Cansado de las obligaciones impuestas
me obligo a obligarme a desimponerme obligaciones
me fuerzo a hacer lo que me gusta
me someto riguroso al placer
me apremio a los resultados que yo deseo
y desdeño, vehementemente, cualquier compelencia.
Si es mi deseo, voy a por él,
mas me subyugo si eso no me pertenece,
me presiono a decir lo que quiero y siento,
a pedir lo que se me ocurra, y sin embargo,
nunca espero que el otro algo haga.
Me someto a ser yo mismo conmigo mismo
y que el otro sienta, diga y sea, lo que le dé la real gana.
Hipoteco mi tiempo en obligaciones que me impongo
no guardo la desazón, la molestia, ni los hongos
que me generan las imposiciones de los otros;
no hago lo que quiero, no hago lo que quieren
no soy quien quieren que sea,
ni quien quiero ser realmente
lo que creo que tengo que hacer, hago,
siendo quien soy, naturalmente.
Forjo mi disciplina en aquello que creo y siento
como el artesano trabaja de a breves soplidos el frágil cristal.
A veces me rompo, y lloro, y caigo casi derrotado y sin fuerzas,
pero el hacer y el sembrar con pasión y dedicación
genera resultados, que a veces reverdecen, florecen y acarician
y me rompo, y lloro, y entonces vuelo en un profundo éxtasis
hacia mi propia redención, agradecido,
fortalecido,
reconstruido.
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