domingo, marzo 18, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 5ta entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

VII

El primero en levantar la mano fue Gustavo, Fernando llegaba un poco más tarde con Esperanza a cuestas que aún sufría el shock emocional; la mano habría sido para detener la feroz acometida de un taxi que por allí pasaba, frenando frente a la justa mano de Gustavo que en este momento abría la puerta levantando el picaporte de la misma; en fila ordenada y con cuidado de no golpearse la cabeza al entrar, se adentraron los tres y se acomodaron en el asiento. Gustavo dio una orden rápida al taximetrero acatándola éste al pie de la letra; Esperanza veía con su mirada perdida por el cristal delantero y por sobre los respaldos de los asientos, conductor y acompañante. Gustavo tan sólo resoplaba y apretaba con fuerza sus puños, Fernando se había ido a pasear con su vaga mente, clavando la mirada en el paisaje que pasaba por los costados del automóvil. Qué mañana!, suspiró para adentro... siempre supo a su madre capaz de muchas cosas, pero lo de hoy había sido el acabose, ni la idea más perversa hubiese sido tan parecida a la real; aunque, y para peor, ni Gustavo ni Fernando entendían lo sucedido, no se lo habían dicho todavía, es más, desde el moquete de Gustavo a la eterna Malicia, ninguno había hablado. Habían salido casi a las huidas de la casa, se habían tomado el taxi que pasaba y ahí se habían zambullido, tratando de encontrar respuestas o tan solo escape, quién lo sabe!.
No, no había lugar para palabras, todo era un revuelo revuelto de sensaciones confusas y malparidas; desde que con Marisa ya no más, una pena honda se pavoneaba de ella misma en el centro del pecho de Fernando que no podía juntar una idea con otra, miró por la ventana y todo a su alrededor se detenía a causa de un semáforo que rojo les decía, hasta aquí llegaron, al menos por ahora. Un magalíclaro se posó con sus dos patas sobre la vereda y batió sus alas mientras emitía su raro canto violento lleno de paz, de allí justamente lo raro del canto. El magalíclaro levantó vuelo y una pluma de su pecho cayó zigzagueante, aterrizando con peso pluma en el insensible suelo de baldosas grises. La pluma solitaria y fugitiva parecía brillar; era inevitable pensar en ella, recordándola como sólo recuerda el alma. La comisura derecha de su rojo labio cayó tristemente sintiendo la falta, la cabecita de Esperanza se le hundió dentro del pecho que casi no latía preso de tanto dolor que lo acosaba, la leve presión de esa niña le brindaba una alegría precisa pero no absoluta, un par de ideas empezaban a marearse dentro de su cabeza, una sonrisa descabellada nació por mano y obra de esas ideas, y una realidad, jugó a ser juez y dictaminar veredicto con resultados un poco más allá en el tiempo. La cuestión era clara, todos nos equivocamos y hay siempre un lugar en el que, el giro, la decisión, no es la adecuada para un futuro, pero si lo es para el presente en el que por elección y azar uno se encuentra.

Se puso de pie tambaleante tomándose la mandíbula que dejaba caer un hilo de sangre desde su boca y dos desde sus fosas nasales, gotas de café con leche le adornaban en arte puntillista un pedazo del chal puesto sobre el hombro. Del mechón de pelo gotas de café con leche caían rutinarias y aburridas, se acercó al teléfono mascando falsos orgullos, levantó el tubo y no tuvo a quien llamar. Azotó con fuerza al aparato un par de veces. Un dolor interno le punzaba por todos sus rincones. Cayó al piso retorciéndose, tomándose las entrañas por reflejo, pero sin siquiera flaquear ante el dolor con un sórdido gemido.
-Qué es lo que está pasando Gus?- dijo Lucero asida a la balaustrada mientras se asomaba, Malicia escuchó la voz agradable de Lucero que se acercaba... no debería verla así, humillada; nadie nuncajamás la había visto arrastrarse, y los que lo habían hecho, corrían la misma suerte que aquel hombre flotando en el riacho contaminado. Sacó fuerza de vaya uno saber dónde y se arrastró como gusano hasta la cocina.
