Con el primer viento fuerte de verano, el flaco Abel voló lejos con Garúa, chica rubia y portentosa que apenas rozaba el piso al andar con su contoneo tan sublime, claro que desde el verano aquel, María se asomaba todos los días a la ventana con la vaga esperanza que el viento los traiga así de simple como se los había llevado. Ella, María, tenía la costumbre de sonreírle al atardecer cuando se opacaba entre colores que vivían brillantes en sus ojos que brillaban con una suerte de nostalgia amena.
Siempre había tenido las explicaciones lógicas expedidas por su amiga confidentemente sabia, Mara, la cual poseía ojos que miraban como esmeraldas ciegas por la codicia;" porque Mara es una persona especial, muy especial, ella es la única que..."explicaba siempre María, mientras dejaba que sus ojos se pierdan entre sus palabras que se iban navegando por los aires empujadas por los vientos tratando de encontrar si saberlo, sin quererlo, al flaco y Garúa que sin entender por qué; los extrañaba como la hostia.
-Querés otro té?-
-No gracias--respondió metódicamente María con un suave ademán de manos finas que se habrían arrugado apenas con los usos, más que con los años.
- Yo sí. - una tetera se elevó y su pico vertió un trinar de silencios de agua caliente que llenaban la taza, mientras algunas hebras esparcidas al azar por el fondo de la taza que al contacto con el agua caliente parecían sangrar y con su sangre todo se teñía de té, recuerdos y silencios.
- Querés una masa?-
- No m'hija no estoy de ánimo.- Mara la miró con esos ojos verdes que penetraban hasta el mas pórfido de los aceros que se hacinan a las paredes de las más seguras cajas fuertes, María sintió una especie de comezón en su costado izquierdo y supuso entonces que Mara la estaba mirando con esa mirada que exige, o más bien que hace sentir que exige, claro que Mara no estaba muy interesada en el hecho que su amiga comiese o no las masas, desde aquel viento el tema de Abel no se había vuelto a tocar y de Garúa, de Garúa sólo hablaban los hombres más hombres de la cuadra. Habría amor escondido en algún rincón mohoso? quedarían rincones mohosos?.
-Clarita.- alzó apenas la voz María y al rato la puerta correspondiente a separar la salita del pasillo se abrió avisando que sus bisagras necesitaban aceite.
-A ver cuando vas a aceitar esas bisagras Clarita.- Disparó Mara apenas tuvo a la sierva en ángulo de tiro.
- Si señora Mara...-Clarita se acercó a Mara y a María posó las cosas del té sobre una bandeja, una a una con harto cuidado y escondido recelo-...señora María...llamó la señora Marta y avisó que llegaría tal vez, un poco más tarde de lo previsto por algunos trámites que tenía que hacer.-
- Qué cosa!- resopló indignada una de las dos- con ella es siempre lo mismo.-
- Dejala, para qué te vas a hacer mala sangre?.- le dijo la otra con un dejo de conversa cotidiana repetida tantas veces.
- Es que siempre lo mismo, ésta se piensa que es el centro del universo y que estamos todos para disponer de sus tiempos.-
- Ay! como si tuviéramos mucho que hacer...por favor, hace cuánto que estamos acá encerradas y siempre estamos que apenas salimos.-
- No me gustaría salir, no ves los noticiosos vos acaso, la calle es muy peligrosa...-
- Que va a ser peligrosa! estamos en época de elecciones y bien sabés que en estas épocas la policía está por todos lados, al igual que los arregla calles y baches.-
- Igual, igual afuera está muy peligroso con tantos asuntos de ozonos y contaminaciones, el clima y la naturaleza se volvieron más inestables que de costumbre...- el timbre la acalló por un segundo sonando un par de veces.
- Ahí llegó Marta.-
- Qué caradura! mirá la hora que es...- una mano se puso frente a dos ojos sonrientes que marcaban algo más que las seis.
- Seis y diez.- dijo María.
- Sí, las seis y diez. Es una desvergonzada.- Mara parecía nerviosa y María a pesar de los años, había veces que no la entendía.
- Qué tiene de malo?-
- Habíamos quedado que vendría a las siete llamó para decir que llegaría más tarde y no solo viene sino que llega más temprano, para qué llama entonces?- Mara tomó las agujas de tejer y siguió el sweter azul hecho con punto y coma que hace meses venía tejiendo sin saber ni por qué ni para quién. María sacudió la cabeza y dejó que una sonrisa chocha escape desbordando apenas la mantilla que le cubría las piernas.
