jueves, marzo 22, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 9na entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

XV

-Llegaste a tiempo.- dijo Gustavo al abrir la puerta.
-No me quedaba otra.
-Tuviste suerte, estoy saliendo ésta noche.
-Te vas?
-Sí, voy a hacer un viaje.
-Qué? las cosas andan mal?
-No creo que eso sea algo que a vos te importe.
-No.
-Acordate que ya no sos más periodista.
-Después del otro día...- una lágrima profunda asomó por las ventanas del alma.
-Sentate- le ordenó- Mil billetes de cien, habíamos quedado en menos pero hiciste mejor las cosas de como yo creía que eras capaz.
-Yo también.
-Bueno, creo que es todo.
-Ahora...- dijo pensativo el ex-periodista-... por qué esta mano a Gésus?
-Se la merece, tal vez sea lo que la República necesita.- Gustavo se puso de pie, se acercó a la ventana y el auto color crema como desde hace semanas seguía estacionado allí enfrente, esperando vaya dios a saber qué.

XVI

-Qué hacés despierta?- preguntó Lucero parada desde la puerta hasta Esperanza que salía del cuarto sonriendo.
-No te iba a dejar sola con estos dos en su estado.
-Pero el doctor...
-Cipriano.
-Cipriano sí, me dijo que te había dado un calmante.
-Lo hizo, bah! creyó hacerlo.
-Famoso truco de la pastillita abajo de la lengua.
-Ajá!- exclamó Esperanza.
-No estás cansada?
-Un poquito. Querés comer?
-Bueno dale.- Esperanza se acercó a su cocina y de las bolsas empezó a ordenar la comida por orden de aparición en cada uno de los estantes, a excepción de los alimentos perecederos que los acomodaba en la heladera. Al concluir la tarea la miró a Lucero que la miraba con dulce cariño.
-Qué querés comer?
-Lo que quieras cocinar, por mí cualquier cosa está bien.
-Mondongo- dijo suspicaz Esperanza.
-Bueno dale.
-Pero si a vos el mondongo no te gusta.
-Eso es en casa, igual que lo de prostituta.
-No te entiendo.- contestó Esperanza mientras rebanaba cebolla cortándola de a cubos.
-Lo de prostituta fue todo un invento que se creyó todo el mundo.
-Cómo que fue un invento?- dijo Esperanza sonriendo.
-Una vez retiré plata de una cuenta que yo tengo en secreto; cinco billetes de cien. Un amigo necesitaba plata. Mamá me descubrió el dinero en una de sus tantas inmersiones en mi vida privada.
-Y entonces para que no descubra que tenías una cuenta...
-Claro está.
-Sos rápida.
-Qué me queda? vos Esperanza sabés mejor que nadie que mi casa es un lío.
-No es para tanto.- Esperanza seguía cocinando.
-Qué, no vas a hacer mondongo al final?
-Era sólo un chiste.
-Qué graciosa!- Lucero se acercó una silla y la puso frente a la mesada donde Esperanza seguía su menester. Lucero parecía querer decir algo.
-Vos sabés que me estaba acordando de cuando erramos chicas.
-Eran divertidas aquellas épocas.
-Sí...- vaya uno a saber por qué el recuerdo atrae al silencio. Lucero se puso de pie y caminó hasta al lado de Esperanza.
-Espe...- calló súbitamente- nada.
-Sabés cocinar?
-Ni un huevo frito.
-Ojo que cocinar bien un huevo frito es un arte.
-Por?
-Tiene que quedar justo la clara bien cocida y la yema calentita sin cocerse del todo.
-Bueno... Ni una hamburguesa.
-Ayudame y así aprendés. Si tenés ganas claro.
-Me encantaría...
-Qué es este repentino ataque de limpiar, querer cocinar... Qué es lo que te está pasando?- Lucero se hizo la distraída sonrojada.
-Querés que te alcance algo?
-Andá cortando el morrón en tiras.
-El morrón este?
-Eso es una papa.
-Mujer ni un chiste. Tan inútil me creés?
-Perdoname... pero en serio que es todo una sorpresa para mí, ni siquiera entiendo cómo es que vos entendés algo de todo.
