domingo, marzo 25, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 12ava entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

XXI

-Tal vez la República con sus habitantes estén preparados para una Anarquía, pero Doctor... usted debe entender que el mundo no está preparado para semejante cosa.- dijo el vocero de la O.M.N.. Talmarital intercambió miradas con su secretario.
-Sigo sin entender cuál es el problema...- concluyó al fin.
-Economía, nada más que la economía. El Dios desde el siglo primero.
-Y qué quiere que hagamos con respecto a eso?, nosotros, la República, no vamos a solucionar el mal económico mundial, pero sí podemos resolver nuestros propios problemas económicos. Esto que hacen ustedes es un acto antidemocrático.
-Iluso- golpeó el vocero la mesa.- claro que es antidemocrático, cada una de las ínfimas partes que predominan en el mundo son "democráticas", pero su conjunto está manejado tan sólo por nosotros.
-Es problema suyo, hagan lo que quieran, yo renuncio.- Talmarital se puso de pie y se encaminó hacia la sala de conferencias.
-Espere- trató de detenerlo el vocero- es mejor que se detengan ahora antes que todo empiece o...- Talmarital se detuvo y giró sobre sus talones.
-O qué?- dijo con los ojos en llamas- Nos van a invadir!?- bramó.
-Sí!- contestó vergonzante el vocero escondiendo la mirada en sus pies.
-Mire cómo tiemblo.- Talmarital se dio media vuelta y se retiró al fin hacia la sala de conferencia seguido por su secretario. Se escucharon los insultos del vocero en su oficina.
-Estás seguro de lo que estás haciendo?
-Qué otra nos queda, dar la razón de nuevo! Ni muerto!- exclamó enojado.
-Todo ésto tiene que ver con ese Gustavo, no es así?
-Miralo por dónde quieras... esto, es mucho más personal de lo que cualquiera se imagina.- Talmarital entró en la sala de conferencias donde muchos periodistas esperaban.
Dos golpes sonaron en la puerta del vocero. El vocero se puso de pie, nervioso se acercó a la puerta y la abrió de par en par.
-Señor Llorente que sorpresa tenerlo por acá.- Gustavo le sonrió cortésmente.
-Qué es lo que está pasando? Es una vergüenza, una verdadera vergüenza!- exclamó.
-Usted debería entender y estar de acuerdo con nosotros.
-Yo estoy con los negocios y en mi tierra eso es lo que va a faltar si no los dejan elegir que es lo que quieren, o desean una guerra civil acaso ustedes... eso es lo que parece que desean.- la conversación pasaba a otra categoría un tanto más fuerte.
-Si dejamos que la anarquía sea la forma de gobierno de la República ahí sí van a tener una guerra civil y entonces van a lamentar el que no hayamos intervenido.- a Gustavo se le iluminó el rostro de felicidad.
-Hasta usted reconoce que están equivocados.
-No lo estamos.
-Sí lo están, pero tan sólo por un detalle.
-A ver cuál señor sabelotodo.- Gustavo se acercó a la silla detrás del escritorio del vocero, se sentó tirando el respaldo hacia atrás y puso los talones de sus pies sobre el escritorio.
-Fuma?
-No- contestó el vocero mientras Gustavo sacaba un cigarrillo del bolsillo y se lo metía en la boca lentamente.- En qué nos estamos equivocando?- apuró nervioso. Gustavo prendía el cigarrillo y lo pitaba con harto placer.
-En la imagen...
-En la imagen?
-No se da cuenta por Dios! - exclamó Gustavo- o tal vez no quiera darse cuenta...- susurró entonces.
-De qué Llorente no nos damos cuenta. De qué?
-Que ustedes supuestamente son los buenos y de ésta forma están quedando como lo que son.
-Por qué?
-Se sabe que ustedes dirigen el mundo, pero se entiende que ustedes lo dirigen porque los países así lo quieren y nosotros dos sabemos que no es así, sabemos...
-Qué recomienda entonces?- sorprendido.
-Que den un paso al costado.
-No podemos hacerlo.
