Me toca el silencio
y es tan aterrador todo,
que aunque las formas
sean las formas de siempre
las imágenes sordas
que me rodean silenciosas
en lo más hondo, espantan.
Me toca el silencio
y a pesar del bullicio
balbuceo entre mudos gritos,
de mí intenta salir la bestia
acallada por el destino
ahogada en sus propias penas,
hundida, en los demás sonidos.
Me toca el incierto
pues lo que veo y oigo
no se con dice con aquello que toco.
Esto que me rodea es aquello en lo que creo?
Qué son mis manos, qué son mis dedos?
Los elementos más simples no están
al alcance de la mano.
Me toca lo amargo
el sabor del pomelo
no indica siquiera el color,
aunque presiento por su aroma
que lo que es para la boca un gusto
para la mano es forma
y para el ojo, imagen.
Me toca el absurdo
y nada de lo que me rodea existe
pues nada veo
y todos los sonidos, los aromas y sabores
dibujan alrededor un mundo
al que no comprendo
más allá de sus texturas.
Me toca la realidad
y todo comienza a funcionar
veo, oigo, siento,
puedo gritar a los cuatro vientos
susurrarle al pomelo cuál es su forma
y creer tenerlo todo, al alcance de la mano,
Me toca la verdad
y entiendo que la realidad que percibo
no es la realidad existente
que la manzana no es verde ni roja,
que el pomelo no es amargo y lo poroso no es rugoso,
que los sonidos y palabras solo son ondulaciones.
Me toca aceptar
que todo lo que me rodea
no es más
que la simple opinión
que caprichosos y químicos
creemos basados
en nuestros cinco sentidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario