ni tampoco llorar los horrores,
ni dolores, que causaste a tanta gente.
No me haré el ciego ante la muerte
que desparramaste con tanto descuido
dejando un desierto camino
de horror, dolor y miseria.
No voy a respetarte más,
ni a idealizar tu falsa paz,
no me guiaras como una estrella
ni arderán mis ansias de poeta
en esas huellas de frío y tristeza
que mostrás cual noble proeza
a quien se cruza en tu paso al andar.
Hoy declaro tu suerte yerta
la sangre de mis heridas abiertas
no alimentaran el pozo en el que has enterrado
a tu sombra, tu adiós, tu pasado
me quedo al filo de la boca redonda de tu tumba
que acorde la gana el olvido se herrumbra
como estoico guardián de una orden divina.
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