Me muestro al servicio del otro
como el copo de nieve sangrante
sobre un aguijón del pino se desvanece
como la cebra saciando el apetito de la tigresa
y de sus cachorros de luna creciente
como la gota de agua que del río salta
y se vuelca sobre el moho reciente
como la nube que paseandera
cambia su forma y nos muestra su esencia
tal y como es, sin pareidolias ni hierofanías que las medien
entre esta realidad que azota
y esta ilusión que no afloja.
Me muestro ante vos
así como soy, como el cielo se mira en el lago
como la luna atraviesa los charcos sin pedir perdón ni permiso.
No me creo en lo correcto
ni tampoco en ese incómodo lugar que ocupa el bien,
soy una gota de rocío congelada
sobre el pétalo de una flor en la alta montaña.
Lo que se espera de mí ya está hecho.
Al sol empoderarse en la bóveda celeste
volveré a repetir el ciclo, una y otra vez,
hasta que el tiempo olvide el por qué,
las ideas, y el sentido.
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