El silencio existía escondido detrás de los tiquitic de las agujas de tejer, que atentas a su menester, seguían idóneamente formando y conformando a ese sweter azul aún sin dueño, ni dueña. Sin ser golpeada la puerta se abrió dando lugar a que apareciesen primero Clarita y después Marta que traía consigo una palidez de mortaja. Los ojos de María la observaron en silente sonrisa que nacía desde el alma hacia afuera. Dos tobillos gordos apenas soportaban el peso sobre unos tacones antiguos que se tambaleaban por el esfuerzo de soportar, nada más que por el esfuerzo de soportar los tacones se tambaleaban, llegaron con suerte los tacones hasta el abismo de las patas del sillón y todo un culo enorme se desplomó.
- Por dios Marta estás lívida que te pasa?- dijo María arrimando su cuerpo con suave movimiento hacia Marta que respiraba como quien respira conscientemente, Mara ya había dejado el tejido a un costado para apresar la gran manota de Marta y darle de a suaves palmaditas, como hace tantos tiempos nalgueaba al flaquito Abel que en esa época pesaba más de lo que medía.
- Estás como si hubieses visto un fantasma Marta por el amor de dios; Clarita!- dióse vuelta sobre su Mara cintura encarando bien de frente con sus dos esmeraldas hacia el café sabio de dos ojos que se acostumbraron a vivir en y de la pobreza monetaria que algunos, a fuerza de carencias, les trae esa riqueza que como dice el tango:"...que que sé yo. Visté...".
- Es peor María, es peor Mara, ustedes no imaginan, no imaginan.- su voz se hacía un nudo que se quebraba y a medida que sus palabras manaban sus brazos gesticulaban exagerados en vuelcos y sobre giros, era gracioso verla a Marta, ella era una mujer de gran envergadura, su último marido había muerto de asfixia en una noche que hasta la luna había estado ebria de lujuria, como bien sabe decir Eugenio Sapietro un comedor de libros y escupidor de letras certeras y abrazos sinceros, un amigo de la casa.
- Tráele un té.- Clarita se dió media vuelta y corrió hacia la cocina atravesando esa puerta, esa bendita puerta que indecisa no dejaba de abrirse y cerrarse. María le acariciaba con su pequeña mano el rollizo brazo que poseía a maneras exageradas el tamaño de un fajo de acelomas.
-No imaginan, no imaginan...- ya su columna se había cansado de luchar contra la ley de gravedad y se había deslomado sobre el respaldo del sillón que como sus tacos se tambaleaba por soportar, tan solo por soportar.
-Acá tiene señora.-una taza de té dijo buenas noches humeantes.El sol había bajado y el cielo parecía estar más cerca que de costumbre, la luna, que era nueva, se encontraba escondida detrás de un cumulo limbus que cubría como manta todo un cielo, tapando todo desde los pies hasta la cabeza.Había olor a tierra húmeda.
-Marta por el amor de dios no nos asustes que tenés.-
-No imaginan, no imaginan...-
-Tomá el té que te va a hacer bien.-
-Le pongo azúcar a la señora?-
-Por favor Clarita edulcorante para ella, hace cuánto que trabajas en ésta casa?ya deberían haber cosas que las tendrías que saber de memoria, no preguntes boludeces.-
-Señora yo no le he faltado el respeto nunca.-
-Pero, pero...mirá como me habla la cocorita ésta.-
-No lo imaginan, no lo imaginan.-
-No tendrías que haberla tratado así.-
-Ya me tienen cansada...yo sólo trabajo aquí y porque usted tenga más dinero, no me puede tratar como una basura.-
-Se revela la negrita, mirá que resultaste ser gallito tropero al final, tanto tiempo con nosotras no te ha enseñado ni un nimio de educación.-
-Por favor Marta...-
-Y vos dejá de contradecirme frente a la servidumbre y la chusma.-
-No lo imaginan, ni siquiera lo podrían imagi....a que te referís con chusma...estirada!.-
-Ah! ahora los colores te suben a la cara, toma un poquito de té amor te va a hacer mejor.-
-Mejor las pelotas, quién carajo te crees que sos?.-
-Por favor chicas.-
-Yo seré negrita pero no me masturbo con recuerdos.-
-Por favor, por favor, mirala a ésta claro como te vas a masturbar con recuerdos si sos una reventada.-
-Reventada yo!?!?te aviso que sólo pequé seis veces en mi vida.-
-Por más sierva que sea, me merezco el respeto de cualquier ser humano.-
-Chusma yo...- resopló aún enfadada Marta, María le sonrío a los ojos de Clarita que lagrimeaban de ira e impotencia que quemaban la nuca de Mara que putamente sonreía, dos golpes ahondaron el silencio resonando por la casa, casi se asombraron, las cuatro. María la miró a Mara, Mara a Marta, Marta a María, y María previo mirar a Clarita se quedó asomando sus párpados por la ventana con esa mirada que espera.
-Y yo, para todas ustedes, exceptuando para la señora María que ella pobre ah!...-suspiró.-...ella es un ángel, yo soy, Clara no Clarita, espero haber sido clara, Clara claro.-sentenció sacudiendo el dedo índice de arriba a abajo.
Las chicas callaron ante tan solemne manifiesto de pseudo cólera por ansia de respeto o algo así por el estilo, Clarita claramente se desvaneció tras el vano que formaba la puerta, que abierta de par en par, dejaba entrar el fresco típico de la correntada de dos ventanas separadas que permiten al aire correr libremente de acá para allá, llenando el hogar de la dulce aroma de la tierra mojada que pregonaba la tormenta que silenciosa venía anunciándose de a poquito.
-Me encanta este olor me hace acordar al finado Mario, María, Mara...-llamó la atención de Mara y María la noble Marta que se quedaba escondida en sus recuerdos cuasi libidinosos-...lo recuerdan a Mario, con él sí que me podría haber casado...-
-Pero te corneó el muy desgraciado y te dejó después de los yuyales de su supuesto campo que después resultó no ser de él, y pensar que vos lo querías engatusar con ese asunto del falso embarazo, para vivir la vida gorda a pleno.-Mara este día estaba punzante como colmillo de víbora sedienta y hambrienta, su lengua estaba áspera y parecía detectar las zonas erróneas y débiles de la pobre Marta que tras la breve discusión parecía haber olvidado el qué le había sucedido hace un rato nomás. Clara se adentró en la habitación con luces en los ojos y detrás de ella, una figura se adentró iluminada apenas, casi acariciada por la luz del pasillo y esa silente iluminación que trae consigo el ocaso.
-La señora Clarisa-exclamó Clara con voz de júbilo, María se tomó las cara con las dos manos y una sonrisa apretada sonreía desde sus labios, Mara giró su espalda y con un gesto de casi alegría suspiro un: "ay sos vos tanto tiempo que alegría", en ese tono, volvió a girar su cuerpo y agachar la cabeza para seguir con su tiquitic de agujas de tejer que tejen sweter azul de lana que no se sabe ni para que, ni para quien se teje, pero igual, se teje casi solo.Habría alguna esperanza en algún rincón mohoso? habría rincones mohosos?.
Con gran esfuerzo Marta y sus piernas se pusieron de pie y corrieron graciosamente hacia Clarisa que recién había entrado toda coqueta ella, con ese perfume a tierra mojada y channel número cinco, Marta la abrazo con sus brazos de fajo de acelomas y la apretó contra sus inflados pechos llenos de grasa e ilusiones, Clarisa era de talla más bien fina a ella le cabría justo haberse ido a vivir a París, allí todas tenían su porte y hasta mismo su estandarte.Clara entró a la habitación y para todas, fué más que soprendente, ya que ninguna la había visto salir, en sus manos traía una bandeja que contenía seis tazas, seis cucharitas, edulcorante para Marta, azúcar para el resto, té en hebras para Mara, té en saquito para María y Marta, uno galés el otro inglés, mate cocido para Clarisa que hace tanto tiempo no lo tomaba, y café para ella, se hizo un lugar al lado de las alas protectoras de María, que bien sabían todas, estaría de acuerdo con que Clara se quede y disfrute de la compañía de Clarisa que hasta un mes antes de irse a París, no sólo fué su jefa sino también su amiga. Cómo le brillaban los ojos a Clara, María la espiaba con un ojo mientras el otro estaba atento a la ventana, la espiaba mientras sonreía con la mirada cambiada, con la mirada con esperanza, Mara en su constante tiquiteó, conocía y sabía todas las sensaciones que daban vueltas por el ambiente, Marta seguía revoleando a Clarisa como si ésta fuere un muñeco de trapo de acá hacia allí recorriendo cada rincón desnudo del impúdica habitáculo.
-Estoy tan contenta que hayas venido...-la dejó en el suelo cayendo ambas de culo por el inevitable mareo de las vueltas.-ay Clarisa!-a modo de suspiro.-me pone tan contenta que estés acá.-
-Qué tan contenta?-exclamó jugando Clarisa como hace tantos tiempos atrás.
-Ya casi me olvido y se me va la mala sangre porque me robaron en la calle.-
-Viste que te dije que afuera es peligroso-rezongó una voz. El tic y tic seguía existiendo, insistiendo sweter azul.
-Vos y tus cosas, acaso no había un vigilante cerca?-
-A dos metros mío.-
-Seguro fué él el que le robó.-
-Cómo sabés vos?.-
-En mi barrio pasa siempre señora, roban más los policías que los ladrones.-
-Qué horror esto nunca cambia!.--
-Qué raro en plenas elecciones!.-
-Qué porquería éste té está horrible, Clarita...-
-Clara.-
-Clara tráigame otro.-
-Ay! pero no; dejala a la pobre que ésta tan linda, no tomes nada-rieron bajo y en conjunto todas excepto una, vale aclarar entonces que no todas.El sweter seguía creciendo como planta de invernadero, la sonrisa de Clara era cristalina como agua que mana, María había cavilado ya alguna de sus ideas y se había puesto de pie y desaparecido tras la puerta, Marta se regocijaba metiendo en su bocota seis o siete masas al mismo tiempo y mientras masticaba sin poder cerrar bien la boca; al respirar lluvia de masas secas se regaban por su preponderante panza vestida por una tela similar a una cortina, Mara atendía apenas su idóneo menester que parecía tejerse solo, claro que Mara también estaba feliz de ver al clan formándose, pero la sonrisa era un juego que le costaba y por eso lo juzgaba antes de jugarlo.
-Mara...cómo está ella?-
-Vieja.-
-No seas así, estás hermosa Clarisa.-
-Mara, Mara no cambias eh,gracias Marta, Clara como está?.-
-Bien señora...pero tutéeme yo la considero entre mis recuerdos como presente.-
-Ay! Clarita yo también te quiero mucho.- un pequeño abrazo nació espontáneo de entre las dos.
-Qué suerte que haya por lo menos alguien que le demuestra el cariño a otro alguien con afectos y no con miradas de mierda y pelotudeces.-osada Marta que esgrimió un puñal al aire que pasó cerca de los nervios de Mara que ni siquiera mutó su ceño fruncido y soñador, típico de quien teje no solo sweters sino que también hilvana, silencio de mañana que arrasa en el callejón y una botella de vino fino que desea ser abierta por el mero motivo de brindar y festejar que las chicas se reunían de nuevo, silencio del después, el silencio complaciente, concupiscente, compañero y amistoso que entre uno y otro se cierne cuasicómico.
-Vinito!.-
-Y para todas!-
-Ay señora! yo no sé si debiera!-
-Dale Clarita no seas tonta brindemos-ocho copas, Marta, Mara, María, Clara, Clarisa, sólo faltaban Ursula y Garúa que a pesar de casi siempre hacer rancho aparte, eran como de la familia y unas amigas excelentes, pero a Ursula se la había llevado el bicho y a Garúa aquel primer viento.
-Esperen entonces!-dijo Mara salió salió corriendo y volvió volvió como tornado con las dos manos ocupadas de cuatro botellas más, gritos de algarabía escapaban de los labios de Mara, María, Clara, Clarisa, y Marta; en silente confidencia sabrían que Ursula brindaría desde la ultratumba con el bicho a cuestas y Garúa desde aquel lugar donde muere el viento levantaría la copa brindando con el Flaco, una gota de alma rodó por el rostro María a causa de un vil recuerdo, Mara exclamó consin sorpresa una suerte de añoranza y abrazó el sweter con ganas, Marta olvidaría el hurto a mano armada con el cual le habían robado más bien la foto de Ruben besando en los labios a Mario, sus dos amores compartidos y cotidianos, Clarita no lloraría por la niña de las montañas pero si de alegría y orgullo por su amiga Clarisa que había vuelto y pensaba con el ceño fruncido si Fifí había comido u otra vez se habría olvidado de dejarle las instrucciones necesarias a Clôtaït para la correcta alimentación de su perrito francés, las ocho copas fueron servidas casi hasta el borde y sólo cinco fueron alzadas para estrellarse en los aires y brindar la felicidad necesaria de ese brindis que se posponía, al cabo de muertes y años.Un pesado pasado escupió el rostro de alguna que daba vueltas rememorando en silencio y todo casi caía en un letargo tormentoso que empezaba a sacudir los vidrios de las ventanas cerradas, las cortinas de las abiertas y las persianas de las que tuvieran.
-Porque todo es un boomerang.-
-Porque todo lo que sube tiene que bajar.-
-Porque el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen.-
-Por lo que el viento se llevó.-
-Porque todo tiene su razón y su por qué.-
-Por la vida de los que estamos aunque a veces estemos ausentes.-
-Por los que estamos ausentes.-
-Por el bicho.-las ocho copas tintinearon y el pasado se hizo presente.
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