Profanadores de la desdicha
perpetuadores del infortunio
sepultureros de horizontes
destripadores de la razón
aves sin cielo, huevo, ni nido
albañiles y arquitectos
de una infausta realidad,
falaces idealistas
proxémicos del amor
acreedores de esperanzas
exiliados del paraíso
postulantes a demonios
con porqués, Dios y patrón.
Ustedes, constructores de veredas
de escaleras a ningún lado
de carreteras sin destino
de estrellas sin sombra, ni luz.
Ciegos son de su legado
ausentes son sus huellas
constantes sus querellas
sordos están, culpables son.
Han tomado para sí las sombras
pues ni el día, ni la noche les fueron dados
entre ellas son fortuna, y se ocultan,
desgraciados y depredadores
esperando el momento exacto
de tomar por asalto y alimentarse
de aquel que vive trashumante
logrando paz y prosperidad.
Existirán siempre, no tendrán fin,
como este poema.
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