miércoles, marzo 21, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 8va entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

XIII

Entró en la casa como alma que lleva el demonio preguntándose de quién sería el auto que estaba estacionado frente a la puerta, subió por la escalera dejando detrás una estela de su propia imagen, se metió en su cuarto y se mudó las ropas por algo más de entrecasa, buscó la agenda y otro par de cosillas más, resopló con cansancio y preocupación. El auto allí afuera le parecía conocido, creía haberlo visto anteriormente, pero dónde era la pregunta. Aún seguía pensando en Fernando, estaba segura que algo feo le había pasado, lo de aquella mañana, esa asfixia previa a esa paz de muerte, algo estaba sucediendo y en realidad parecía ser que ese algo era gigante, o bien, que a ese algo un montón de algos de digna magnitud lo conformaban. Fuese lo que fuese olía mal y eso le causaba un tremendo temor que le carcomía los huesos. Salió de su habitación y una rápida sombra en la puerta del cuarto de su madre la detuvo de un susto.
-Doctor, qué hace acá?- el doctor levantó la cabeza e irguió todo su cuerpo adquiriendo una postura de que aquí no ha pasado nada, la miró desde arriba y de lejos.
-Caramba que sorpresa, casi me asustás. Cómo está la chiquilla predilecta de los Llorente?
-Hasta las pelotas estoy, me tienen harta... todos. Qué hace aquí?
-Pasaba a ver a tu madre.
-Tiene algo?
-Qué esperanza! Creo que ella nos va a enterrar a todos.
-Que sea así por ahora... venga conmigo- se acercó hasta el doctor y le jaló del brazo.
-No puedo chiquilla tengo pacientes que atender.
-Con toda la plata que nos saca con sus consultitas podría haber dejado de trabajar ya hace rato. Venga conmigo de una vez.- las uñas de Lucero se clavaron amenazantes sobre el antebrazo del Doctor que trataba de negarse inútilmente.
-Bueno, te sigo pero por lo menos contame que está pasando.
-Por Dios! ojalá supiese... Apúrese!- Lucero le tiró del brazo y al doctor no le quedó otra que dejarse llevar a la rastra.
-Por qué el apuro?
-Tal vez lo necesite, no yo... si no más bien tal vez Fernando.
-Qué le pasa?
-Algo feo.- Las palabras de Lucero a pesar de carecer de todo tipo de sentido, se denotaban fuertes, convencidas y confiadas de lo que decían.
-Bueno- dijo entonces- vamos... Pero si te voy a ser falta como médico voy a necesitar mi maletín.
-En dónde está?
-Arriba, frente a la puerta de la habitación de tu madre.
-Voy a buscarlo.
-No- la detuvo bruscamente- mejor voy yo, vos esperame en el auto.
-Bueno- Lucero bajó los escalones que quedaban por bajar y se fue a esperar afuera. El doctor tomó el su maletín y el corazón se le hizo un nudo cuando la puerta de la habitación se abrió de un tirón. Allí estaba Malicia, parecía tal vez más vieja pero con un ímpetu que para qué te cuento. Malicia lo miró fijo desde lo más alto de sus ojos, él parecía estar arrodillado frente a ella que bramó en un resoplo.
-Si alguien sabe que me estoy muriendo entonces sí te voy a llevar a la tumba.- hasta el último pelo le tembló de miedo al doctor.
-No te haría eso Malicia, jamás te haría eso, nunca lo haría...
La puerta de la habitación se cerró en su nariz. Se incorporó pensando y penando el presente de Malicia, el futuro de ella no le preocupaba, moriría, como todos como todo, moriría; por más que la muerte de ella no era algo que él pudiese explicar pese a todos sus años de estudio y práctica de la medicina, ella inexorablemente moriría bajo el peor de los dolores; pero la sabía fuerte, sabía que antes de demostrar dolor o cualquier otra cosa ella jamás pediría clemencia, ella jamás rogaría ni se arrastraría frente a alguien.
-Está bien doctor?
