Cerdos e hipopótamos gruñen
hostigan al tal vez
con una ignorancia que pasma.
Malditas sean
sus vergas enardecidas
que a todo bicho que camina
quieren coger sin permiso, ni respeto.
Dirimen el futuro de otras castas,
con esténcil y pincel
dividen el mundo y olvidan,
viles, inútiles y mortales
que la vida es solo un rato
mientras sirven en sus platos
el gazpacho que aun frío
recuerda la sangre de esos
que fueron sus enemigos.
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