-Sí que pueden. Pidan una solución o inventen una forma de no romper la economía mundial y que la República viva feliz en su anarquía. Va a ser cuestión de días para que todo sea un quilombo y allí ustedes entran, reestructuran, ayudan a los habitantes y así son héroes, no déspotas, además lleva el plus que nadie más lo va a querer hacer. A quién se le ocurrió ésta idea, por Dios!?- el vocero se quedó anonadado.
-No entiendo por qué usted está haciendo esto.
-Qué cosa?
-Soluciones políticas, apoyo a la anarquía de su mismo país... no entiendo en qué sale ganando.
-Por favor, ustedes como organización mundial, comercian con las empresas de mi madre. Todo el tiempo. Acaso piensan que a mi negocio le conviene que ustedes sean los malos?- el otro se lo quedó mirando- Cuánto sacaron el año pasado ustedes de incentivos con los negocios que hicimos?
-Bastante.
-Más la prima que siempre es jugosa.- el vocero quedó con sus dos manos rezando una muda plegaria, mirándolo, analizando. Gustavo pitó su cigarrillo.
-Ya es tarde- igualmente reflexionó el vocero- ya le dijimos a Talmarital que erramos inflexibles y ya está dando su renuncia al mundo.
-Qué renuncie entonces!- el vocero se lo quedó mirando.- A quién le importa que renuncie?, usted no vio lo que sucedió ayer en la República?
-Para no verlo, desde que ese tipo cayó en manos de un periodista de baja estirpe...
-Vamos, vamos... era uno de los periodistas más reconocidos de la República- dijo Gustavo.
-No... estaba mal. Un buen periodista no debería perder la calma de esa forma o usted qué se piensa... cuál cree que fue el motivo que llevó a ese Acrata Kalón a tener tanta popularidad...
-Sí, es cierto... en verdad que ese periodista le dio una gran mano; lástima que ya nadie lo respete en su medio.- sonrisa triunfal.
-Un periodista que pierde la calma pierde con ella la confiabilidad de la gente también.
-Ni que lo diga.- el humo del cigarrillo ascendía y desaparecía.
-Entonces... cuáles serían los pasos a seguir?
-Si a todos en la República se les da por renunciar, se interviene el país mediante sus fuerzas pacíficas.
-Armadas?
-Como siempre hasta los dientes, claro está... se llama a elecciones, gana el partido Anarquista o bien, hasta tal vez, ni haga falta llamar a elecciones sino que simplemente, debido a la demostración de ayer se declara la Anarquía automáticamente.
-Cómo?
-Todo el pueblo va a estar de acuerdo y eso facilitaría el trabajo.- susurró pensativo.
-Por qué?
-Es más fácil planear con una mula que con usted...- se enojó Gustavo.- Si no hay elecciones, dentro de un par de meses cuando todo sea el quilombo que se espera, se declara al gobierno como ilegal. Se interviene, se llama a elecciones y como todo es un caos, la gente va a tener que necesitar... qué digo necesitar! Va a rogar por un cambio de gobierno y allí se pone, como siempre, el que a ustedes más le sirva.- Gustavo pitó su cigarrillo sonriendo poderoso.
-Y si la gente no reacciona así y hasta mismo se organiza y se da cuenta que se puede vivir sin ningún poder que la maneje?
-Pero por favor! No sea iluso! Rebaños somos, el hombre es un animal de costumbre, o usted cree que la gente va a tirar más de veinte siglos de sumisión?. No le va ser tan fácil, es innato.
-Hubo pueblos, razas, religiones, mismo países que pudieron cambiar las cosas y disfrutar de los cambios hasta el día de hoy.
-Sí cómo qué? Esclavitud!- dijo enumerando- Ja!- rió en su cara irónicamente- ahora en vez de con látigo se azota con la carencia del dinero... Pueblos? Ja! Acaso sabe cuántos pueblos están siendo dirigidos por personas que metimos a gobernar para nuestro beneficio? Pueblos, ja! Religiones? Las religiones y sus dioses nunca podrán ser oprimidas ya que ellas son las que oprimen. Imagine una sociedad dirigida tan sólo por la religión. No sería buen negocio ni siquiera para Dios!
-Es que usted ve todo como un negocio.
-Estamos donde estamos por los negocios hijo, nada más. Los idealistas deben existir para que los negociantes tengamos más con que comerciar. No hay que ir en contra de los ideales, tan sólo hay que encaminarlos para que sean redituables para uno y no un dolor de huevos. Creo que nos entendemos.
-Y la gente dentro de la República?
-Qué revienten! Ellos eligen eso. Qué se hagan cargo pues de su República! Tarde o temprano la ola los alcanzará y quedarán solo los que tengan que quedar.- el vocero hizo un silencio, caminó alrededor de su silla donde Gustavo estaba sentado plácidamente, mirándolo, disfrutándolo. Aquel vocero por primera vez se sentía poderoso, tenía en sus manos el futuro de la República. Toda una nación se encontraba en la palma de su mano, si la cerraba, todo sería más rápido pero el resultado sería distinto a que si dejase la palma abierta y que las cosas corran. Total si uno sabe que cartas tiene el otro cada mano, sabe que mano ganar, sabe que mano perder y así entonces es más fácil tener para sí el final del juego.
-Puede que tenga razón, mismo si estamos a favor, puede que tal vez la gente crea que esa anarquía es algo que nosotros queremos, tal vez así crean que no les sirva y entonces...- los ojos se le iluminaron- Tendría que consultarlo con...
-Consultarlo? Cobarde!- dijo Gustavo poniéndose de pie- el mundo no está hecho para ser manejado por personas sin cojones! Si va a ser asesino mate en una guerra o con una placa colgando del pecho. Nunca de otra manera!- Gustavo apagó su cigarrillo y se fue caminando rápido. El vocero se dejó caer sobre la silla y su mirada de lleno miraba el intercomunicador con una veta de miedo y otra más grande aún de inseguridad. Gustavo llegó sonriendo a la sala de conferencias y parapetado casualmente de las cámaras atendía lo que sucedía en la conferencia ofrendada por Talmarital.
-... por ésto entonces que mi renuncia es indeclinable.- dijo al micrófono.
-Cuál espera que sea la reacción de los habitantes en la República?
-No espero ninguna repuesta de mi pueblo, ya que éste ya contestó. A todos les debería constar la fiesta que se vivió ayer en la República, fue un claro repudio contra el mandato de la O.M.N. y un ferviente apoyo, no sólo a mi accionar de mandar todo al cazzo, si no que también a la libertad individual que la República sabe tener.- un parloteo constante subió desde la sala hasta el podio donde Talmarital hablaba. El vocero se habría acercado al escenario con cara de tranquila pacificidad, Talmarital lo miró confundido. El vocero tomó el lugar de Talmarital.
-Señor Talmarital, señores y señoras periodistas de todo el mundo; La O.M.N. ha determinado que tal vez fue muy agresiva y buscó el problema antes que la solución.- un silencio sorpresivo dominaba el campo de batalla.- Tal vez sea posible, rogamos nos presenten el modo económico que elijan seguir. Si lo que la República quiere es una Anarquía, entonces que la tenga. No vivimos acaso en un mundo libre?- sonrió el vocero entonces. Los teléfonos en las oficinas internacionales de noticias volvieron a arder en llamadas.- Señor Talmarital...- dijo mirándolo con ojos de cazador.- Si usted lo desea puede anular su renuncia y seguir con su mandato hasta el día de las elecciones.- invitó cordialmente.
-Mi renuncia es indeclinable y si lo que usted me está diciendo es lo que suena...- hizo una pausa- No necesito de su permiso para renunciar, muchas gracias!- agradeció como todo un caballero agachando la cabeza. Se retiró del podio caminando despacio. El vocero quedó sobre el mismo, recibiendo loas y fotos. El mundo parecía estar de acuerdo con la decisión de la O.M.N., reuniones de libertad se unieron esa misma tarde en cada plaza gubernamental de cada uno de los pueblos, ciudades y naciones del mundo, gentes que tomadas de las manos cantaban los sus himnos nacionales y se emocionaban hasta los huesos. Después de un rato de salutaciones, felicitaciones y demás, el vocero se retiró a su oficina llevando en su espalda todo el peso de esta batalla ganada. Sonrió al encontrar las felicitaciones de los más altos jefes escritas y por cuadriplicado sobre su escritorio. El plan de Llorente no tenía fallas y él sería el héroe; pensó en los beneficios de un puesto más alto y una oficina más grande. Se recostó sobre el respaldo de su silla y posó los sus talones sobre su escritorio. Suspiró soñando diciendo al viento.
-Tal vez este Llorente no sea tan jodido como todos dicen...- el viento a las palabras mata, a los suspiros acalla y a los sueños simplemente se los lleva.

XXII

-Te digo que ya no sirve de nada que sigas dándole plata al partido Malicia, no seas tonta; mandalo al exterior, ya de nada te va a servir tener toda la torta acá adentro.- Malicia quedó viéndola a Elea de frente, con mirada escuala las esmeraldas de sus ojos la miraban.
-Vos te pensás que ésto va a seguir así mucho tiempo?
-Realmente... no sé que pensar.
-Esto se está secando- Elea la miró extrañada a Malicia que hablaba con los ojos cerrados, apretando los párpados con fuerza cosa de ni ver cuales eran las palabras que de su boca escapaban- Ya es todo un revuelo, en la noche van a salir como vampiros a sembrar el terror en las calles. La gente no sabe vivir libre, nunca supo y nunca lo sabrá...
-Qué estás queriendo decir?
-Una está confinada Elea, está confinada a la tierra envuelta por este frágil envase, a este reloj mutable que es el cuerpo... uno nace dependiendo ya de otro, tu madre, mi madre, yo madre... toda persona que llega al mundo necesita de otro que lo guíe para subsistir... y cuando uno ya es autosuficiente muere sin siquiera disfrutarlo.- Malicia con los ojos aún cerrados recostó su cabeza sobre el mullido respaldo del sillón de la sala.
-No hay más servicio doméstico?
-Esperanza no vuelve ni en chiste- dijo Malicia reponiéndose.
-Conozco gente...
-Para gente estoy... No te preocupes por mí...
-Por favor Malicia... Toda tu vida ya desde chiquita tuviste mucamas, mayordomo, chofer, bla, bla, bla...
-Y qué con eso?
-No sabés hacer nada.
-Y para aprender ya es tarde...- susurro.
-Qué?- preguntó Elea distraída.
-Nada, pensaba en voz alta- Malicia jugaba con la nada entre sus dedos.
-Ah... sí, claro- Elea la miraba seriamente, Malicia dejó la nada de entre sus dedos, para mirarla de frente con las esmeraldas que parecían haber perdido su traslucidez opacándose poco a poco...- Por dios Malicia! Qué te está pasando?
- Nada. Por qué?- Elea se le aproximó y con los pulgares le abrió más los ojos echando un poco hacia abajo su párpados inferiores.
-A vos algo te está pasando- dijo entonces sospechando. Malicia sacudió la cabeza sacándose de encima algo más que un par de pulgares y otro par más, pero éste, de ojos que examinaban. Se puso de pie.
-Te dije que no me pasa nada, o te pensás que no te diría algo llegado el caso?- Elea fijó su mirada en la de ella. Los ojos de Malicia parecían no soportar la presión y trataba de ocultar la su mirada que nerviosa se movía de acá para allá.
-Vos sabés que algo está pasando y no es desde hace poco tiempo.
-Y desde cuándo?
-Desde que Gustavo salió del correccional.- pensó en voz baja- Sí más o menos desde aquella época... también murió...
-Sí!- grito Malicia- murió papá Llorente. El señor Llorente!
-Sí, desde esa época más o menos.
-Vos qué te hacés la que me conocés?
-No entiendo porque te la agarrás conmigo ahora.
-Desde que murió él, vos acá ya no venís tan seguido...
-Bueno... ya le dije el otro día a Lucero, la política es un trabajo que pende y depende principalmente del dinero y tu marido nos proveía de esa esencia esencial.
-No sólo de eso...
-Qué decís?
-No me hagas caer en el cliché de desenmascararte y decirte que sé que con él te revolcabas todos los miércoles...- Malicia se volvió a su lugar se acarició el rostro y suspiró. La mirada de Malicia parecía haber vuelto, Elea apenas podía sostener los sus ojos sin que antes caigan de vergüenza..
