Que hermoso como se inyecta la esperanza con poca cosa,
como después de una mala racha, o de espantos y espurios,
hay algo chiquito en algún lugar que nos dibuja una sonrisa
en el corazón y en el alma, y la vida cambia de color repentinamente.
Pareciera que cuando a uno le llegan las buenas leches,
una especie de euforia le recorre el cuerpo y una felicidad tremenda
lo invade, lo transforma, lo mejora y le ofrece, otro punto de vista.
Siempre llama la atención ver como van pasando estas cosas,
primero un golpe, después una caricia, luego dos golpes más una caída,
y levantarse ayudado por una suave brisa que refresca y ayuda a darse cuenta
que no todo está perdido, que aún queda por recorrer mucho camino.
Las oportunidades siempre están por aquí dando vueltas,
con un mechón de pelo coquetón y calentón que nos invita
a que las atrapemos y las llevemos a donde se nos dé la real gana.
El todo busca su propio equilibrio en la plenitud de sí mismo,
y se encuentra, se encuentra dividido y dúal, íntegro con todos sus lados.
La vida en plenitud es lograr el equilibrio sin deshechar las pérdidas
ni remilgarse en la gloria. Quien encuentra la plenitud es feliz,
quien busca respuestas solo encuentra preguntas,
quien encuentra preguntas se cuestiona y quien cuestiona entiende
que con poca cosa, todo puede ser mejor y distinto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario