Tus manos se transformaron en un porqué
lleno de ansias, de nidos y mariposas,
hubo una cuestión íntima,
tan cercana como lo es el ser.
Entendimos que nada sería posible
mientras tus pies se hundan en el barro
y mis alas pierdan plumas en cada atardecer.
Nos olvidamos de aceptar
que las cosas no siempre pasan por algo
que el destino no está siempre en nuestras manos
y que el sol, a veces aburrido de lo mismo,
se esconde tras las nubes y llora en solitario
sus pesares y frustraciones.
Recordamos siempre lo que duele
como una advertencia de la estupidez,
que ser humanos tiene que ver con el yerro
y también con el ego,
entonces uno se mira en el espejo descascarado del tiempo
y descarado se reconoce como el de siempre,
como ese que a pesar de morir tantas veces,
sigue latiendo en nuestras sienes, en nuestros deseos,
y que solo es una ilusión de nosotros mismos.
Tus manos son un porqué
que aún construyen
en un rincón muy mío.
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