sábado, junio 09, 2007

El feudo y la doncella -- Poesía

Enrico el rico no paraba nunca de hacerse mala sangre
encambio Lalore, que era pobre, no cesaba de bailar.
Algunos decían que el dinero no hacía a la felicidad,
ni de Enrico, ni de Lalore, de los dos por igual,
algunos decían que la música amansa
a las fieras feroces cuando hambrientas se levantan.
Lo cierto es que una mañana
en la que Enrico por nada se enojaba
vio a la Lore bailando feliz sobre la puntas de sus pies,
cosa que no solo causó en Enrico un súper enojo
si no que además gran envidia también.
Se acercó enojado con el rostro desdibujado y le dijo
- Oye tu eres pobre, por qué eres feliz y bailas sin preocupación alguna?
- Soy joven, hermosa, sana y llena de vida,
por qué preocuparme? de qué preocuparme?
- Pues de perder todo lo que tienes!
- jajajaja, muy mi señor mío,
nada de lo que tengo lo poseo,
la flor tiene pétalos, pero no abejas!
- Mujer, has perdido la cabeza?
es que la pobreza ha estropeado tu sesera?
- Mi señor no se da cuenta?
Lo que tengo es salud, y si no río, de qué vale
ser y estar saludable? Si no bailo,
de que sirve el canto del viento
entre las ramas de los alamos?
Si no soy feliz? De qué sirve la vida?
Para que andar de acá para allá
todo el tiempo ocupada en problemas
con sin solución? De qué sirve la mala sangre
si lo que necesito es mi sangre buena y caliente
corriendo por mis venas?
No señor, sepa disculparme,
pero hasta donde sé, está será mi única vida
y si dios creó al hombre y le dio el don de la felicidad,
para qué desperdiciarla con el seño fruncido,
con la boca tiesa, con la mirada perdida...
Es tan hermosa la vida! Como no estar feliz de vivirla!
- Yo no puedo ser feliz, yo no debo ser feliz,
por dentro me recorren los miedos
de que todo lo que tengo, por una u otra cosa, perderlo.
Y me lleno de ocupaciones con tal de no pensar
en esas cosas que he ganado y de las cuales soy esclavo.
- Que espanto señor mío...
- Que cosa dama hermosa?
- Todo lo que ha logrado en su vida,
por lo que ha peleado con tanta garra
en vez de libertad le ha brindado esclavitud,
en vez de gloria le trae pena,
en vez de paz trajo inquietudes
y ha llenado su alma con un vacío
que no hay ya nada que lo sacíe,
no hay mirada que lo conmueva,
no hay caricia que lo llene,
no hay mirada que le dé
ese suspiro que escapa hacia las estrellas,
que trepa al cielo por un rayo de la luna
al lugar más hermoso de la noche profunda.
- Usted y su amor por la vida me conmueven.
- Usted en cambio a mi me repele,
con esa actitud de mierda
no conquistará nunca a esta doncella.
Enrico se enojó y la mandó a decapitar,
su cabeza rodó por las calles
llenando las alcantarillas de espesa sangre.
Desde entonces se prohibió en el feudo de Enrico
la felicidad, el baile, la risa y el canto
y a toda doncella bella que bailara
feliz y contenta por alguna de sus calles,
que cortarán su cabeza por loca e irresponsable.
De a poco del feudo se fueron yendo
desde el rico más rico hasta los pobres pajes,
ninguno quería vivir en un lugar, donde se feliz está mal.
Quedo entonces Enrico solo, nadie en su feudo ya vivía,
nadie había que cuidase sus cosechas,
ni alimentara el ganado, ni velase la noche,
ni lave sus ropas, ni cocine, ni enjuague sus llantos.
No había mozas pintadas en la inmensidad del paisaje
ni siquiera quedaba un perrito que ladrase.
Enrico se dio cuenta entonces
de lo que Lalore, que era pobre, le avisaba.
No existe en el mundo riqueza más grande
que tener por seguro que la vida es una
y vivir cercano a los que nos rodean
es las más hermosa de todas las riquezas,
que la felicidad trae amor y el amor prosperidad.
Nunca es tarde para arrepentirse,
y nunca es tarde para empezar de nuevo,
por lo que Enrico colgó en las calles de su feudo
mil y un guirnaldas de mil y un colores
y del nuevo al viejo mundo
músicos y malabaristas, de a muchos fueron viniendo
se llenaron las calles de artistas,
de juegos, fiestas, bromas y bailes.
Enrico en plena dicha sin siquiera darse cuenta,
moneda a moneda perdió hasta el color de su estandarte.
Con la ruina llegó el descuido
y con el descuido se fueron todos
quedo de nuevo Enrico solo
sin un crudo en el bolsillo.
No soportó así la vida
y se colgó de la rama de una encina,
y mientras agonizaba un anima danzante
se acercó ante sus ojos que se cerraban.
La reconoció rápidamente,
era Lalore que se acercaba,
sonrío grande y lindo al verla de cerca
y como con sus dedos acariciaba su mano,
como sus labios condescendientes perdonaban
la locura y el error, de no haber sabido entender
que cada uno inventa y recrea, su manera de vivir.-

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