-Gus! qué está pasando?- dijo entonces un poco más fuerte; los pies de Malicia ya desaparecían detrás de la puerta que comunicaba a la cocina con la sala, a tempo con Lucero que arregladita para salir, ya estaba en la planta baja de la casona de los Llorente.
Un silencio pétreo decía más de lo que dicen comúnmente los otros silencios, la mesa dónde hace un rato largo se había sentado con su madre y su tía a desayunar, se encontraba sucia de café y leche y croissant y azúcar y todas esas cosas. Lucero giró sobre sus pies mientras la casa daba vueltas en pos a ella, una tristeza miedosa dominaba su pecho, los recuerdos azotaban... en aquellos tiempos cuando de niña a la oscuridad le temía, con el cuerpo, el corazón y el alma, comenzaba su martirio al sentir el picaporte de la puerta de su cuarto girar y escondía entonces su rostro en lágrimas entre y detrás de sus manitos, y venía pues papá Llorente que la abrazaba, la besaba, la acariciaba y ella empezaba a sentir a su padre cercano, que el calor de su cuerpo la rodeaba y le daba la confianza necesaria y después, recordaba empezar a sentir la agitación en su respiración, sentía a su padre acostarse sobre ella y moverse de una forma rara y desagradable; ella quedaba muda de terror al sentir algo ajeno que le ingresaba serpenteando y al llorar, su padre mismo le lamía las lágrimas de su rostro trémolo e inocente, a veces sin querer se escapaba de sus adentros algún sórdido quejido, y con el revés de su palma la hacía callar y llorar más inmersa en su impotencia y su inconsciente. Recordaba las noches frías de su infancia llorando junto a la cama de Fernando que dormía; la casa seguía girando y también recordaba a Malicia legándole flor de zurra a los cuatro juntos por correr dentro o fuera de la casa cuando jugaban a la mancha; un par de veces el sótano fue remodelado en una de sus partes cercanas a la caldera, donde Malicia hizo construir el cuarto de los castigos para los que se portan mal, allí, en un cubo de dos por dos los metían cuando algo pasaba, el cubo aún está, hecho de acero inoxidable y calentándose como horno a causa de la caldera. La casa seguía girando; prefirió partir antes que otro recuerdo la alcance y le torne su día realmente intolerante.

-Yo creo que deberíamos llevarla a la casa.
-No creo que sea buena idea.
-Pensá en Elbéstides- Gustavo cerró el entrecejo como lo cierran los que piensan.
-Llevala vos- dijo entonces. Fernando tomó a Esperanza entre sus brazos y la animó a caminar-... Ey!- dijo Gustavo antes que Fernando y Esperanza desaparezcan tras la puerta. Fernando se detuvo para verlo de frente y a los ojos, preguntando qué con la mirada- Si necesitás... acá tenés un lugar- Fernando sonrió, asintió con la cabeza y partió rumbo a la casa de Esperanza y después sólo dios quién sabe. Al salir, por las dudas, se fijó en la dirección del refugio de su hermano. Gustavo después de haber salido del correccional, se había dedicado a trabajos sucios. Ni basurero ni cartonero, usurero ratonero más bien, dentro del correccional había conocido a la escoria de la República, pero para su mala suerte a la escoria fina, debido a su clase social más alta que las nubes. Papá Llorente fue en vida un terrateniente mecenas de cuanto partido político ganase las elecciones o las perdiese, papá Llorente no jugaba de ninguno de los lados de la vereda ya que él era el dueño de la cuadra entera. La industria familiar que había erigido, era una impecable máquina de lavar dinero a nivel mundial, un cuarto por ciento de la población de la República trabajaba para él con todos los papeles en regla, los que no estaban en regla es un misterio para quién trabajaban ya que entre sus bienes figuraban un montón de empresas fantasmas que hacían mucho más que tan sólo decir buuu! y asustar.
Gustavo hubiese heredado todo. Dos rings certeros interrumpieron la hilvanación de pensamientos que caían en forma de recuerdo catarata sobre la psiquis de Gustavo que degustaba un whisky con harta lentitud y placer, se acercó a la puerta giró el pomo y sin preguntar quién era la abrió mostrando en su rostro una sonrisa sincera.
-Lo mataron- dijo ella entrando con paso firme.
