Me miro las manos,
no me reconozco como antes
ni mis pies ya son los mismos,
mis brazos siguen en el lugar de siempre
pero mis piernas desde mis ojos
se ven disitintas, al menos mi cabeza
está más lejos del suelo, eso es lo que veo.
En el espejo mis ojos buscan
las marcas que el tiempo deja,
y a pesar de tener más
de ciento veintiocho estaciones a cuestas
ni una arruga aún surca mi cara.
Muchas dudas hay presas en mi mente
que luchan por libertad continuamente.
Me miro las manos,
sé que son las mías, pero puta,
las recordaba distintas
más regordetas y pequeñas,
más creativas, menesterosas,
encontrando siempre algo divertido o nuevo,
en cambio ahora están tan acostumbradas...
Me miro los ojos,
casi todo sigue igual, la mirada solo,
vaya cambio, tiene un brillo distinto
la inocencia escondida detrás de tanta historia
se asoma de cuando en vez,
detrás de las alegrías, las melancolías y las tristezas.
Me veo, me reconozco, soy el mismo pero distinto.
No busco más que lo que encuentro,
el camino me lleva a foja cero,
no me busco en el de antes,
soy el de ahora, con las cosas que traigo y dejo,
soy el de ahora, con virtudes y defectos,
soy el de ahora, la evolución de mi mismo
una mezcla explosiva, de ansias, necesidades y deseos.