-Y si lo sabías, por qué no dijiste nunca nada?- susurró.
-Si no se acostaba con vos lo iba a querer a hacer con cualquier otra o peor aún... conmigo! Ya bastante lo tenía que soportar sonriendo falsamente en cada uno de nuestros aniversarios, festejando una unión que ni en un principio tuvo siquiera otra cosa más que conveniencia.
-Cómo fue que tuvieron hijos?- Malicia cayó su boca torpemente. Su mirada había vuelto a secarse.- Cómo fue?- insistió Elea.
-No todos los hijos son de él- dijo casi en un susurro.
-Ay mi Dios!- Elea no sabía que decir, la noticia le llegaba desde el lugar menos sospechado.
-Esperanza.- Elea se dio vuelta con cara de loca pensando que Esperanza volvía a sus quehaceres.
-Qué con Esperanza?- dijo al ver que Esperanza no había vuelto un coño.
-Esperanza es su única y verdadera hija.
-Me cuesta creerlo...- dijo Elea poniéndose de pie- me cuesta creer que Esperanza sea la única descendiente de los Llorente. No me lo imagino a él revolcándose con una mucama.
-Bueno pero aunque cueste... creelo.- dijo Malicia mascando recuerdos.
-Por qué a ella no le quedó nada?
-Y qué, ensuciar nuestro nombre por sexo... tan sólo por sexo?, él se revolcaba con todas, yo... con el que me cayese bien.
-Vos no eras ninguna santa tampoco.
-Nunca una mujer estuvo tan lejos de ser una santa como yo lo estoy querida. Nunca.- Elea se la quedó viendo.
-Por qué nunca me dijiste nada?
-No era el momento. Para qué crear una situación que a fin de cuentas a mi no me convenía. Murió creyendo que sus hijos eran de él, no?. El bien sabía que sus hijos no eran suyos sino míos. El no los quería y a decir verdad... Yo tampoco.
-Y por qué los tuviste entonces?
-Conservación de la especie. Qué más?- dijo Malicia sonriente.- Todo lo que tuviese que ver con estos críos, si no lo hubiésemos manejado así como lo hicimos, hoy día los Llorente, no apareceríamos en la parte de economía, finanzas, política y o sociales dentro de los matutinos más importantes. Si no lo hubiéramos hecho así...
-Desde entonces hasta ahora serían carne fresca de la prensa amarilla.
-Ni que lo digas.
-Siempre traté de hacer lo mejor para todos.- dos miradas dos que cómplices se cruzan, se sonríen, se saludan y quedan pares sin diferencia alguna.
-Tomamos otro té?- Malicia asintió con la cabeza, se puso de pie, se allegó hasta el teléfono y desde allí llamó a la panadería de la esquina.
-Querés algo más para comer?
-No por favor mirá el tamaño de mi panza.- Elea se miró con cariño el vientre henchido y recordó con una lágrima, una historia muerta hace tiempo. Malicia pidió entonces un litro de té a la panadería y volvió a su sillón.
-Ya está.- exclamó triunfal.
-Ay Malicia!- suspiró lastimera- me da no sé qué...
-Qué cosa?
-No te parece ridículo pedir té a la panadería cada vez que tenés ganas de tomar uno?
-Qué pretendés, que me lo haga yo acaso?
-Te voy a conseguir a alguien que venga y haga las cosas por vos.
-Por favor querida- seudo hastiada- con los servicios de delivery, remises, tengo todo levantando tan sólo el tubo del teléfono.
-Conozco a alguien que puede llegar a suplir a Esperanza de tal forma que hasta tal vez te caiga bien y tengas otra amiga...
-Yo amiga de la servidumbre, bastante me cuesta tener esta relación con vos.
-Por eso te digo, no sería malo que conozcas un poco más allá de tu nariz o de la mía.
-No sé- entonó pensativa Malicia a su tono de voz. Sonó el timbre.
-Hay que ir a abrir- dijo Elea mientras recordaba que Esperanza ya no estaba. Malicia renegó con la cabeza meneándola hacia un costado y el otro.
-Tal vez sí me haga falta alguien que haga éstas cosas por mí...- resopló poniéndose de pie yendo hacia la puerta de entrada donde el timbre avisaba. Hasta allí llegó y la abrió.
-Su café señora.- le dijo el pibe de los mandados.
-Yo pedí té.
-Sabrá usted disculpar... pero la panadería de papá es un lío.
-Ordénenla entonces, ustedes qué creen, qué se creen!?- Malicia aventó la puerta sobre la nariz del pibe que allí afuera atento estaba.
-Qué pasó?- preguntó Elea repleta en curiosidad.
-Trajeron café en vez de...
-Fantástico, no tenía tantas ganas de té, tenía ganas de algo pero no sabía de qué. Dame.- dijo entonces saltimbanqui mientras que la pétrea mirada de Malicia la observada.
-Se lo llevó- dijo.
-Cómo se lo llevó?
-Caminando despacito... pero vuelve...
-Con té...
-Claro...
-Bueno, dejá, mejor... me voy a ir, voy a hacer un poco más de esas y otras cosas.
-Ay Elea quedate un rato más!- lastimera.
-Por qué no venís conmigo?
-Es que van a venir de la panadería con el té...- titubeó.
-No puedo creer que inventes una mentira tan boluda... subí, vestite y salimos. Y arreglate bien, mirá que no sé a qué hora volvemos.- Malicia de a pesados pasados pasos, subía los peldaños de la escalera que iba hacia los cuartos. Elea quedó sola en la planta baja esperando que Malicia volviese. Un golpe tronó en algún lugar de la casa.
-Estás bien? -preguntó Elea en dos gritos.
-Claro que sí... por?- preguntó Malicia fingiendo desde el piso.
-Por nada... escuché un golpe nomás...- se preocupó.
-Mirá que zonza.. esperame que ya bajo- una lágrima etérea dolosa caía por la mejilla de Malicia que luchaba para poderse poner de pie. No sentía las piernas. Un hormigueo constante le rodeaba la cintura, parecía sufrir una hiperventilación y un poco de taquicardia. Desmoronada, con las palmas de sus manos apoyadas en el suelo de la habitación, con el filo de sus piernas tiradas como despojos desafilados. Con los ojos en lágrimas silenciosas y su columna, erguida, erecta, orgullosa de no doblegarse y ni siquiera caer. Comenzó a sentir que unos zapatos subían por la escalera, comenzó a escuchar como era que el sonido de los tamangos se venía acercando intercalándose uno con otro, escalón tras escalón, escuchaba. Lloraba invisible y en silencio sintiéndose atrapada por vaya estúpida coincidencia. Los pasos se allegaron hasta la puerta de la habitación. El pomo de la puerta indeciso giraba de un lado para el otro.
-Qué? No puedo salir con cualquier zapato!- dijo Malicia sentada en una silla con cara de nada. Elea la volvió a mirar.- Qué pasa?
-Noto algo diferente en vos Malicia. Me estás escondiendo algo.
-Dejame en paz querés...- Malicia sentada se masajeaba los pies.
-Dímelo Malicia, desahógate.- Elea parecía actriz de novela de las tres.
-Ahogate vos. Imbécil... dejame de joder y comprende que nada fuera de lo común me está pasando.
-Sí claro.
-Desconfías de mí! No voy nada con vos entonces! No puedo caminar por la misma vereda que alguien si ese alguien en mí no confía.
-Por eso te estás quedando sola y no salís nunca.
-Y a quién le importa estar con alguien...
-Todos necesitamos de alguien...- le dijo acercándosele tomándola de una mano y aproximándosela al pecho después de besarla con leve presión. Malicia le cruzó el reverso de su palma izquierda dibujándole así en el rostro una línea oblicuamente perpendicular. Elea cayó al piso de espaldas no tan fuerte pero sí un poco exagerado.
-Cursi.- bramó en un suspiro repleto de asco y otras cosas- no entiendo como pude permitir que te revolcaras con mi esposo que en paz jamás descanse.