-Esa pregunta es mi trabajo chiquilla- le dijo dulce y tristemente cuando se encontraron allí en la puerta de entrada de la casa.
-Vamos en mi auto- dijo ella.
-Mejor en el mío- ambos se subieron en el auto del doctor y Lucero le mostró el camino a seguir. El viaje duró lo suficiente como para que cada uno, doctor y Lucero, viajasen introspectivamente y ni siquiera se mirasen. Lucero notó que el doctor comenzaba a mostrarse tenso a medida que se adentraban al barrio bajo donde Esperanza compartía morada con su amado Elbéstides.
-Estás segura que es por acá dónde está Fernando?
-Sí.- dijo ella secamente. Una suerte de impaciencia le subía por las piernas y se desprendía de su cuerpo en cada tronada de falanges con falanginas.
-Ahí es.- dijo apurada mientras señalaba una casa prefabricada y bajaba del auto en movimiento. El auto frenó en seco y el doctor se asomó por la ventanilla sacando medio cuerpo afuera golpeándose la sien con el índice.
-Estás loca vos? Qué querés; que te termine atendiendo también?-
Lucero ni atención le prestó y siguió presurosa en su carrera, sin esperar echó la puerta abajo y lo vio a Fernando tirado en el piso boca abajo, inmóvil.
-Fernando!- gritó abalanzándose sobre él, el doctor escuchó el grito y comenzó a correr desde el auto hasta la casa, Elbéstides salió del baño tambaleándose, vio a la mujer sobre Fernando y que por la puerta entraba un alguien corriendo, atinó a estirar la mano pero con tal peludo no es fácil mantenerse en pie. Cayó de boca al piso haciendo ruido.
-Asesino- gritó Lucero que se abalanzó sobre la figura de Elbéstides que tendido en el piso descansaba la mona que se había agarrado brindis tras brindis. Lucero se le había montado en la espalda y mientras, a los gritos lloraba. Con los puños cerrados le daba en la cabeza, en la espalda o donde fuese que los golpes cayesen.
-Asesino, hijo de puta!- el doctor ya estaba sobre Fernando, lo puso boca arriba y tan sólo al sentir su turbio aliento, las cosas le iban quedando claras. Se acercó hasta Lucero que aún cabalgaba sobre Elbéstides, el doctor le proporcionó un sopapo para volverla a la realidad, el cual, ella devolvió a puño cerrado en medio del ojo derecho dejándoselo, más tarde, en compota. Cayó de culo.
-Mi hermano está muerto- lloró gritando al cielo.
-Muerto del pedo que tiene encima- Lucero quedó callada viendo el cementerio de botellas de vino fino tinto que los rodeaba.
-Habrán chupado todo ésto?- dijo entonces sorprendida señalando.
-Por dios espero que no.
-Pero... Qué está pasando acá osote?- le dijo a Elbéstides Esperanza que parada en la puerta aún no abría los ojos pegoteados a fuerza de noni.
-Esperanza- dijo Lucero.
-Lucero- dijo Esperanza, el doctor se tomaba el ojo e iba hacia la heladera a buscar algún pedazo de carne para cubrirse el moretón, Esperanza y Lucero se miraban una a otra sorprendidas.
-Niña Lucero usted también acá? Qué han hecho en mi casa?
-No sé, acabo de llegar; vine con el doctor.
-Hola doctor Cipriano.
-Si... como para holas y Ciprianos estoy, hay algún pedazo de carne?
-Quiere un bife?
-Ya me dieron... gracias- dijo mientras encontraba las bolsas repletas que Fernando había llevado más temprano.
-Y a éstos que les pasa?
-Según el doctor tienen un peludo de la ostia madre!
-Así es- asintió el doctor mientras se posaba en una silla y miraba hacia arriba metiéndose la lonja de carne sobre el ojo.
-En serio se llama Cipriano?- preguntó Lucero
-Claro, cómo pensáste que me llamaba?
-Doctor...
-Qué?- preguntó el doctor entre quejido y quejido
-Yo pensé que se llamaba doctor- Esperanza rió despacito, se acercó a Lucero y la ayudó a ponerse de pie. Se abrazaron fuerte y a Esperanza unas lágrimas le rodaron desde la conjuntiva hasta la profundidad de su boca.
-Qué te pasa?
-Esa es pregunta de mi profesión chiquilla- dijo entonces Cipriano poniéndose de pie- Qué moquete me diste hija!.
-Perdón.
-No es nada. Qué pasa con vos Esperanza?
-No sé... me pica la espalda.
-Para mí es de los nervios- gritó entonces Fernando que se había sentado para gritar su grito levantando su mano y su índice y al terminar caer de nuevo con todo su cuerpo al piso.
Lucero, Esperanza y Cipriano lo miraron como se ve pasar el tiempo.
-A ver...
-Nafie va a vfer a'i ezpozz... zzz- trató de decir Elbéstides antes de caer de nuevo en el sopor etílico y empezar a roncar.
-Creo que tu marido tiene problemas respiratorios.
-Siempre ronca cuando tiene lindos sueños.- comentó enamorada.
Lucero puso a hacer café mientras Esperanza y el doctor se acomodaban. Ella se sentó en la mesita ratona dándole la espalda a todos. Cipriano se acercó una silla y se sentó detrás de ella.
-Necesitaría una luz más fuerte.
-Se la alcanzo.- dijo Lucero que ya había concluido con su menester. Tomó un velador, lo acercó y lo posó sobre la mesita.
-Me alcanzás el maletín querida por favor...- Lucero se dio media vuelta, giró otro cuarto, volvió medio giro, y concluyó en la vuelta entera.
-Dónde está?
-Con el revuelo que hubo en cualquier lado.
-Lo voy a buscar al auto.- Lucero salió casi a las corridas y volvió igual de apurada con el maletín en su mano.
-Lo encontraste... Dónde estaba?
-Tiene importancia?
-No mucha.- Lucero se lo quedó mirando de frente, le puso el maletín sobre sus piernas y con dos dedos le sacudió el bucito de jogging gris Esperanza.
-Caramba... ésto es raro- opinó entonces.
-Por qué?
-Qué más te pasa?
-A qué se refiere?
-Tenés fiebre, cansancio, algún problema... cualquier cosa.
-Realmente tan solo me pica la espalda, mi oso me dijo que era como una ronchita y el niño, que por dios cómo y cuánto bebe, dijo que podía ser nervioso.
-Por qué? Sucedió algo?
-Sí.
-Con él- señaló desconfiado el doctor a la pobre bestia tendida.
-No... Mi amor. Mi oso. El no tuvo nada que ver pobrecito, está bien que casi lo ahorca al niño frente a mi nariz, pero...
-Qué?!?!?- interrumpió Lucero de un grito.
-Hoy a la mañana casi lo asfixia, pero lo hizo de bruto que es nada más.
-Ah sí, claro! Lo hizo sin querer.
-Lucero. Fernando está bien; por qué no ordenás un poquito la casa mientras yo terminó de revisarla bien a Esperanza... podrá ser?- Lucero juntó los hombros, mientras Esperanza se ponía de pie y se acomodaba el buzo, el doctor tomaba posesión de sus cosas y al rato seguía a su paciente hacia la habitación.
-Qué fue entonces lo que pasó?- preguntó el doctor entrando al cuarto después de Esperanza, por supuesto.
-Todo empezó a pasar desde... creo que ayer, hasta hoy cuando llegué a la mañana a la casa de los Llorente.- La puerta la cerró el mismo doctor y ya nada más se escuchó de la conversación. Lucero quedó silenciosa por un segundo. Recordó el griterío de la mañana después del desayuno y antes de ir a lo de Anselmo, un amigo colorido que ella frecuentaba. Y a decir verdad ella también era frecuentada por él. Comenzó a levantar las botellas y a sacarlas fuera de la casa, pasó un trapo por el piso y sonrió al verlo a Fernando. Trató de mover a Elbéstides pero se dio cuenta que era imposible. Se acercó a Fernando lo tomó por los hombros y lo acomodó sobre Elbéstides; llenó un balde con agua y se los tiró encima. Ninguno reaccionó. Repitió tal proeza.
