viernes, marzo 23, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 10ma entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

XVII

-Por ahora, ninguna... ésto es algo que lo va a tener que solucionar el pueblo de la República, y en caso que gane o que siga el señor Gésus Acrata Kalón.
-Pero mientras tanto?
-Qué quieren que les diga, la cosa está podrida con todo el mundo.
-Qué es lo que dice exactamente la nota que mandaron?- Talmarital levantó la palma para que los furtivos cazadores de noticias hiciesen una pausa mientras él se revisaba los bolsillos, de uno de los tantos sacó un bollito de papel, lo extendió, lo alisó con el filo de su palma y leyó en voz alta para todos.
-..." Habitantes de la República, dos puntos. La organización mundial de Naciones llama al pueblo de la República a la recapacitación de sus habitantes y los invita a repensar la idea de votar al partido Anarquista, ya que en caso que este partido, con su líder Gésus Acrata Kalón, sean los ganadores del plebiscito próximo, la República podrá ser alcanzada por grandes desmanes, con probable expansión al mundo entero y su organización hasta ahora. No obliguen a tomar las medidas necesarias para que las cosas sigan en esta paz y cordialidad a la cual llegamos bla bla blá. Esperamos respuesta. Saludan a la República y a sus habitantes muy atentamente. La Organización Mundial de Naciones"... ésto es lo que dice.- rehizo el bollito con la nota.
-Y usted que opina con respecto a ésto?- Talmarital levantó el bollito y lo puso a la vista de todos mostrándolo. Sosteniéndolo entre su índice y su pulgar, sonriendo, con un suave movimiento que denotaba nada más que desprecio echó hacia atrás la nota hecha bollito.
-Estuve elocuente no?- frente a tal respuesta parecieron gallinas histéricas. Los periodistas comenzaron a hablar todos al mismo tiempo.- Ey, ey, ey! No pierdan la calma.
-Cómo quiere que no perdamos la calma, esa nota dice que si el pueblo de la República vota a Acrata Kalón, se van a tomar medidas. Qué tipo de medidas cree usted que serían capaces de tomar?
-Brazo, cintura, pecho y espalda.
-Y entonces que deberíamos hacer nosotros como pueblo de la República?
-Darle la medida de nuestra entrepierna.- un par de risas escaparon de algunos periodistas, algunos tímidos aplausos resonaban en la sala de conferencia, mientras, los periodistas extranjeros que ya estaban en la República, hacían arder las líneas telefónicas de las oficinas de noticias más importantes del mundo. Talmarital levantó sus palmas clamando al silencio. El cuarto poder fue silenciándose de a poco. Cuando un silencio mortecino llenó la sala, Talmarital se acercó al micrófono y habló.
-La idea de vivir, es tan solo vivir, vivir como uno elija... Yo mismo he cometido errores, como bien ustedes saben, pero he vivido mi vida como quise... Hasta que fui presidente de esta gran nación que es la República. Siendo presidente me encontré con todo un pueblo que esperaba de mí sólo milagros. Me votaron, la mayoría me votó las tres veces que me postulé, esperaron y soñaron conmigo que yo cumpla mis promesas. Que no hubiese hambruna, que se erradique el crimen, las drogas, el tráfico de armas, de niños, mejorar las atenciones a nuestros padres, la educación, la salud y toda esa sarta de cosas- respiró profundo y bebió un sorbo de agua.