Yo lo conozco a ese,
se para a mendigar en las esquinas
siendo dueño de casi la mitad del pueblo
y solapado el muy guacho más tarde a todos apreta.
Apreta los cintos de los que adelgaza
con regímenes estrictos de impuestos y alquileres,
y apreta la soga del ahorcado y se retuerce de la risa
cuando otros empeñan su dignidad para pagar sus desvergüenzas
y el muy guacho los espera siempre anónimo en la salida de la iglesia
y pide ayuda, limosna, amor, o una pizca de comprensión,
y por caridad al mendigo, nunca jamás no nadie le dijo,
pero éste de mendigo tiene lo que el gato de marino
Y lo más triste de todo es que este flor de mal parido
usa la limosna de los pobres para timba en el casino
y se gasta la mosca loca, en pilcha, faso, whisky
y jovencitas que nunca dicen no al patacón.
Yo lo conozco a ese,
es un truhán de rara monta,
con destino incierto y zaino pelaje
no se sabe de donde vino ni se sabe donde va.
No se sabe si es ratón o culebra,
si es lobo o si es oveja.
No se sabe si lo hace a sabiendas
o por demonio no más.
Favor tenerlo en cuenta y mirarlo firme y a los ojos,
cuando tengan en su dedos la moneda
y estén a punto de dejarla en su palma
en la esquina de algún lado, o a la salida de la iglesia.
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