-Qué hacés acá?
-Te dije que lo mataron- prendió entonces nerviosa un cigarrillo que se tambaleaba de arriba a abajo impaciente preso entre sus labios
-Era obvio.
-Cómo qué era obvio?
-Sabía que eso iba a pasar, tarde o temprano se iban a dar cuenta que él era un arma de doble filo y extorsionaba a mi madre con esas fotos.
-Era mi hermano la puta que te parió.
-Mala suerte chiquita, también era un gran amigo- Gustavo la abrazó con cariño y poder, ella sintió amor y odio por ese ser, de hecho ese amor lo venía sintiendo ya hace tiempos, un amor enfocado directamente hacia esa sangre y esos genes que lo habían formado, deformado y transformado en tantas cosas distintas al cabo del tiempo, una lágrima rodó por su fémino rostro, su alma clamaba venganza pero su vida necesitaba que la cosas se olviden y queden así como estaban.
-Borrón y cuenta nueva- le dijo ella besando su cuello con toda su boca.
-Borrón y cuenta nueva- le dijo él buscando su boca enjuagada de dulce saliva y saladas lágrimas.

-Estás mejor?
-Sí- le dijo Esperanza con un suspiro, Fernando se puso de pie y fue hasta la cocina, abrió un par de alacenas en búsqueda de alguna infusión que tranquilizare la confusión momentánea que allí y desde temprano a la dulce Esperanza aquejaban.
-Hay té?- preguntó en voz alta.
-Seguramente no- en voz baja desde la cama.
-Hay algo?
-No creo- Esperanza desde su cuarto escuchó la puerta de calle abrirse y cerrarse; se puso de pie y Fernando por arte de magia había desaparecido, se volvió a la cama, su cama, suya y de Elbéstides; lloró en ése momento lágrimas que nacían en sus ojos y demostraban cuánto cuánto lo necesitaba, entre lágrimas se desvistió para vestirse con su pijamita que más bien era un buzo y un pantalón de jogging, gris, tanto uno como el otro, dos medias blancas de toalla le envolvían los pies. Su tristeza era plena y comenzaba a sentirse fastidiada por una comezón que nacía en el centro de su espalda. Lágrimas que caen y limpian el rostro de la miseria cotidiana, que limpian sólo al puto presente de esas lastimeras penas y al pasado ni lavan. Lágrimas que tan sólo brotan por impotencia propia del que nada puede hacer por haber nacido meado por los canes más bacanes. La lastimera pena de Esperanza seguía creciendo a medida que la soledad la carcomía, necesitaba a Elbéstides o a Fernando, necesitaba de alguien que le desatase el nudo que tenía en el pecho y así poder respirar; las lágrimas caían adultamente dolosas y desesperadas, la puerta de entrada se abrió con su típico sonido de siempre.
-Fernando- dijo entonces con la voz ahogada.
-Dónde está ése?- dijo Elbéstides entrando tirando casi la puerta abajo de su habitación. Esperanza lloraba en la cama a moco tendido, Elbéstides comenzó a abrir cada uno de los placares, vio adentro del baño y también debajo de la cama- Me dijeron que entraste acá con un hombre, quién era?
-Era Fernando
-Me quiere como un hermano decías...- Elbéstides la tomó por los sobacos y la levantó hasta tenerla frente a sus dos ojos que ya no la miraban. Qué lastimera pena sentía Elbéstides, acostumbrado a los desengaños en general, pero éste, éste ya le era demasiado duro y arduo, jamás hubiese imaginado que la tibia Esperanza lo engañara, ella lo amaba y él lo sentía con la piel, soltó uno de los sobacos y Esperanza quedó colgando de un solo lado mientras con miedo sacudía las patitas en el aire y lloraba tan fuertemente que apenas sonidos sin sentido escapaban de su boca, Elbéstides cerró su puño y lo levantó apuntando directamente hacia el entrecejo de Esperanza que no podía ver por tener los ojos tan llenos en lágrimas
-Qué, qué tenés que decir?- Esperanza ya no podía hablar- Dónde está ése con el que viniste, los voy a matar a los dos y después me voy a suicidar, voy a matarnos a todos!- gritaba enloquecido Elbéstides, sus gritos se escuchaban por todas las casas próximas a la suya, la gente comentaba aterrorizada, y en más de una casa habían bajado las persianas y cerrado las cortinas, no fuera cosa que también la liguen ellos. Algunas comadres que se habían refugiado detrás de la esquina comentaban el supuesto amorío con ese hombre que había entrado y después salido y que, por Dios que locura! ahora se le ocurría volver a esa casa con bolsas llenas en sus dos manos cerradas con fuerza. Fernando había escuchado los gritos y le habría causado gracia, esa especie de pelea familiar a la que él estaba tan acostumbrado. Esperanza seguía colgando por el sobaco del puño cerrado de Elbéstides que aún la mantenía con los pies flotando y pateando a la nada sin decir más que cosas netamente incomprensibles, balbuceos lacrimosos escapaban de sus labios que sólo juntaban vocales.
-Volví!- dijo Fernando entrando y la sangre de Elbéstides se heló, tapó la cara de Esperanza con tan sólo el dedo índice que más que indicar ordenaba; unos ruidos se escucharon en la cocina desde el cuarto, desde la cocina un sólo ruido amenazante se escuchó proveniente de la habitación. Fernando dejó las bolsas que había traído y se abalanzó corriendo como alma que el demonio lleva, Elbéstides ya había dejado caer a Esperanza al suelo y se lanzaba sobre Fernando que apenas pudo esquivar la masa de humanobestia que le caía encima, un temblor sacudió la zona cuando toda la humanidad de Elbéstides cayó al suelo de boca con sus brazos extendidos hacia los costados, Fernando al saltar hacia la izquierda torpemente se golpeó la cabeza contra el marco de la puerta y quedó allí postrado desarticulado. Esperanza gritó fuerte desgarrando las tinieblas de la luz y aclarando un poco la cerrada cabeza de Elbéstides que la tenía teñida de una bruma espesa llamada confusión, desesperación y algunas otras cosas.
Elbéstides levantó su pecho del piso y sacudió su bestial cabeza de un lado para el otro tratando de que las cosas ya no girasen tanto en torno a él, Esperanza se arrastraba hacia ellos llorando, Elbéstides se recuperaba de apoco y mientras lo hacía, se iba poniendo de pie como cuando un toro trastabilla ante su torero y se recupera tan sólo para dar la última cornada, giró en media vuelta su torso y vio a Fernando en aquel marco tirado como despojo; la bestia tronó un par de sus articulaciones y la niña Esperanza se abalanzó sobre él, Fernando abrió los ojos y la primer imagen fue la de Esperanza, la última las manos de Elbéstides tomándolo por el cuello, y después un manto negro le cubrió los ojos de adentro hacia afuera.

-Ya te vas?
-Sí- Lucero levantó sus ropas del piso y huyó de la casa en la colina, se iba vistiendo a medida que avanzaba. Una especie de sofocación no la dejaba respirar bien, sentía que moriría allí mismo. Corrió hasta su auto, se subió en él y lo aceleró a fondo hasta perder de vista aquella casa en la colina, bajó a gran velocidad hacia la ciudad queriendo alcanzar la imagen de Fernando que como niebla se desvanecía. Ni los semáforos la detenían, como piojo que escapa del piojicida iba Lucero montada en su auto con las ventanillas bajas y el aire que azotaba sus dulces cabellos para hacerlos volar al viento, la desesperación crecía hasta que de un momento a otro, una paz de muerte le inundó el alma y el pecho. La imagen de Fernando apareció ante sus ojos sonriendo.
-Por favor Fernando... por favor- dijo en dos susurros derramando una lágrima agria y otra feliz sobre sus manos que parecían no querer soltar el volante.



VIII

-Bueno a ver señor temperamento, quiere un café o prefiere recibir las noticias matutinas en ayunas?- un dulce beso acompañado de un lindo tono de voz que sólo demuestra amor, lo despertaron.
-Me baño primero, después me cepillo los dientes... vuelvo a la cama y mientras tomamos el desayuno me contás, qué te parece?- dijo Gésus besando suave los labios de Victoria.
-Lo de los dientes me parece una idea maravillosa- dijo ella al concluir el beso- parece que tomaste mucho ayer...
-Un montón.
-Dale andá, bañate que te voy a preparar un desayuno tan rico, que te vas a ver obligado a relamerte de placer.
-Suena bien- dijo Gésus mientras se ponía de pie y se introducía en el baño. No se escuchó el girar de ninguna de las dos canillas, pero si se oía el agua tibia verticalmente cayendo; Victoria recogió las sábanas y abrió las ventanas, una brisa suave de linda mañana acariciaba. Corrió a la cocina y enchufó todos los aparatos involucrados para un desayuno; un pasaje del barbero de Sevilla escapaba de abajo de la ducha que limpiaba, Victoria sonreía mientras se deleitaba con el fragmento operístico que su amor bañaba, se mordió el labio inferior sonriendo una buena idea, los ojos se le iluminaron y se dirigió hacia el baño apoyando apenas sus pies al caminar, con el sigilo de una gata las prendas caían por su cuerpo como una caricia conspicua, como la mirada amante, como el mismo amor cae, trágicamente hermoso.
El pomo de la puerta del baño giró haciendo un sordo ruido, el barbero calló sin golpe pero súbito, ella del otro lado se detuvo, entreabrió un poco más la puerta y el vapor de agua desesperado escapaba gritando me ahogo me ahogo necesito oxígeno, la última prenda cayó cual pluma de magalíclaro dentro del inodoro, no importó, corrió la cortina y algunas cosas más que dos miradas dos, se cruzaron y se entrelazaron al hacerlo. Besos y susurros escapaban porfiados de cuatro labios que no prometían porque sabían que prometer era en vano, te amo dijo uno, no seas tonto dijo otra, una lengua recorrió un pecho coronado de agua ducha que caía mezclada con un poco de espuma hecha en su cabeza, la mandíbula se le cerró fuerte atrapando el placer que quería salir suspirando al cielo con la mirada perdida en alguna pasión encontrada, con sus manos le rodeó los muslos y se los apretó con fuerza mientras él le mordisqueaba el cuello apenas y sus manos le encontraban el rostro y lo tomaba con justa fuerza, se besaban profundo y sentido, se besaban con harta pasión hasta abrasarse como siempre, entre caricias, gemidos y suspiros.
-Sería bueno tener mayordomo.
-No seas ridícula por favor.
-Enserio...
-Bueno a ver... Para qué?
-Ahora los dos podríamos estar en la cama y que nos traiga el desayuno- Gésus se puso de pie, fue hasta la cocina y en un par de segundos estaba de vuelta con una bandeja repleta y una sonrisa en la mirada, ella recibió la bandeja con esa misma sonrisa que parecía ser contagiosa, con un pequeño beso consumaron la ceremonia del desayuno.
-Bueno...- dijo ella relamiéndose los dedos- ...cuál querés primero la buena o la mala?
-La que sea, una va a tener que ver con la otra.- dijo sorbiendo, qué más que un sorbo de su taza con café, azúcar no tanta, y un poco de leche, gracias
-Mataron a otro tipo... repercutió en todos lados. Se está yendo todo al carajo, parece que quieren que Talmarital renuncie a la presidencia y se llame a elecciones de emergencia.
-Qué el doctor Equiz Talmarital renuncie?, es como pedir peras al olmo.
-Parece que el senado está tratando una forma de persuasión.
-Cómo sabés todo esto vos?
-Ey! no dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer?
-Sí, pero no espiando.
-Quién dijo eso?
-Yo.
-Cómo quieras, además... otra cosa importante, saliste en el diario.
-Enserio... en qué página ésta vez?
-Primera, hablan de cómo subió tu popularidad debido a tu actuación de ayer con ese periodista.
-Y cuál es entonces la buena noticia?
-Si eso no lo sabés vos entonces yo... no puedo hacer nada- masticó con placer y orgullo en sus ojos escondiendo en secreto.
-Qué?-preguntó él.
-Nada...- tomó un poco más de café, se puso de pie y comenzó a vestirse- ...voy a trabajar- dijo, se terminó de vestir, lo besó suave y se fue sonriendo bajito. Gésus quedó tendido en la cama distendida mirando hacia arriba como buscando entendimientos, suspiró.