-No seas así Malicia- rogaba Elea mientras se ponía de pie refregándose la mejilla golpeada con el reverso de la palma.
-Cursi- bramaba redundando- cómo pude permitirte todos estos años de abuso de mi confianza, mi respeto... al fin sos la misma mierda blanda y pederasta que todos en esta casa; Zurrona débil. Miserable!- ni una palabra escapaba con odio maldito, si no más bien brotaban con un tinte de desprecio por haber perdido el respeto...- me das asco! Mirate.- Le ordenó señalándola con su inquisidor índice, sacando fuerza de ella misma para ponerse de pie en un golpe olvidando así que sus piernas ya no respondían. Elea echada lloraba herida, Malicia de pie se tambaleaba insegura, señalándola. Dio un par de vueltas, hasta que la cogió por las mechas a Elea y la llevó hacia la ventana asomándole casi, medio cuerpo afuera. Elea lloraba raramente.
-Piedad Malicia, piedad!- rogó en un par de llantos, Malicia la despreció abriendo sus manos dejándola caer así, en el filo de la ventana asomada hacia afuera desde la cintura para arriba, al borde del desmayo en un colapso. Malicia se había acercado hasta su placard casi a los saltos. Se sentía como que podía, si quisiese, ir a bailar con Lucero y hasta tal vez compartir algún cliente... un momento... no entendía bien de dónde era que las fuerzas le salían, recién había caído en cuenta. Ya en un par de situaciones se había visto así; acabada, perdida a punto de perderlo todo y en el momento último los dolores intensos cesaban por arte de magia, la sangre parecía fluir por su cuerpo y dar vueltas a lo loco por cada uno de los rincones del cuerpo físico, químico y espiritual. Parecía estar poseída por tan sólo algunos segundos. Terminó de acomodar las ropas de su propio reflejo en el espejo que sonreía al verla tan hermosa, tan deslumbrante. Se acercó a Elea la tomó del cinturón que rodeaba su cintura y con leve atracción la alejó de la ventana. Elea tenía el rostro manchado de rimel cayéndole como sangre negra que chorreaba directamente de su alma herida, la su mirada se había ido a conocer algún lugar intrauterino y los sus labios estaban fríos de asombro pero calentándose de a poco y como de costumbre.
-No me vas a decir que te moriste?- Malicia soltó el cinturón y Elea redondamente cayó callada.- Dale, dale, no te podés morir ahora- Malicia se había acuclillado frente a ella y le daba bofetaditas para que reaccione. Elea tan sólo dejaba que su rostro vaya de acá para allá donde el sopapo mande. El timbre de calle sonó un par de veces. Malicia se asomó a la ventana y vio allí abajo al chico de la panadería de la esquina con otro termo, seguramente relleno de té. Le avisó por la ventana que ya iba y bajó las escaleras previamente haber dejado a Elea dentro de la cama tapada hasta la nariz, descansando un poco bajo la protección del príncipe valium no recetado por algún doctor, si no más bien, recetado por ella misma. Llegó hasta abajo y abrió la puerta con una sonrisa entre sus labios.
-Es el té?
-Sí, como pidió...- dijo medio molesto.-... mire... si no necesita más, yo tengo que seguir haciendo repartos.
-Querés pasar?- dijo Malicia que tenía un extraño tono de voz.
-Realmente señora estoy trabajando... pero igual, gracias!- debido es admitir que el hombrecito tenía un poco de miedo.
-Qué temés? Qué pensás? qué te voy a morder?
-No me llamaría la atención, me gustaría irme... me pagaría por favor?
Malicia sacó de algún lugar mágico un billete de cien con el que acarició las partes desnudas del rostro del hijo menor del dueño de la panadería.
-Te gustaría ganarte toda ésta plata y más también?- el chiquillo temblaba de miedo mientras asentaba con la cabeza. Con la mano firme Malicia lo tomó por las solapas y lo metió dentro de su casa.
-Sacate esos pantalones- le ordenó. El chico dudaba en su accionar y en su mirar.- Sacátelos te digo- el chico se deshizo de los pantalones y los dejó en un costado. Malicia lo miró de arriba abajo; con una seña de su dedo obligó también a que el muchacho se desnude el torso. Sonrió embelesada ante el fornido joven cuerpo de aquel chico.