-... pero, no sé si vieron el otro día el reportaje que le hicieron a este muchacho del cual, hoy el mundo habla, la cosa no es sólo asunto mío, por más que lo intenté, toda la República seguía trabajando y estorbando para que la cosa mejore. Hubo presidentes que para que la desocupación acabe iniciaban guerras con países porque sí, la desocupación disminuía y hasta los alquileres bajaban, con ésto también lograban que el pueblo se masifique y tire para un sólo lado que es el lado para el que todos deberíamos tirar. Hacia adelante. Por esto, creo que Gésus Acrata Kalón, es una respuesta, tal vez al mundo no le guste, es verdad, pero a mí... lo que el mundo opine menenfrega, nosotros en la República pasamos momentos tremendos, los cuales nos hundían humanamente y la Organización Mundial mientras tanto se limpiaba el culo con el nuestro sufrimiento y seguía mirando al costado. Yo creo que su preocupación viene del que no van a saber qué hacer ni cómo controlar a la República... y es justamente eso lo que los pone nervioso, por eso es el problema. Su problema, no el nuestro. Hemos pasado por gobiernos de todo tipo, razas y colores, claros y turbios, despóticos, liberales, comunistas y democráticos digo yo... por qué no una Anarquía? Claro que igualmente ésta es una elección que tendrá que tomar el pueblo el día que se acerque a las urnas.- Nadie supo como reaccionar.- De todos los candidatos que he visto y sufrido en mi vida incluyéndome, él es el único que tuvo los huevos necesarios para decir el país está en sus manos, no en las mías porque ustedes así lo decidieron. Ahora la República va a quedar en sus manos y si la O.M.N. toma medidas, está en ustedes hacerle entender que es lo que la República desea. He dicho.- Tronó sus dedos, sonrió a los flashes, se dio media vuelta y bajó del podio. Los periodistas empezaron a gritar como locos abalanzándose sobre el presente presidente. Talmarital, paró en seco y los vio agolparse como ganado. Uno de los tantos rumiantes que se encontraba haciendo preguntas gritó:
-Señor presidente por qué se va tan apurado?
-Voy a hacer un viaje- respondió. La multitud se silenció abruptamente.
-A dónde va señor presidente?- preguntó otro.
-A decirle a la O.M.N. que se meta sus notitas y amenazas en el culo.- salió entre flashes de cámaras fotográficas periodísticas de todo el mundo, se subió en el auto presidencial y despareció.
-Vos estás cada vez más loco.- le dijo su secretario ya dentro del auto.
-Qué sea lo que Dios quiera. El avión ya está esperando?
-Sí.- contestó. Sirvieron un par de tragos y los degustaron con relamido placer.- Qué labia hermano...
-Ya no sé qué es...- dijo pensativo-... antes pensaba que era labia así como vos decís, después me pensé como un tipo carismático, ahora creo que es estupidez ajena y si lo llegan a votar...- miró por la ventana hacia el paisaje que pasaba e iba quedando atrás.
Sin muchas palabras más llegaron al aeropuerto donde el avión presidencial esperaba con las puertas abiertas y la escalera en el suelo presta a ser usada, quitada y así al fin el avión despegar. El auto se detuvo y presidente y secretario se adentraron en el avión que esperaba. Subieron los peldaños de a uno, con pasos pesados con la cabeza gacha, y un raro sentir en el pecho.
-En serio los vas a mandar a la mierda?
-Ya lo hice en la televisión ... por qué no lo voy a hacer personalmente?
-No te parece que te excediste un poco?
-Un poco! Si no me excedo primero yo que soy el presidente quién se va animar a hacerlo. Este pueblo como todos los pueblos del mundo, necesitan siempre de un lazarillo. No sé cómo va a hacer ese cojonudo pero le deseo la mejor de las suertes- dijo ya adentrándose en el avión después de decirle adiós por un rato a la República tan sólo con su mirada.
-Lo voy a ayudar yo- contestó otra voz desde adentro del avión, Talmarital se dio media vuelta y respondió sin siquiera mirar a quien le hablaba.
-Y cómo piensa hacer eso?
-Vos sabés cómo- Los ojos de Talmarital se pusieron fríos como el hielo al ver a Gustavo que sonreía tomando champagne mientras se prendía un cigarrillo.- A propósito... Gran discurso! Felicitaciones!

XVIII

Exhaló el humo, parte por las fosas nasales, parte por la boca. Le ordenó silencio y oscuridad al televisor tan sólo apretando un botoncito.
-Disculpe- dijo una voz que entraba.
-No hay problema Héctor- contestó Anselmo poniéndose de pie.