-Cómo quiero a esta mujer... cómo y cuánto la quiero- él era uno de esos tipos que no se sabe por qué, hablaba en voz alta cada vez que algo le removía las entrañas, se puso de pie y tomó la bandeja de sobre la colcha por las puntas, la llevó hasta la cocina donde acomodó las cosas sucias dentro de la pileta y para dejarlas allí... sucias; total, las podría lavar más tarde, llegó hasta la puerta de la cocina, se dio media vuelta hacia los platos sucios y los miró fijo, como quién encuentra en la perfección el detalle, ese error, que hace a esa perfección tan perfecta, así los miró; paradójico no?
Se vistió y llevó el diario hasta la sala dónde se lo puso a leer de pies a cabeza; la buenamala noticia que Victoria le había contado era un nimio de la realidad. Joder que nadie nunca entendería nada, resultaba ahora que el Partido Anarquista, con su "líder por naturaleza", según el diario, Gésus Acrata Kalón, era uno con la mayor cantidad de seguidores, - qué tipo de anarquía es esa?-, pareciera que la gente de la República buscase siempre un arriero, por qué sería? quién tendrá la maldita respuesta.
-Tengo que hacer algo, tengo que hacer algo- se repetía mientras se ponía una campera sobre los hombros para no tener frío y se apoderaba de las llaves que lo dejan salir y entrar de su casa. El azar de las calles lo llevaron directamente hacia lo de Anselmo, una suerte impulsiva lo invitaba a tocarle el timbre a su amigo y hablar un rato con él, sinceramente necesitaba hablar, con él... con alguien; Anselmo seguramente estaría ocupado en algo- él siempre tiene "algo que hacer" por las mañanas-, y de pronto la puerta de su casa que se abre se cierra y una hermosa mujer que sale a las corridas apenas dicho esto, cosas de Añá o Tata Dió, a quién le importa? La mujer corría como corren todas las mujeres sobre tacos altos, se subió a su auto y lo aceleró a fondo hasta desaparecer, Gésus la miró confundido y pensó lo peor. Corrió hacia la casa entrando a la misma pateando la puerta y gritando como loco.
-Eh?! nerviosito qué pasa?- dijo Anselmo apareciendo con un vaso lleno de rojo jugo de vegetales y hortalizas con un par de ingredientes más seguro, pero eso sí... sin vodka, a esa hora de la mañana, sin vodka.
-Vi una chica salir corriendo de acá asustada y...
-Y qué...
-Pensé que, tal vez, vos...
-Sos un párvulo... querés un jugo?
-No de ése gracias.
-Te hago uno de pomelo.
-Rosa?
-Rosa- asintió Anselmo mientras iba para la cocina, Gésus lo siguió, llegaron a la cocina sin hablar de nada, Anselmo tomó un par de pomelos y los hizo rodar por sobre la mesada hacia Gésus.
-No querrás que te lo haga yo no?- le dijo entonces, Gésus tomó los pomelos y sonrió.-No hay nada como un buen jugo de vegetales por la mañana.
-Si? de hecho yo tengo los mejores desayunos de mi vida.
-Vos estás hecho un pollerudo.
-Pero contento y consiguiendo lo que quiero.
-Si estuvieras contento y consiguiendo lo que querés, no estarías acá a esta hora, o me vas a decir que me extrañabas boludo?- preguntó Anselmo mientras bebía un poco de jugo y un tercero tocaba el timbre, Anselmo levantó su jugoso vaso como brindando la estocada y fue a ver quien era el que tocaba, Gésus prendió la juguera eléctrica y destrozó a las mitades de pomelos transformándolas en dulce y rosado cáliz agrio, la voz de Colifa se escuchó desde la puerta de entrada.
-Esta acá no?
-Cómo sabés?
-... contactos querido, contactos- Anselmo hizo una seña con su cabeza y ambos se encaminaron hacia la cocina.
-Querés un jugo?-le dijo al entrar.
-Yo me lo hago- dijo Colifa, sacó de la heladera un limón que exprimió de a mitades con una mano sobre la copa donde agregó azúcar impalpable helado de frutilla y un chorro de leche.
-Eso es asqueroso!
-Asunto mío.
-Tiene razón- asentó Gésus señalándolo, Colifa bebió un sorbo de su potaje y puso cara.
-Tenía que verte- le dijo entonces.
-Por qué?- preguntó Anselmo.
-Sí por qué- reformuló la pregunta a Gésus para que quedara más clara.
-Nadie leyó el diario hoy?
-Ah, por eso?
-No, que pasó?
-Qué no estás contento?
-Contento de qué?
-No mucho...
-Pero por qué?
-Hola soy Anselmo, su amigo desde hace mucho tiempo... quiere alguien prestarme atención?!?!
-Cómo querés que me ponga?
-Ey! alguien puede hablar conmigo y contarme lo que está pasando.
-Sos tan difícil de entender como a una esposa.
-De qué están hablando? contesten o cometo una locura- tomó la juguera y se la posó sobre la sien amenazando de vez en cuando haciendo ruido exprimidor, Colifa tiró el periódico del día sobre la mesada, las encuestas se abrieron frente a Anselmo como puta bien paga. Leyó tan sólo los números y se agarró la cabeza dejando caer la juguera al piso, apenas podía hablar de todo lo que tartamudeaba, Colifa hacia señas desde Gésus hasta Anselmo desde Anselmo hasta Gésus como explicando la situación con gestos y no palabras, Gésus resopló su fastidio, se puso de pie, posó las manos sobre la mesada que los dividía a los tres y con los puños cerrados sobre la misma, en voz baja pero con palabras y fines perceptibles dijo:
-..." El pueblo es un rebaño imbécil, unas veces estúpidamente paciente y otras ferozmente rebelde. Le dicen "Diviértete". Y se divierte. Le dicen: "Vete a luchar contra el vecino. Y va a luchar. "Le dicen: "vota por el Emperador". Y vota por el Emperador. Y luego le dicen: "Vota por la República". Y vota por la República..."..."...Los que lo dirigen son igual de tontos pero en vez de obedecer a unos hombres, obedecen a unos principios, los cuales no pueden ser sino necios, estériles y falsos, por el mero hecho de ser principios, es decir ideas tenidas por ciertas e inmutables, en éste mundo donde nadie está seguro de nada, puesto que la luz es una ilusión, puesto que el ruido es una ilusión..." el Horla, Guy de Maupassant- en rabia segura golpeó con sus puños en la mesada silente que aguantaba y se fue... se fue dejándolos a Anselmo con la boca abierta y a Colifa con el ceño fruncido.
-Qué carácter de mierda?
-Te lo dije ayer, o no?
-Sí, pero igual...- una duda surcaba haciendo slalom entre las palabras de Anselmo y Colifa, pasaba entre uno y otro.
-Va a estar jodido no?
-Si gana, a nivel personal, va a ser terrible, pero para la República, seguramente sea lo mejor.
-Enserio crees eso?
-Yo sí, miralo sino a Gésus, él quieras o no, te guste o no; es el único que está tan conforme con él mismo que sólo quiere mejorar cada día
-Sí, osea ni a vos ni a mí nos fue tan mal- bebió un sorbo de su jugo.
-Me convidás de eso?
-No era qué...
-Me convidás o no?- Colifa le acercó el vaso, Anselmo lo llevó hasta la punta de los labios.
-No ni mamado tomo de ésto- dijo entonces.
-Igual, creo, que el más perjudicado voy a ser yo.
-Por qué ahora te las das de víctima.
-Vos entendés lo que Gésus quiere hacer, no?
-Demasiado bien.
-Entonces imaginate- dijo Colifa entonando la voz- nada tiene poder sobre nada, ni Dios y peor aún... ni la plata.
-Y qué con eso?
-Cómo qué con eso boludo, no usás la cabeza vos? date cuenta, si la plata no manda, qué hago con el bar?
-Leíste Papillón.
-No.
-Yo tampoco.
-Y entonces?
-Es una forma elegante y literata de decir metételo en el culo.
-Ahora veo, pero por qué?
-Yo que sé, leelo, y después me lo contás.
-Bueno en fin, se va a poner dura la mano, más por como son las cosas en la República que cada cuál tira para su lado, no sé si va servir... sinceramente- Vació el contenido de su copa en su boca- Dame agua- Anselmo sirvió un vaso con agua fresca de la canilla. - no tenés mineral?