La puerta de la habitación se abrió y el doctor salió pensativo.
-Voy a volver en cuatro días, que no tome remedios, comida sana, vida sana y sobre todo la menor cantidad de nervios posible.
-No creo que sea problema.
-Vengo en cuatro días.- redundó preocupado.
-Me puede decir que tiene.
-No... pero no porque no quiera, si no, que realmente no tengo idea que es lo que le pasa... hasta puede ser nervioso, vamos a ver como evoluciona. Mientras tanto le di un calmante. Es muy chica esa niña para las cosas que sufrió el día de hoy. Dejala descansar.- Lucero olía que algo no andaba bien.
-Cuánto le debo?
-No nada, nada... con lo que le cobro a tu madre podría vivir sin trabajar. No te preocupes por eso.- la tibia mano del doctor le acarició la cabeza como padre que acaricia a su niña, Lucero violentamente le rehuyó.
Ella lo miró desconcertada y él pidió algo así como una disculpa.
Ella no la aceptó pero a cambio disculpó su accionar con una mirada y una sonrisa. Sonrió complacido. Lucero se puso de pie y acompañó al doctor hasta la puerta.
-Ya es casi de noche.
-Sí- le dijo ella dándose calor en las manos con su propio aliento.
-Tené cuidado, parece un feo barrio.
-No se preocupe, tengo dos borrachos y una enferma.- Lucero lo besó en la mejilla.- Gracias- le dijo, y él, sonriendo y acariciándose el cachete se subió en su auto y se fue.
Lucero volvió en sus pasos y tras de sí cerró la puerta donde apoyó toda su espalda. Resopló mirando al cielo raso y sonrió grande y lindo pensando en Anselmo.

XIV

Victoria entró al bar sonriendo. Colifa desde el otro lado de la barra ya abría los brazos para acogerla allí dentro.
-Cómo estás princesita?
-Así. Vos?
-Asá- contestó sonriendo.
-Puedo hablar con vos un minuto?
-Jorge- gritó- quedate a cargo...- Jorge se acercó y se puso el delantal más grande. Victoria y Colifa pasaron para la oficina. -Qué carita mujer!
-Y es peor como me siento...
-Qué pasa?
-Tengo miedo...
-De qué?- los ojos de Victoria enrojecieron al llenarse de lágrimas.
-Lo van a matar.
-Por qué decís semejante cosa?
-Vos no sos ningún pelotudo Colifa, está todo raro... no te diste cuenta acaso?
-Cómo no va a estar todo raro si esa bestia, con la cual vivís hace más de diez años, ahora encabeza las encuestas.
-Qué querés decir?
-Que obviamente todo es raro, primero no entiendo cómo es que el resto del planeta todavía no puso el grito en el cielo.
-No va a tardar mucho en pasar eso.
-Sí... Pero cuándo? Estamos a un paso de las elecciones.
-Además, ya desde hoy a la mañana que las cosas cambiaron apenas, pero raramente.
-Hasta hoy a la mañana!, ojo que ésto es súper secreto.- cambió el tono de voz- Como decía: hasta hoy a la mañana el senado estaba pensando en darle el piróscafo a Talmarital.
-Lo sé- Victoria se sorprendió
-Cómo es que lo sabés?- Colifa se sorprendió. También.
-Se dice el pecado no el pecador.- respondió Colifa mientras se ponía de pie y se acercaba a un frigobar, tomaba una manzana, la cortaba en un par de rebanadas y las ponía en un platito.
-Vos también estás preocupado.- aseguró Victoria.
-No lo estoy.
-Sí lo estás.
-No lo estoy.
-Sí lo estás.
-No, no, no y no.
