pelean por unas flores
contra unos colibríes cobardones
que se alejaron de sus casas.
Los poemas usan la palabra
pero a los colibríes les resbala,
es claro, ellos no hablan.
Los poemas usan la metáfora
pero los colibríes no entienden
cuando entre ellos se comunican
lo hacen de frente y sin vueltas.
Los poemas usan la hipérbole
pero los colibríes se ríen
más que nadie ellos
saben de exageraciones.
Los poemas usan la comparación
pero no les ofende ninguna razón
los colibríes saben enteramente
quienes son y cómo son.
Los poemas usan la música,
la magia, el don de la imagen,
del sonido y del bosque
los colibríes son además de eso,
ellos mismos.
Las aves se echan sobre los poemas
y miserables los destrozan sin vergüenza,
liban con su pequeño pico el néctar
que cada estrofa guardaba en sus versos
al esquilmarlos se van dejando
el exiguo cadáver de un novel poeta
que quiso desafiar a la naturaleza
sin cuidado y con soberbia.
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