En el medio de la noche ciega
como de un sueño de alguien que aun cree
un par de luciérnagas dieron su brillo
bajo un sauce llorón que sonreía
encosquillado por la suave brisa vernal.
La
luna cómplice alumbraba apenas,
esta noche su único párpado brillaba soñoliento
el otro ojo de la nocturnidad parecía cubierto
por un parche pirata en la profunda oscuridad
que se llenaba de estrellas prometiendo
que mañana todo atrás quedaría
y no pasaría ya nunca jamás.
Las
ranas de la charca croaban bajo las totoras
una canción que nadie escribió, ni tampoco escuchó,
pero en el sin embargo tanto creció que era fácil seguirla
y sospechar qué vendrá.
Los
ciegos topos y las sordas tapias se mecían al son
seguían el hipnótico paso de los secos pastos que adormilados estaban
por una extensa sequía que se extendió por demás
las libélulas advertían que mañana llovería.
Que
alegre noche, que triste hoy,
promesas que engendran a un nuevo adiós.
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