bajo la blanca y redonda luna ven
a los niños de luz masacrando la esperanza
se acobardan y lloran en las faldas del destino
y señalan con sus deditos fríos
a los intangibles y perennes que siempre andan
generando sombras y desconciertos.
Su madre no los reta,
es imposible atraparlos sin que mueran,
entonces los deja ser, que brillen, que sean ellos,
que el silencio no los coja por sorpresa,
que se explayen lo más que puedan
aún si rompen todos los esquemas y juguetes
de los otros niños, de los que fuertes pero frágiles
sin su suerte viven en lo oscuro
atravesados por el desconcierto y las sombras.
Pobres, si jugaran juntos, habría más arcoiris.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario