Tomó su mano izquierda con la derecha y le prometió no mucho más tiempo de dolor y sufrimiento; una lágrima asomaba del alma sin querer hacerse física, sin querer hacerse tangible.
-Por más que prometas el dolor no cesará, así que... cierra esos labios, sella tu alma, clausura tu cuerpo y muere, muere de una vez por todas, y por favor... no me jodas más.- sus palabras se entrecortaban con su salado aliento plagado de halitosis por el no lavado dental, ni si quiera ayudaba la reiterada mascada de chicle sabor fresa, menta, limón o mentol, contra el mal aliento el sabor da igual.
Tenía el velo del paladar reseco lo que obligaba que sus palabras fueran rígidas y filosas como las rocas al borde del abismo en ese risco pedregoso que se asoma a la mar, desde donde ni el mismo Añá, se atreve a dar un salto y caer.
-Pero...no seas así.-
-Pero...no estés así- pocas fuerzas quedaban en ese par de ojos que apenas miraban, la piedad abordaba a los otros pares de ojos que simplemente observaban.
-No me mires así.-
-Así cómo?.- se puso nerviosa y de pie.
-Como con piedad, me causás rechazo y no está bien...mejor andate.- creía estar parada tan cerca de ella y sin embargo estaban tan lejos. Tomó su bolsa de nylon llena de estupideces, se acercó a la puerta y tomó el pomo pensando en la pasta dentífrica, giró su cabeza y vio a aquella figura que en un época pasada le pareció una imagen bronceada de yeso con vida madera; le sonrió, casi como sonriendo a la nada.
Huyó antes de llorar, como tantos, como nosotros, antes de llorar prefirió huir y dejar allí a ese icono, a ese hito, a esa imagen por donde escaparía de un segundo a otro, el último suspiro de vida que por la ventana volaría y más tarde la encontraría en algún lugar posible y en común. Tomó su mano izquierda con la derecha y se prometió no mucho más tiempo de dolor y sufrimiento.
Antes de olvidar, prefirió llorar, prefirió morir.
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