Me encontraste por la noche,
yo dormía y llegaste entre mis sueños
me dijiste tres verdades
que por lástima hoy no recuerdo.
Me hablaste del corazón,
de la razón y del espíritu,
sentí que me iluminabas
con esas pocas palabras.
Lo tengo, en algún lugar de mi
retengo lo que en sueños me enseñaste
y prometo buscarlo hasta encontrarte.
Me lo prometo más a mi que a cualquiera.
Las verdades que salen de tu boca al corazón llegan,
a la carne ennoblecen y al espíritu fortalecen.
No sé como, ni de dónde sacaré la fuerza,
pero buscaré en tu verbo todas las respuestas.
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