Te juro que me morí de miedo mil veces este año
que me tembló hasta el último pelo
y que me dañaron, como ningún año me dañó
te juro que me rompí en mil pedazos
que no tuve ganas de levantarme
y que quise, desde el fondo del alma,
mandar todo a la mierda y dormir
hasta que pase el tiempo necesario
para despertar como si nada nunca hubiera pasado
Y te juro que estuve solo, no tuve a nadie al lado
que me sostuviera y me ayudara a levantarme y seguir
que si encontré peldaños para asomarme y respirar
fue porque tuve el valor interno de hacerlo
que si mantengo algún sueño no es porque lo necesito
si no porque así lo quiero. Que fue durísimo,
tal vez el más duro que recuerdo, y que duele,
todavía duele, todas las cosas que pasaron y golpearon
siguiendo su camino como si mi vida fuera
su tonto parque de diversiones donde osos de peluche
son el premio para quien más destripa.
No me mantiene en pie la esperanza,
ni el sueño, ni el amor, ni el deseo, ni el anhelo,
de que las cosas sean mejores o cambien para bien.
Me mantiene en pie el coraje de saber
que a veces así es la vida y que de eso se trata vivir.
Siempre todo se acaba,
y aunque no puedas verlo
cuando se acaba es mejor
porque tenés la obligación de empezar de nuevo
y la oportunidad de hacer las cosas
como se te dé la gana.
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