-Ahora, tocate- el chico empezó a recoger las cosas tiradas en el piso nerviosamente enojado.
-Qué se piensa que soy yo eh!?- bramó infantilmente furioso.
-Un hombrecito que merece mucho dinero y mucho poder!- exclamó Malicia sonriente mientras el chico la miraba en un silencio.- Yo te puedo dar dinero y te puedo dar poder...- dijo seriona.
-A cambio de qué usted me daría todo ésto?- locuaz aprendiz de la vida educado por televisión o cine.
-A cambio que me traigas el loto verde de los Cayantelemos. Es una flor que nace sólo en ésta región.- Malicia hizo un gesto.
-Pero por qué yo?- preguntó el chico con las manos temblorosas, temiendo que lo que Malicia dijese fuera verdad. Malicia echó a reír a carcajada limpia en carcajadas amplias, burlonas y que denigran. Reía, se reía de ese muchacho.
-Andá...- le dijo, aprovechando su inocencia,- Volvé más tarde y traéme a alguien que me haga el servicio doméstico mientras tanto...- Malicia quebró en dos el billete de cien y una mitad se la dio al muchacho.-... cuando vuelvas y si traes lo que te pedí y sos bueno conmigo te doy la otra mitad...- concluyó de decir mientras que con su mano izquierda iba empujando al muchacho hacia la calle sensualmente. Una vez que éste estuvo afuera le cerró la puerta en la cara y del otro lado de la casa sonrió triunfal. Tal vez Elea no estaba tan equivocada con respecto a lo de estar sola. Hablando de ella, se había muerto al final o no?. Realmente poco le importaba. Le llamaron tía toda la vida y nunca se entendió por qué. Un día Elea apareció siendo tía de Gustavo, pasaron los años y todo iba como venía yendo, hasta que Gustavo la mandó al cadalso y ahí pasó a ser la hermana de papá Llorente. Todo ésto, antes del reformatorio claro está. Elea no soportó que Gustavo diese vueltas por todos lados sonriendo después de lo que había dicho de ella y hecho con ella. Elea la convenció a Malicia de que Gustavo fuese a un reformatorio... (De ésto casi nadie está enterado, pero por ésto mismo hay más de un enterrado). Elea deseaba a Gustavo pese a la gran diferencia de edad que existía entre ellos, aún más lo deseaba en aquella época en la cual Elea jugaba con papi Llorente porque Gusi (Gustavo) no le daba ni cinco de bolilla ya que estaba embobado con esa negrita de Esperanza. Ese niño le había despertado la lívido a aquella mujer llamada Elea, claro que cabe aclarar que ella era ninfómana y hasta ahora nadie lo sabía, ni siquiera ella misma.
Malicia se acercó hasta el borde de la cama y Elea estaba apoyada de costado, durmiendo plácidamente. Pensó silenciosa en las posibilidades posibles y casi todas llevaban al escándalo, con un par de corbatas le ató los tobillos y las muñecas a las cabeceras de la cama. Llamó al comité de Diestra Siniestra y avisó por Elea que estas elecciones iban a estar perdidas así que... que descansen hasta nuevo aviso; del otro lado del tubo, una voz se preocupó y hasta quiso no creer la historia que Malicia había casi inventado por completo, cuando terminó su historia, el hombre dudó.
-Usted está dudando de mí, usted no sabe quién soy yo!?
-Sí, una loca...
-Soy Malicia Llorente!- un silencio coronó el otro lado. Un silencio de miedo.
-Disculpe el no haberla reconocido señora Llorente- se disculpó del otro lado.
-Por ahora eso es lo de menos, suspendan toda actividad del partido. Nos vamos a desentender de estas elecciones debido a que parece que en el mundo se están tomando en serio las cosas que van de chiste y para peor se están tomando en chiste un algo raro que va en serio. No queremos ser parte de este circo. Nos desligamos- concluyó de decir y colgó la bocina del teléfono sonriendo de esa forma que tan sólo Malicia sabe como. La noticia salió en el primer diario de la tarde en primera plana.