Envidio al viento que te despeina
a la ropa que te acaricia la piel desnuda
al vestirte con impudencia
al desvertirte con inocencia,
envidio el agua entre tus piernas
la sed en tus labios
las promesa de esas caricias
que aún viven en tus manos
envidio a quien causa las bolsas de tus ojos
a quien te sueña durmiendo
y a quien te vive despierto.
Envidio al suelo que pisas,
el jabón de tu ducha
al tiempo que aun queda.
Haber nacido abeja,
maldición, para en tu flor
morir adentro y entera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario