y te creés
que con ese pedazo de hueso, ligamento y carne
eres capaz de quedar libre
y olvidarte
de expiar tus pecados
y quitarte de encima
todas las responsabilidades...
¡Pobre idiota!
Es un dedo, nada más,
el mismo que usas para rascarte
con toda la humildad del mundo
cuando no tienes nada para hacer
o cuando no entiendes qué sucede.
Ya no señales,
ni a tí, ni a nadie;
hazte responsable de tu parte
y ráscate hasta que se te pase.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario