Se llenó el jardín de escarcha
en la calle se heló el olvido
los dinteles de las ventanas
se poblaron de pajaritos
y el alféizar con macetas y sin flores
se desplomó hacia el vacío.
En la veredas no había niños
ni señoras rimbombantes
no había hombres cincuentones
ni perros orinantes grafiteando la pared.
Fue el momento de un suspiro. Era otoño. Hacía frío.
Casi mueren del estruendo el cachafaz y el jornalero,
un cobani dejó atrás a un linyera carroñero,
que a la fuerza y con maña se guardaba algo nuevo.
No sé cómo ni por qué
cosas que tienen los sueños
todos lloramos un llanto sin duelo,
todos lloramos un dolor sin dueño.
El jardín se llenó de escarcha
y en la calle, el adiós imprimió sus huellas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario