El sapo cayó
la cigüeña aprovechó
ese breve instante en el que el tal vez
del porqué y la ignorancia
tuvieron el tiempo de ser
de hacer y deshacer
a gusto y placer
cualquier idea que se les ocurriese.
No
faltaron las razones
ni sobraron los motivos
cuestiones que el olvido
nos obliga a recordar
y perdido, en la propia existencia
revolcado en el barro
de la tendencia de quién fue
ahondó el temor y el hecho
dejado en un para qué maltrecho
que no supo tener
cabeza, alma, corazón, ni piel.
¡Qué
ha sido de ti, cordura!
¿Qué
han hecho de mi los santos?
¿Es que nadie osa a poner los negros sobre los blancos?
Hoy,
aquí y ahora, todo es gris
confusamente gris.
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