-Cómo quieras. Si querés mentirte es asunto tuyo.- Colifa se la quedó viendo de frente, manteniendo esa mirada que sólo se mantiene durante toda una partida de póquer.
-Cuál es tu miedo entonces Vic?- Victoria levantó el pulgar, erectó su índice hacia Colifa apuntándole, flexionó levemente el pulgar y rompió a llorar para sus adentros.
-Nada de lo que yo pueda hacer o decir te va a sacar la pena no?
-Creo que nada de lo que nadie haga me va a sacar esta pena así cómo vos la llamás.
-Por qué? Vos cómo la llamarías?
-Fobia, sister, fobia.
-No estarás exagerando?
-En qué planeta vivís?
-No sé, por?
-Pensalo bien. Qué maneja al mundo?
-Las conchas y la plata. Tomás algo?
-Lo que quieras.- Colifa apretó un botón de su intercomunicador y pidió dos algos a la barra de adelante, al rato, un muchacho vestido de mozo entró a la oficina con una bandeja con dos vasos con distintos contenidos y un platito con scons.
-Cuántos con!- exclamó Victoria.
-Scons señora- respondió el mozo.
-Como sea- apuró Colifa sacudiendo la mano de adentro hacia afuera, el chico comprendió la seña y comenzó su retirada, al casi llegar a la puerta, Colifa lo detuvo con su labia- Haceme un favor, abrile a Nosferatu- el chico asintió con la cabeza, estiró la mano izquierda, giró una manecilla escondida en la pared y en la misma una puerta secreta se abrió y desde las sombras el murciélago lisiado salió soñoliento.
-Güen día Nosferatu!- dijo Victoria saludando al murciélago, lo acogió entre sus manos, lo besó en la boca con la nariz al estilo esquimal, y el murciélago luchó un poquitín antes de caer en la tentación amén y dejarse mimosear por esta hermosa mujer nominada Victoria. Lo dejó después de un rato cerca de la manzana cortada a fuerza de cuchillo. El chico se retiró al ver que ya allí dentro, era prescindible.
-Está mucho más grande que la última vez que lo vi.
-Es que está creciendo. No es así Nosfe- El murciélago se puso de pie sobre sus patas traseras y cayó torpemente de cara a la tabla de madera. Colifa con el índice le acarició la cabeza y con la otra mano le acercó un gajo de manzana a la boca el cual fue devorado con harto placer por Nosferatu, el murciélago lisiado.
-En qué estábamos?- preguntó Colifa.
-Me olvidé.- contestó Victoria mientras ponía cara de hacer memoria.
-Querés tomar otra cosa?
-Bueno- dijo Victoria que seguía tratando de recordar eso último que estaban hablando. Colifa abrió el primer cajón de su escritorio y sacó un par de gramos de cocaína. Armó cuatro líneas paralelas y simétricas sobre un espejo, sacó su inhalador preferido y tomó dos rayas de cocaína. Se lo acercó a Victoria y tomó las otras dos rayas. De ambas narices dos hilos de sangre escapaban.
-Puta qué es buena!- exclamó Victoria.
-Cómo sea!- dijo él sonriendo. Un silencio los cubrió como un cálido manto.- Con lo que me cuesta tiene que ser buena!
-De eso hablábamos!- estalló de felicidad Victoria al por azar recordar de qué corno hablaban.
-De qué?- preguntó extrañado Colifa que se había quedado sonriendo con la vista perdida en Nosferatu que seguía comiendo manzana del platito.
-Yo te pregunté..." Qué maneja al mundo? "... Vos respondiste: ..." Las conchas y la plata"... y eso es lo que me preocupa.
-Las conchas?
-No te hagas el boludo, sabés cómo se maneja el mundo desde que es mundo. Más ahora, en estas épocas cualquier desequilibrio económico en cualquier país, por más tercer mundista que sea, descalabra las bolsas de casi la mitad del planeta.
-Sí y con eso qué?
