pensar que antes era todo impaciencia y misterio,
susurrábamos en las calles
escondiendo deseos fluorescentes
y las sonrisas bajo los barbijos
eran huellas imperceptibles
de un adiós sin porques ni porqués.
Había
en el aire un olor enrarecido
tal vez por esas cosas que el destino
susurra sin querer en los sordos oídos
tal vez por esas cosas que invencibles,
invisibles, nunca jamás se prosternan
y así se postergan sin caducidad ni remedio alguno.
Ha
llegado, ha llegado,
el momento que tanto esperamos
bailamos melodías disonantes
expectantes ante la vieja herida
al unísono mil voces cantantes
sintieron y creyeron por vez primera
que la libertad era una primavera
que nunca jamás acabaría.
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