-Vengo a mandar a dormir a Nosferatu, cuando Colifa no está lo dejo despierto un rato más. No lo vio?
-Sí, tomá acá está.- Anselmo se quitó a Nosferatu de la falda y se lo dio a Héctor que lo tomó entre sus manos con sumo cuidado de no despertarlo.
-Bichito de dios, está muerto de cansancio- apretó el botón escondido en la pared, la puertita se abrió y allí dentro depositó a Nosferatu.
-No sabés si Colifa vuelve?
-Me olvidaba, lo llamé a Jorge, el encargado de la tarde, dijo que Colifa estuvo acá más temprano con Victoria y parece ser que después de estar hablando un rato bastante largo, se fueron a la casa de Victoria para hablar con Gésus.
-Gracias- dijo Anselmo poniéndose de pie y el saco sobre los hombros. Salió del bar silencioso y pasó por al lado del auto oscuro donde dos hombres hablaban. Entre los tres se miraron y Anselmo detuvo su marcha. Los hombres dejaron de hablar, Anselmo se les acercó y con suave movimiento de índice golpeó un par de veces el cristal.
-Disculpen; qué están haciendo?
-Descansamos de un viaje.
-Ya veo- contestó Anselmo, -... ya veo.
-Perdón...- dijo uno de ellos -... le veo cara conocida. Puede ser?
-Sí, hoy a la mañana estuve por acá, vine a visitar a mi jefe que vive aquí enfrente, esa ventana encendida que ustedes están mirando.- Los hombres se miraron confundidos.- Pero cómo?... su relevo no les avisó que el pichón voló??? qué pena!- los hombres bajaron del auto y lo metieron a Anselmo a fuerza de pistola dentro del automóvil.
-Para quién trabajás?- preguntaron con duro acento amenazante.
-A veces para Dios y otras para el Diablo- contestó con una sonrisa la cual fue retrucada con un culatazo de pistola. Anselmo perdió la cabeza con el golpe y con un rápido movimiento de mano, le incrustó los dedos mayor e índice dentro de los ojos al hombre que le apuntaba.
-Mierda!- gritó el que estaba adelante mientras el otro gritaba dolorido con los globos oculares reventados desangrándose, tiñendo todo el interior del auto con sangre, cubriendo la escena con nervios y miedo.
-Pisen con cuidado si caminan cerca mío- les dijo y se bajó; el otro sacó el arma de la sobaquera, bajó del auto le apuntó a la cabeza y disparó repetidas veces. Por obra de quién sabe qué, si dios o satán, o mesmamente de los nervios del hombre armado, Anselmo siguió caminando tranquilamente sin voltear siquiera. El auto arrancó mientras un par de sirenas policíacas iluminaban las calles de la Ciudad Capital con su sonido tan típico.
-Qué cosa, nunca aprenden- lamentó para sí. Siguió calle arriba esperando encontrar a alguien en su casa, lamentó no saber ni siquiera dónde era que vivía su colorida amiga Lucero, ellos solían encontrarse en una esquina a las siete en punto, pero hoy, ella, había brillado por su ausencia, cosa que a Anselmo no le hizo mucha gracia. Le gustaría verla, estas situaciones de violencia nunca son agradables, él prefería la maldad pacífica, el susto, la amenaza, la sangre no era un juego que le gustase jugar, prefería sinceramente cualquier otra forma, hasta mismo las armas; Anselmo había aprendido hasta enseñar, el uso y manejo de todas las armas del planeta, todo tipo de ellas. Sus manos también lo eran, por supuesto.
