Créditos foto: Mercedes Limonta Niños jugando en la calles de Cuba |
¿Quién dice que la felicidad
son un par de zapatillas
un prado de pasto verde
un pantalón nuevo
una remera vistosa
el último teléfono
un televisor con Netflix?
¿Quién diría que el amor
es una calle empedrada
de adoquines gastados
por los pies de niños pequeños
pateando una pelota
hace decenas de años?
A veces, en esta vida cómoda
en donde lo que importa
es lo que flote en una endeble superficie
olvidamos que lo que nos hace humanos,
no son las cosas, sino más bien,
el temple que tenemos para sobrellevar
nuestras propias realidades
aceptar quiénes somos y qué hacemos
transformando el oro en cobre
y cagarnos de la risa.
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