Que manera de correr, de subir, de bajar,
de tratar de entender como la vida pasa
y como algunos van pasando detrás de ella
sonriendo y a la expectativa de ligar
aunque mal no fuera un par de migas.
Hay algunos que se agolpan, que apretan el paso
para a todo galope abalanzarse sobre la vida
y exprimirla, y sacarle, y hay veces, hembra desenfrenada,
se abre de piernas y bien ramera les da,
lo que nunca a nadie fue capaz de dar.
Hay otros que la dejan pasar de largo
y se quedan postrados en algún algo
viendo como se va, sola, tranquila,
espiando por sobre el hombro, esperando,
a que vuelvan a por ella, y la sigan hasta el fin de la senda.
La vida es caprichosa, hace lo que quiere,
no tiene ni pies ni cabeza, pero tiene los ojos
más hermosos del universo, con su mirada,
simple, clara, lujuriosa, siempre nos invita
a que la sigamos a algún lado, aunque ni ella sabe a donde va.
Entiendo que no es de golpear las puertas
ni de mandar cartas, ni de hacer llamados telefónicos,
siempre la veo dando vueltas por ahí,
llevándonos de las manos, o por las narices
a todos lados que querramos acompañarla,
pero puta que sería lindo que un día se tome vacaciones,
y nos libere un poquito de toda esa presión que nosotros
cargamos en nuestra espalda día tras día con tal de gustarle
aunque mal no sea, un poquito más. Igual, me doy cuenta
que el tonto es uno, y que ella nos ama a todos por igual
y entiende que por nuestra existencia la suya es posible,
y la nuestra depende pura y exclusivamente de que ella exista.
Tomate vacaciones, no corramos más carreras,
vayamos a la orilla del lago a caminar y ver las estrellas,
dejame estar cerca tuyo, acariciarte y besarte una vez más.
Dame la oportunidad de tenerte una vez más cercana
y entenderte real, y no sólo, una necesidad de mi alma.