Quería ver a Lucero. acariciarla, acariciarla con esas manos que comprendían y marcaban, mucho más que ningunas otras, el límite entre la vida y la muerte. Se estaba enamorando de a poco y en silencio se estaba enamorando. Sin ella se sentía perdido y preocupado; preocupado de que ella se cruzase con otro como él y terminase mal; aunque le constaba que en cuestión de defensa personal, esa chica, le llenaría la cara de dedos a cualquiera que se le hiciese el loco. A él mismo le había pasado, se habían conocido en un bar de cinco copas; ella entró caminando con pasos de garza, pisando apenas como quien pisa nubes; dejaba sutil, una estela cálida y justa de olor a mujer. Su cabello lacio y oscuro llovía levemente sobre sus párpados que entrecerrados mostraban su dulce mirar, éste se asía de su hermoso par de ojos marrones que miran profundos y soñadores; al menos para él que la había visto así, con sus piernas largas terminadas en un redondo culo en forma de roja manzana, que se movía eligiendo el aquí o el allí a medida que avanzaba. Haberla visto tomando posición en la barra, cruzando sus piernas como invitando a acercárseles y besarlas desde la punta misma del dedo gordo hasta quedar con barba. Esa chica parecía el demonio y la tentación misma. Un hombre se le acercó y comenzó a hablar con ella (yo ya me estaba yendo). Parecieron empezar a discutir... al menos él, ella mantenía su estirpe de jirafa desde la banqueta, parecía hablarle suavemente con duras palabras, él hombre parecía enojarse a medida que las palabras de Lucero le llegaban al cerebelo. El hombre atinó a levantar su mano amenazante y fue a dar al otro lado de la barra junto a los licores en exposición; parecía ser que este hombre, era el dueño de aquel bar de cinco copas. Tres hombres de seguridad se abalanzaron sobre Lucero y ella se subió a la barra y corrió por ella atravesando casi la mitad del bar; salió a la calle por la puerta principal, por donde había entrado y con la misma elegancia, pese a todo, no pierde su elegancia. Hasta sus cabellos parecían recién salidos de la peluquería cuando empujó a un mozo que quiso interceptar su huida. Por uno de esos azares yo ya estaba en la puerta del bar con el auto presto para irme, entonces se zambulló en mi auto, me besó agradeciendo. Arranqué el auto y nos fuimos dejando allí detrás a los perseguidores que gritaban todas esas vulgaridades, que en estos casos, siempre han de gritarse. Me consta que sabe defenderse sola...
Una estruendosa sirena cantando a diez metros de él lo hizo escapar de su recuerdo y a su recuerdo escapar de él, miró confundido a su alrededor sin siquiera saber donde estaba, detrás se escuchaban griteríos de gentío y un bullicio que auguraba problemas. Nada de todo este lío tendría que ver con el hombre que él hace un rato le había quitado los ojos. No, eso no parecía tener nada que ver con el revuelo que se estaba gestando. Apresuró el paso, llegó a la esquina y ya mirando los carteles con los nombres de las calles se dio cuenta que inconscientemente había ido a parar a un par de cuadras de la casa de Gésus y Victoria, ..." por qué no"... pensó, puso ambas manos en sus bolsillos y se fue adentrando el par de cuadras que le faltaba para llegar. Las calles estaban repletas de algarabía y gentes. Pancartas y carteles proclamaban ya de antemano a Gésus Acrata Kalón como presidente de la República, parecía que todo el pueblo se dirigía hacia la plaza principal frente a la casa de gobierno. El vitoreo subían al cielo sublimando a Gésus, desplazando a Talmarital del gobierno, pero no de los corazones de los habitantes de la República.
La gente lo quería a Talmarital, vaya uno a saber por qué... pero la gente quería a Talmarital. La alegría parecía ser contagiosa y a medida que pasaban los minutos, más y más gentes, más y más habitantes, salían de las sus casas. Apoyaban el corte de manga que Talmarital le haría a la O.M.N., con pancartas hechas rápido y a mano, con gritos y cánticos púnicos, bailando por las calles tomando vinos y cervezas de las botellas. La gente había salido para defender la idea de la República y apoyar así a Talmarital y a Gésus, su amigo. Una sonrisa gigante se dibujó en el rostro de Anselmo que cautivo entre los encantos de la alegría popular sonreía como un idiota y con los ojos abiertos, bien abiertos. Miraba a su alrededor sorprendido como un niño. Pensó en que Lucero andaría por allí pasando un grato momento con amigos, divirtiéndose a lo loca.
