Hoy la hoja en blanco no me ha invitado ni una masa,
ni un té, ni siquiera un pedazo de torta, y menos que menos
un miserable scon con dulce y manteca.
Tal vez por esto sea que las musas no se han acercado saltimbanquis y coquetas
con sus manos llenas de picardías y sus dedos llenos de letras,
no han venido con sus labios cargados en versos,
y menos que menos con sus piernas dispuestas a entregar de ellas
todo el amor que saben dar y tener a la hora del té.
Hoy la hoja en blanco ha estado parca, silenciosa,
mirándome distante como se mira desde un otero,
con impaciencia e indiferencia, inalcanzable y lejana.
Y mirá que sabe que la estoy mirando pero se hace la otaria,
silba mirando para otro lado, mientras por el rabillo del ojo espía,
y pispea distraída por dónde es que ya van
las agujas del reloj en su reloj sin tiempo.
Será que estará esperando a alguien y por eso hoy no me ha invitado?
Será que las musas están ofendidas y hoy no quisieron compartir conmigo
las masas, la torta, el té y los scons calentitos?
O será que de tímidas y enamoradizas se han quedado hoy horrorizadas
ante mi mirada que no se corrió ni un segundo de la blanca hoja de papel,
sin pensar si quiera un minuto como se sentirían ellas?
Espero no se hayan ofendido, ni la hoja, ni las musas, ni los scons,
hoy estuve ausente y sin aviso, y la hoja tomó lista y se quedó con los scons.
Y la musas... las musas bien, gracias.
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