Tal vez no llego con el tiempo que queda,
igualmente, no buscaré locas alternativas
que disminuyan las distancias
pero acrecenten el riesgo, exageradamente.
Es verdad, no me arriesgo, no me juego,
hay por cosas que no me interesa jugarme
hay cosas que no le doy esa importancia,
hay veces que pongo en otras manos esas ciertas cosas.
Mis manos están educadas para trabajar, para crear,
son reacias a hacer pase de manos o trucos de magia.
Yo con un pedazo de barro, puedo dibujar, moldear, pintar,
mil y un millones de garabatos y paisajes, puedo armar soldaditos,
animales, bailarinas lo que me venga en gana, lo que me pidas,
y con un leve soplo
traerlos a la vida.
Puedo acariciarte suave y lindo
hasta que ronronées como una delicada gatita en celo,
o puedo aplastarte con la misma facilidad
que vos aplastás casi cualquier insecto.
Con mis manos puedo construir, que es lo que me gusta,
destruir para volver a empezar de nuevo,
porque hay veces que también erro, me equivoco,
o construyo algo que a fin de cuentas
no resultó en nada bueno.
Es cierto lo que dicen por ahí que todo lo puedo,
puedo también construir una piedra
que ni yo mismo podría levantar,
pero no lo haría, no señor, no lo haría
ya que si yo no lo puedo hacer
quién lo haría,
quién sería capaz de levantarla?
Esta piedra sería el fin de mis creencias y creaciones,
y seguramente por un tiempo me quedaría aburrido, triste y solo,
sin nada en que ocuparme, sin nadie en quien pensar,
hasta que en algún momento tome la decisión
y recomience todo de nuevo,
con un poco de tierra y agua,
con lluvias de estrellas,
con hermosos planetas flotando a la deriva
en un infinito profundo y asombroso,
dando vida caprichosamente
aquí y allá
con la ilusión en el corazón
de esta vez
estar haciendo lo mejor para todos.
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