las sombras se estiran
como los huesos de los muertos
cuando escapan de sus eternas celdas
de roble y bronce.
El silencio del camposanto se resquebraja
con la hojarasca empujada apenas
por una brisa fría y oscura
que parece venir de un vacío infinito.
Hay lágrimas quietas sobre los gélidos mármoles
de las víctimas que nunca tuvieron justicia
hay rencores ocultos por promesas no cumplidas,
hay falsos mártires, victimarios y criminales
tapados por años de mentiras y encubrimientos.
El oficial, el juez y el monseñor
dieron perdón y extrema unción
a cada uno de los que plácidos duermen
en el parque trasero del viejo templo.
¿Cuánto costó la redención del asesino,
del negligente, del prevaricador?
¿En cuánto dolor se sumergen hoy
los que perdieron la razón, la fe y la vida?
¡Oye Dios, despierta ya de tu domingo!
¡Están haciendo mierdas en tu nombre!
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