Pensó en Gésus y lo recordó citando a Maupassant entre gruñidos hablando sobre el pueblo. Su pueblo. Apuró el paso hasta llegar al edificio, tocó el portero eléctrico un par de veces y sin escuchar ni responder nada por ese nefasto aparato, al escuchar la chicharra, tan sólo empujó la puerta y se adentró en el edificio donde vivía su amigo. Vaya uno a saber por qué, subió por las escaleras la cantidad de pisos que debía subir para llegar hasta la puerta que abierta y a oscuras lo esperaba, un frío recorrió su médula recordando al hombre que había dejado ciego y hasta tal vez muerto. Desde afuera y sin entrar terminó de abrir la puerta empujándola apenas con la mano izquierda.
-Vení amor apurate!- gritó Victoria desde el fondo. Anselmo entró apurado sabiendo que ningún peligro acechaba entonces.
-Dónde están?- preguntó también gritando.
-Vení Anselmo, no sabés lo que te estás perdiendo.
-En el cuarto- respondió Victoria. Anselmo llegó a la habitación y los vio recostados en la cama.
-Mirá la gente! Escuchaste a Talmarital?
-Sí lo hice. Qué quilombo!, la gente empezó a salir cuando yo estaba llegando, no sabés la calle... Le faltan luces de colores y fuegos artificiales, pareciera que hoy se declarase el día de la independencia, la gente está toda más que loca.- besó a Victoria en la mejilla y a Colifa le acarició la pelada.
-Así que afuera es todo fiesta?
-Si, miren.- Anselmo se acercó a la ventana, corrió las cortinas y abrió las dos hojas de vidrio que separaban dividiendo en partes desiguales la realidad de afuera con esa realidad ficticia que se veía en televisión. El bullicio real comenzó a entrar por la ventana, en la calle las gentes pasaban de a miles, seguían festejando, algunos gritaban anarquía, anarquía. Otros vitoreaban aún más a Gésus y algunos otros cantaban el himno nacional de la República. Pasó también un séquito de ciudadanos que llevaban por sobre sus cabezas la bandera de la República y a alguien en andas.
-Ey, Ey!- comenzó a gritar Victoria mientras señalaba al séquito.- Ese no es, ese no es...- Anselmo y Colifa cayeron en un ataque de risa. Gésus desde las andas de la gente miraba pasar la ventana de su casa con Victoria aplaudiendo de alegría y sus dos grandes amigos descostillándose en un mar de lágrimas a causa de las carcajadas. Gésus sobre la gente empezó a reír a carcajada limpia tomándose el vientre dejándose llevar por la corriente hasta la plaza central. Anselmo, Colifa y Victoria salieron de la casa a las corridas con cremas de los colores del estandarte de la República que se los iban esparciendo por el rostro. Corrieron tras el séquito, lo alcanzaron y entre el gentío llegaron hasta Gésus, que ya había dejado de reír y venía a las puteadas.
-Qué hacen pintados como pelotudos?
-No te quejés maricón- le gritó Colifa- Ningún presidente fue llevado en andas por su pueblo nunca.
-Yo no soy el presidente la puta madre!
-Yo creo que sí.- le dijo Victoria apretándole una nalga.
-No, no lo soy ni lo voy a ser. Esta gente no entiende.
-Agarrámelo salame- le dijo Anselmo y comenzó a gritar- El presidente se ha ido, viva el presidente!- la muchedumbre alocada y enardecida comenzó aún más a gritar el nombre de Acrata Kalón. Ya en todas las bocas estaba su nombre. Llegaron a la plaza y entrar en la misma era imposible, por sobre las cabezas de todos, de mano en mano, comenzaron a pasar a Gésus hasta el centro mismo de la plaza.
-Los veo en el bar de Colifa- fue lo que se escuchó de él antes que desapareciese por sobre la muchedumbre. Volvieron sobre sus pasos y les sorprendió encontrar entre la multitud a los ricos y a los pobres, hasta los manda tutti de la U.I.M.A.M. estaban saltando y aclamando por el bien de la República, el cura tomaba vino con el rabino y el rabino compartía el kosher con el musulmán. Los extranjeros mismos disfrazados de turistas bailaban en las calles y aplaudían, todo era felicidad y algarabía, una miscelánea social por primera vez en la historia se había formado. Todos absolutamente todos, estaban allí. Victoria, Anselmo y Colifa llegaron al bar y lo abrieron. Héctor cuando vio a Colifa, se le abalanzó encima con la boca llena de explicaciones.
-Cerré porque todo era un quilombo y tenía miedo que algo pasase.
-No te hagas problema- dijo Colifa- traé el televisor, abrí las puertas que esta noche la casa invita a todo el que entre.- Pusieron el televisor cerca de la barra a la vista del que lo quisiese ver y lo prendieron, buscaron algún canal que estuviese pasando la fiesta que vivía la República en su plaza principal. Lo encontraron. Gésus ya había llegado al centro mismo de la plaza, las banderas de la República flameaban por doquier y aún en las calles se escuchaban los gritos. Sólo dios podrá explicar de donde llegó a las manos de Gésus silenciosamente un micrófono. Se lo dieron en la mano y la gente vitoreaba, pedía palabras, pedía discurso y que la fiesta siguiese.
-Por qué estamos todos acá?- preguntó Gésus.
-Por la República- gritó la gente
-Y por qué más?
-Por el presidente!- exclamó el pueblo.
-Por qué más?
-Por Gésus Acrata Kalón.
-No!- gritó furioso y convincente y la República quedó muda. -Estamos acá porque queremos. Hagan lo que quieran pero no se acuesten tarde- gritó levantando el micrófono. La gente comenzó a gritar, a aplaudir, a bailar, a saltar, seguía el vitoreo por todos lados. Gésus empezó a caminar entre la gente rumbo al bar de Colifa, entre palmadas en el hombro, besos de mujeres, abrazos de niños y lambetadas de perros. A toda la República había llegado lo que en la Ciudad Capital pasaba y en toda la República todo era una fiesta. Todas sus ciudades y poblados se habían vestido de algarabía anárquica, en el campo los campesinos se habían reunido a brindar felicidades y buenos augurios junto a las estrellas. La luna nueva iluminaba el cielo de la República y a cada uno de sus habitantes que se embriagaba sin importar la edad, ni el color, ni la religión, ni nada. Todos se habían unido y festejaban como en una gran fiesta.
Cuatro horas más tarde Gésus entró en el bar de Colifa y Victoria se abalanzó sobre él donándole el beso más hermoso que sabe dar Victoria. Su jugoso beso.
Allí afuera la fiesta seguía y en el bar todo era risas y skabio gratis a pedir de mano.
-Todos a festejar- gritó desenfrenado Anselmo parado sobre una mesa, arengando a la gente, que allí dentro no era tanta, a divertirse toda la noche.
- Vayan afuera y diviértanse.- dijo entonces Gésus y la gente salió corriendo a las calles y a bailar hasta que amaneciese. Una vez que el bar se vació de extraños, los mozos, los cocineros, los lavacopas se dispusieron a limpiar todo el lugar.
-Dejen, dejen...- les dijo Colifa- mañana se limpia, vayan a divertirse.
Todos salieron del bar por la misma puerta por la que entraron. Salieron riendo abrazados y con muchas ganas de divertirse. El bullicio de afuera entraba y por el cristal y a través del mismo, se veía como la gente festejante festejaba. Gésus se dejó caer sobre una silla agotado y Victoria aprovechó para sentarse en su falda y besarlo hastiada de amor y pasión. Todo marchaba sobre ruedas. Colifa se acercó desde la barra hasta la mesa con dos pares de copas entre sus manos.
-Qué vamos a tomar?- preguntó.
-Cualquier cosa es buena.
-Champagne entonces!- fue hasta la barra e hizo volar cuatro corchos por los aires. Anselmo se le acercó riendo tomó dos botellas y entre ambos hicieron que las cuatro botellas estén más cómodas y cercanas.
-Cuatro?- se asombró una.
-Hay mucho que brindar.- de brindis en brindis se acabaron en diez minutos las cuatro botellas. El alcohol todavía no había llegado al apogeo de su conquista dentro de las cabezas de estos cuatro que acercaban más botellas.
-Por Bambi y por Dumbo.- levantó su copa Anselmo y todos brindaron.
Colifa terminó de brindar y vio desde su silla y a través de la vidriera la fiesta de allí afuera.
-Qué se armó grande!
-Entraba en tus sueños todo ésto?
-Sí, en mis pesadillas.
-Uf!- resopló Victoria poniéndose de pie, dejando la copa sobre la mesa torpemente.- No hay cosa que le venga bien al señor! Nunca hay cosa que le venga bien!- le dijo a Gésus con las manos en la cintura pareciendo una hermosa tinaja de barro tambaleante.
-No es esta cosecha la que uno espera de su siembra, la gente confunde los conceptos.
-De la teoría a la práctica hay un trecho.
-Sí, pero ésto es demasiado.
-Bla , bla, bla...- dijo Victoria sacudiendo la cabeza hacia cada uno de los costados.
-Esperá, esperá- dijo Anselmo levantando una mano, mientras hacía un esfuerzo sobre humano luchando contra el alcohol de sus venas para ponerse de pie.- Qué es lo que tratás de decir?- desistió al ver que su lucha era inútil.
-Esto así no va a ir para ningún lado.- Gésus se acarició el mentón pensativo. Victoria tosió un par de veces.
-Hay que hacer que vaya entonces.- dijo Colifa brindando una vez más.
Victoria había extendido los brazos hacia los costados mientras daba vueltas en círculo y por sus labios un prrrr! escapaba.
-Es que no habría que llevarlo de la mano, creo que voy a desistir de todo ésto. No sé si la gente esté preparada.- Victoria dejó de dar vueltas y sonrió con sonrisa grande y plena.
-Desistir!?!?- se asombró Anselmo que sacando fuerzas de la sorpresa, se puso de pie y con las dos palmas sobre la mesa logró un equilibrio.- Vos estás loco... Desistir!?!- golpeó la mesa con las palmas y cayó de boca sobre la misma. -Ay!.- exclamó apenas.
-Está bien si es lo que quiere.- dijo Victoria comentando posándose ebria sobre los hombros de Gésus.
-Es eso lo que querés?- preguntó Anselmo con la media cara apoyada sobre la mesa, hablando con los ojos cerrados.
-Y ahora qué importa lo que quiera?- bramó Colifa.- Ya estás en la carrera y mucha gente se sumó a tus pasos.
-No sé si la gente sigue mis pasos, o tan sólo está tras las huellas.
-No hay diferencia... ese no sería tu problema. Sería de ellos en todo caso.- tosió desde adentro Victoria.
-Sí que la hay!- la paró en seco.
-Victoria está hablando al pedo.- comenzó a cantar desafinadamente borracho Anselmo con su media cara aún deslomada sobre la madera mientras que sus manos levantadas bailaban con los índices erectos cual batutas. Victoria incendió a Anselmo con la mirada primero y después buscó apoyo en los ojos de Colifa que descorchaba otra botella mirando para otro lado.
-No estoy hablando al pedo.- con la palma de su mano alcohólica le pegó en la espalda a Anselmo.- Estoy preocupada, nada más.
-Per qué?- preguntó Gésus sonriendo tomándola de la mano. Victoria volvió a buscar apoyo en la mirada de Colifa que servía otra ronda de champagne la cual fue bebida sin brindis previo.
-Ella tiene miedo de que algo malo te pase.
-De eso!
-Nunca dejaríamos que eso pase, más champagne!- gritó Anselmo golpeando la mesa con la rodilla mientras erectaba su espalda para ponerse derecho. La mesa se tambaleó. Cuatro copas más dieron inicio a una nueva ronda y a culminar con esa botella y empezar con otra.
-Qué... qué vas a hacer vos?- preguntó Victoria casi de un grito enojada y temerosa del futuro que ella creaba y creía.
-Dar mi vida si es necesario- bramó Anselmo poniéndose de pie frente a los ojos de Victoria que inquisidores lo miraban.
-Por favor!- le dijo.- Vos solamente cuidás tu culo.- Anselmo lo miró a Gésus y éste le devolvió la mirada y una sonrisa.
-Mierda.- bramó de nuevo pegándole un sopapo a Gésus que aún sonreía. Gésus se tomó del cachete y la miró a Victoria.
-La terminé ligando yo viste!- Victoria sonrió y Colifa se cagaba de la risa.- Quedate tranquila mujer- le dijo acercándola de la mano.- Saben qué es lo peor que me puede pasar?
-Que te maten idiota- dijo Victoria echándose hecha bolita llorante sobre Gésus que la recibía con una sonrisa sobre su falda y un montón de caricias entre sus manos.
-Qué ganes!- dijo Colifa bebiendo una copa más.
-Casarte.- aseguró Anselmo. Victoria dejó de llorar súbitamente y se sumó a los otros dos que lo miraban a Anselmo sorprendidos.
-Sí!- dijo Gésus poniéndose de pie y ay fue lo que dijo Victoria al caer al piso.- No cabe duda.- Victoria se sentó insegura sobre la silla, tambaleándose, apoyó los dos antebrazos sobre la mesa y allí apoyó su cabecita loca.
-Te van a matar o algo así, yo digo que desistas.- Gésus la miró preocupado, nunca en toda su vida había sentido esa falta de apoyo de Victoria. Anselmo se le acercó a Victoria silencioso.
-Por qué decís eso?
-Porque es lo que va a pasar.
-No tiene por qué- aseguró Gésus.
-Sí claro.- dijo ella. Colifa estaba callado sirvió otra copa más la bebió y dijo.
-Mirá, de ésto justamente queríamos hablarte...- el estado alcohólico estaba en su apogeo. -... estamos preocupados con Victoria, por qué pensamos que... que... Cómo era Vic?- Victoria lo miró enojada.
-No es para tanto y más si es lo que él quiere. Por qué no?. Cuántos hombres han muerto sin cumplir sus ideas?.- Anselmo silenció como esperando respuesta- Casi todos- prosiguió sin dar ni tiempo a contestar.- él tiene una única oportunidad en toda su vida, déjenlo tratar y apóyenlo caramba, para eso estamos acá, o no? o por qué creen entonces que estamos acá?
-Por la República- brindó en alto Gésus.
Las risotadas comenzaron a bajar desde la colina de sus labios como celtas en plena guerra hasta la mesa. Anselmo riendo redundó.
-Por qué estamos acá?
-Por el presidente.- dijo Colifa que ya no podía más de la risa.
-Por qué estamos acá, jua, jua, jua!- reía cómo loco Anselmo.
-Por Gésus Acrata Kalón.
-No. Porque queremos.- Terminó de decir Anselmo en un grito agarrándose el estómago de la risa echándose hacia atrás cayendo con silla y todo. Gésus se abalanzó donándole un abrazo grande y fuerte. Reían como niños a carcajada limpia. Victoria levantó apenas la cabeza y lo vio a Gésus riendo hasta las lágrimas abrazado de Anselmo en el piso. Se sintió un poco avergonzada con respecto a sus sentimientos sobre ese amigo que Colifa, Gésus y desde ahora, también ella, compartían. Victoria también comenzó a reír. Colifa subió a la tarima donde los músicos de jazz siempre algún algo interpretaban. Comenzó a marcar un ritmo en la batería, Victoria se acercó donde Colifa y al éste guiñarle el ojo, ella comenzó con el bajo a parafrasear un algo inventado. Anselmo y Gésus se miraron cálidamente a los ojos.
-Gracias- dijo uno.
-Vamos allá- dijo el otro ignorándolo. Anselmo tomó el saxo y Gésus desde atrás del piano sonrió recordando viejas épocas.