-Cómo que con eso qué? No puedo creer que no te des cuenta, no estamos hablando de algún problema económico; estoy hablando que en la República ya no va a servir de nada la plata. Vos te pensás que eso no va a descalabrar la economía mundial?
-No sabés si Gésus tiene algún plan?
-No me jodas boludo...
-Qué boquita que está teniendo ésta fermosa dama!
-Perdón, cuando tomo me altero.
-Entonces si no sabés tomar no tomés- Colifa clavó su mirada inquisidora sobre los ojos de Victoria.
-En serio perdoname- contestó entonces después de un silencio.
-No hay problema, en general le pasa a la mayoría.
-Lo sé.- otro silencio los cubrió.
-Volviendo...- exhaló aire y palabras.
-Sí... creo que ésto no va a terminar como todos pensamos, no creo que la Organización Mundial de Naciones, y ni siquiera la Banca Terrícola dejen hacer ésto que hasta parece querer la República.
-Y qué harían?? Invadir??? Por favor Victoria!
-Sabés que yo estoy más cerca de la realidad que vos.- Colifa miró fijamente a su murciélago y éste le devolvió la mirada.
-Puede que tengas razón. Y que querés que haga yo?
-Quiero que le digas a Gésus que se retire- tembló su voz.. Colifa se puso de pie golpeando duramente la mesa.
-Vos estás completamente loca, mishigene, crazy, fou...
-Por favor Colifato, sabés que nunca te pido favores.
-Sabés bien que la amistad que tenemos Gésus, Anselmo y yo, se basa justamente en uno de estos pilares, nunca se hará una miscelánea entre el trabajo de alguno con la amistad de los otros.
-Por favor! cómo si vos no supieses que si Anselmo tiene que matar a cualquiera de ustedes dos, no lo haría.
-Creo que estás hablando boludeces- castigó con voz ronca y de culo- Nunca te cayó bien Anselmo.
-Es verdad y con eso qué?
-Anselmo daría la vida y los zapatos por cualquiera de sus amigos.
-Sí claro...- irónica.
-Me hacés enojar. No podés ser tan pero tan pelotuda.- Victoria denotó fastidio en su rostro.
-Bueno. Tal vez me equivoco, pero entendeme tengo miedo que le pase algo a Gésus y después todos lo lamentemos.
-Si eso tiene que pasar. Qué pase entonces! Jamás me vuelvas a pedir en toda tu vida que interfiera con un amigo mío, entre los amigos además de apoyo tiene que haber libertad y eso lo sabés bien.
-Sí, pero...- dijo confundida.
-Pero nada la puta madre! Hacelo vos.
-No puedo- rompió a llorar entonces.
-Por qué mierda no podés? hace diez años que estás con él, quién mejor que el amor para destruir el sueño de un hombre!- Victoria quedó llorando con la cara oculta entre sus manos apoyadas en sus rodillas repitiendo ..." no puedo, no puedo"... Colifa se acercó a ella y desde un par de centímetros más allá y desde arriba la miraba con el alma anudada. Nosferatu comió su última porción y se acercó a Victoria... se dejó caer desde el vano de la mesa hasta su linda cabellera donde de un cabello se deslizo hasta los ojos de ella y con lengüita murciélago bebía sus lágrimas.
-Vamos Vic. También para Nosferatu va a ser difícil pero vienen tiempos de tormenta. No está tan sólo en nuestras manos.- Victoria tomó a Nosferatu entre sus manos y comenzó a acariciarlo con todo amor y cariño.
-Perdón, perdóname, estoy desesperada en serio.
-Me doy cuenta, nunca te había visto así en toda mi vida.
-Es que estoy al borde.
-Lo sé.
-Sabés por qué no me animo a decirle yo?
-Por qué creés en él!
-Desde el principio hasta el fin.
-Y sabés por qué estoy así entonces?
-Por qué creés en él!- sonrieron.
-Desde el principio hasta el fin.
-Creo que vamos a tener que hablar de ésto con él.- Victoria tan sólo lo miró. Nosferatu estornudó.