Nuestra tradición se traduce
del pasado al presente con miles de luces,
nos llena el alma de compañía y de constancia
de entendimientos y esperanzas.
Nos debería recordar a nosotros mismos
cuando vestíamos otros cuerpos,
debería recordar a nuestros indígenas
cultivando y luchando por estas tierras.
Debería recordarnos al gaucho
que a la nada solitario se dirigía arreando,
a sus guitarreadas de noches frías y estrelladas,
de su mate cálido amigo en medio de las pampas.
La tradición debería recordarnos quienes somos,
hacia donde vamos y como andamos,
debería prevenirnos de nosotros mismos
y mostrarnos claramente quienes son los enemigos.
La tradición está en las sangre,
con la que se regó la tierra,
también está en las venas
de los que se plantaron sin importar cuantos vengan.
Tradición no es la musiquita,
ni la platería, los caballos o las vestimentas,
tradición somos los que ponemos
los huevos sobre la mesa.