caída
y la mirada perdida
en mil deseos no compartidos
que aún me desvelan en las noches solitarias.
pero se me acercó
me dejó estupefacto
patitieso, bien erecto
y con ansias de sorber
desde su bajo vientre
cada gota de su alma
y de amansar
ese espíritu brioso y brillante
que escapaba por sus poros
me preguntó algo
no supe qué
pues si quiera la escuché
ante ella desvestí todos mis sueños
me desnudé de respuestas
y la imaginé
sin máscaras, ni disfraces
bañada de mi y en nuestro sudor
con olor a por favor ya basta
con la boca desarmada en besos
el vientre descosido
por el calor de la constante acometida
con la carne latiendo dentro
hasta acallar su latido
y rendidos dormir.
Se fue
caminando sola sin darse vuelta apenas
y en su ir ya la veía
saliendo de la cama
con el sol que con sus rayos
se colaban por la ventana
y le acariciaban la cintura
con las calientes yemas de sus dedos
y veía sus pies
como se retorcían con ese placer
que busca escapar
por cada centímetro de piel
por cada grieta
y ella, como un huracán
volvía a las sábanas
donde por primera vez
en toda su vida se sintió viva
y fue mujer
aunque muchas veces antes
había soñado serlo.
No sé qué pensó de mi
cuando parada ante mis ojos
no recibía respuesta
una mandíbula caída
y la mirada perdida
en mil deseos no compartidos
que aún me desvelan en las noches solitarias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario