Duerme mi niña, duerme tranquila,
la noche allá afuera de seda vestida
se ha colgado en la solapa
una enorme y redonda luna blanca
que opalina y luminaria
separa las formas de sus sombras.
No son las ánimas que se animan,
es el viento entre las ramas más altas
de los álamos ululando,
nos son manos largas y ososas
las figuras que en la pared se dibujan,
son las mismas ramas que allá afuera
al canto del viento su danza entregan.
Duerme tranquila, duerme mi niña,
no hay nada que temer acá adentro,
tampoco a ese mundo escondido detrás de la ventana.
La vida está llena de magias,
magias negras y espantosas,
magias blancas bien hermosas,
todo depende de tus ojos, de tus manos,
del calor de tu corazón al latir desbocado,
del color en tus pensares cuando meditás pensando.
No temas niña mía y por favor duerme tranquila,
no te desesperes ni sientas tu alma en pena,
fue solo un sueño horrible el que cohartó
tu dulce descanso en mitad de la noche.
Ya no temas, ni tiembles, ni llores,
yo estaré siempre muy cerca,
velando por tu buen sueño hasta
que la mañana despunte y venga,
y el sol con sus rayos te acaricie,
y te inunde con su luz y su calor.
Duerme mi niña, duerme tranquila,
estaré aquí en esta silla mirando como duermes
mientras en silencio, despacito y sin apuro,
te transformas en una mariposa multicolor,
independiente, pura,
libre y hermosa.