Los dedos inquietos truenan
como rayos en la tormenta,
las coyunturas se aprietan
y en nerviosos clacks suenan.
La boca se reseca. Se llenan
las preguntas de no respuestas
sobre lodo camina uno hacia la cuesta
y espera momentos que nunca llegan.
Los ojos pierden el destino
y en su mirar distraído
ven un futuro cansino
mas a su sueño no da por perdido
pues hay una luz al final del camino
que exige que sigas, aunque hayas caído.
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