Echado a la vera de un barranco
se ve descansando al hombre
que solitario y consecuente
acabó la faena del día,
tiene en su frente el sudor
en sus manos ásperas la labor
y las caricias con las que entrega
amor y pan a su familia.
Tiene los pies cansados
las piernas entumecidas
desearía que en un parpadeo
cambiara su cuerpo /de viejo a nuevo.
Bajo la noche estrellada
como un manto de dicha
sobre el retorno a su casa brilla
la esperanza del mañana.
Su esposa impaciente espera,
dulce y tierna al llegar se entrega
con el corazón caliente
le da aún más de lo que siente.
Lluvia de estrellas hubo
la luna cómplice atestigua
la corrida del amor
sobre tan fértil pradera.
Será plácida la noche
dormirán juntos hasta que el gallo cante
si es que no tiene que ser antes
el despertar del tierno amante
Guarda en ella un secreto
que es secreto para ella
pues no sabe que en su vientre
están todas sus respuestas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario