poderoso en la tormenta,
suave cual bailarina
sanguinolenta en plena guerra,
delicada como brisa
en transparente primavera,
ardiente como ese adiós
que por saber acepta
que el mañana es ilusión
y el pasado una condena.
Eres,
gritos constantes de incipiente libertad,
todos los excesos de la tiranía al desnudo,
la belleza que el tiempo ocultarte no pudo.
Frágil como el miedo, llena de bravura
es tu vida desmesura, obstinada y testaruda
con también dulce maldad.
Eres
decidida como el mar
que sin importar donde sea
para el lado que fuera sin dudarlo va,
como la hoja de otoño que se aferra a la rama
y se suelta cuando elige
y a sotavento se dirige
a donde quiera reposar.
Eres,
la feroz tempestad, anárquica y libertaria,
lucero del apocalipsis, neblina del ocaso,
del amanecer el acaso; de la vida su verdad.
Feliz de tus pecados, esclava de ti misma,
gloria entre las vivas, deseo de la muerte,
hacedora, de tu senda y de tu suerte,
constante y dedicada, como la gota de agua,
que orfebre y paciente a la piedra labrará.
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