-Pa' qué? es agua igual- Colifa juntó los hombros y bebió el agua de un sólo sorbo, un ah! de placer escapó de sus labios, de su boca y de sus interiores... –igual, vos no sé de que te quejás, pensá en mí.
-Vos, vos qué? como son las cosas acá, vos vas a poder delinquir a gusto y piachere, no policías, no abogados, no leyes.
-No plata.
-No cortes supremas, no estatutos, no cárceles, no ti...
-No hay riesgo. No te das cuenta todavía, de qué me sirve ser malo si no está mal serlo?
-Ser malo pasa por otro lado, vos no sos mala persona, es tu trabajo.
-Igual Colifa, sino hay ley que divida lo bueno y lo malo, entonces no hay lugar dónde quedarse ya que todos los lugares serán buenos, serán malos.
-No cambia mucho entonces.
-No digas estupideces.
-No seas cerrado, hay veces que te ponés tan necio.
-Necio? yo necio, hacete hervir!, yo tomo cocaína y vos la vendés, la policía nunca nos pudo decir nada, pero por qué?- hizo una pausa.
-Porque yo tengo la suerte de mil demonios y además modestia aparte soy un profesional y hago las cosas como corresponden, o por qué te pensás que soy el segundo al mando?
-De eso no hay duda que sos un bicho con la suerte de mil demonios jugando al póquer, pero yo que soy un mero comerciante, no me pasó nada con la ley y no porque los coimee por los distintos asuntos de licencias que no tengo, sino más bien porque con mi vicio no jodo a nadie.
-Andá a la mierda!- dijo Anselmo entre risas mientras sorbía lo último que quedaba en su vaso de jugo de vegetales y hortalizas, enjuagó el vaso, lo dejó boca abajo sobre la mesada y se retiró por la puerta hacia la sala, Colifa tomó lasu copa y el vaso, les pegó una enjuagada rápida y los dejó boca arriba junto al vaso que Anselmo había utilizado y lo siguió.
-Vos sabes que si dejás el vaso así como vos lo dejaste, después le queda olor feo.
-Así cómo?- preguntó Anselmo mientras se acomodaba enteramente en el sofá de plumas.
-Con la boca tapada.
-En boca cerrada no entran moscas- apoyó su nuca sobre sus dos manos y se recostó aún más en el mullido sillón, hundiéndose, cómodo.
-Sí, claro.
-Tan mal te parece que puede ir todo?- Anselmo sacó un cigarro de una cigarrera de plata.
-Realmente... no sé que puede llegar a pasar- una pausa silenciosa pensante se autoproclamó dueña de la sala durante un par de segundos, dos miradas se cruzaron.
-Estaba muy nervioso
-Es común, creo bah! -confesó Colifa con cierta reticencia- osea... imagino que ni él, en su sueño más vivaracho, se le hubiese ocurrido que iba a encabezar las encuestas.
-Encima parece que quieren adelantar las elecciones.
-Lo leíste?
-No, todavía no salió en ningún lado- Anselmo largó una gran bocanada de humo.
-Entonces por qué carajo hablás...- Colifa lo miró a Anselmo y éste le sonreía como debe sonreír dios cuando sabe algo que nosotros no.
-Bussines are bussines- Colifa sonrió cómplicemente, ahora él sabía algo que pocos sabían, le devolvió la sonrisa en mismo tono.
-Voy a abrir... venís?- dijo entonces sonriendo.
-No, en todo caso después me doy una vueltita- Colifa se fue y Anselmo quedó postrado en su sillón saboreando el rico cigarro que cambiaba de dedos, y a medida que era absorbido se hacía más y más pequeñito, se escuchó la puerta y tres segundos después, el ring del teléfono empezó a cantar.
-Hola...- atendió-... en diez minutos estoy por allá...- escuchó- ah!... no es tan urgente, me baño y salgo entonces- el tubo fue posado sobre el aparato y media hora más tarde la puerta de la casa de Anselmo era trabada por certera llave en dulce agujerito de cerradura. Caminó hacia su auto y ambos, auto y él, desaparecieron colina abajo.