-Desde chiquita que entiendo todo lo que pasa, pero ya está. En casa me paso el tiempo en otra- silenció sus palabras un segundo y perdió su mirada en algún rincón mohoso del techo.- Conozco mi familia y se que son así y no van a cambiar, él único que desde mi punto de vista tiene salida, por ahora, es este imbécil.- dijo con cariño señalando con la cabeza a Fernando.
-Toma mucho.
-Yo tuve mi época...
-Cuándo?- preguntó asombrada.
-Por más que te lo diga no te vas a acordar, lo hacía bien. Fernando está en esa etapa que quiere llamar la atención.
-Está grande para llamar la atención de esa forma.
-Es la salida rápida, creo que Fernando quiere que mamá cambie.
-Por dios pobre niño.
-Es un belinum, tendría que darse cuenta que la roca es roca hasta que se hace polvo.- ambas cesaron con los cortes y los vieron a Fernando y Elbéstides uno sobre otro durmiendo la mona.
-Se despertarán para comer?
-Es posible.
-Qué hacés acá?
-Hoy a la mañana fui para la casa de mi, un amigo...
-Mi... un amigo.
-Sí.- no dio lugar a nada- Y de pronto comencé a sentir que me asfixiaba, que me asfixiaba, y la carita de Fernando se apareció en mis párpados y supe que algo andaba mal.
-Vos sabés que el niño cuando estaba fuera de sí, repetía tu nombre en susurros.- Lucero cortó el último pedazo de morrón que le quedaba por cortar y quedose mirando a Fernando con harto amor y cariño.-... Pero igual cómo sabías que él estaba acá?
-Fui a lo de Gustavo. Creí que estaba con él...
-Qué?!- sorprendida- fuiste a lo de Gustavo?
-Sí.
-Sabías dónde vivía él?
-Hace un montón de tiempo que lo sé.
-Y por qué nunca dijiste nada?
-Gustavo anda en algo raro por culpa de mamá, desde que salió de ese reformatorio que Gustavo cambió bastante.
-Yo también lo había notado.
-Sí, por las venas de cada uno de nosotros corre sangre Llorente.
-Sangre azul- dijo Esperanza con cariño.
-Negra, sangre negra.- dijo en un lamento.- Listo el morrón!
-Ahora cortá papas y batatas, primero las pelás y después cortá rebanadas no muy gruesas si no tardan más en cocinarse.
-Así?- dijo haciendo un corte.
-Sí, pero después de pelar la papa.
-Claro- dijo entonces comprensiva. Comenzó a pelar la papa con el cuchillo.
-Es más fácil si lo hacés con ésto.- Esperanza le alcanzó un Pelapapas.
-Gracias- exclamó Lucero por educación nomás, pasó el Pelapapas sobre la cáscara de la misma y ésta salió más rápido- Guau! En serio gracias!- asombrada.
-No hay porque.- Esperanza tomaba una batata y comenzaba a pelarla con el cuchillo.
-Preferís el Pelapapas.
-No gracias, la batata tiene la cáscara demasiado dura y complicada, a mí me parece más cómodo sacársela con el cuchillo.
-A ver...- intentó- es cierto.
-Para qué te voy a mentir?
-No seas zonza- le dijo sonriente a tempo que la codeaba.
-Me gustaría hacerte una pregunta pero no sé si deba.
-Dale Esperanza.- avivó Lucero.
-Últimamente te noto distinta.
-Estoy preocupada.- dijo con la lengua afuera más atenta a su labor que a las respuestas que daba.
-Pero por qué?
-No te diste cuenta que hubo cambios?
-En dónde... en tu casa.?
-En todos lados, ésto del candidato del partido Anarquista, revolucionó a casi toda la República...
-Tan así te parece.
-Pensalo...- dijo Lucero mientras culminaba con su quinta papa.
-Puede ser, hasta hace dos días el oso estaba como loco por la policía que lo seguía hasta al baño casi.
-Y ahora?
-Y ahora no, él para esas cosas tiene como un sexto sentido gatuno.
-Y a él todo ésto cómo lo pone?
-No tengo ni idea, pero por lo menos los nervios ya se le fueron.- Lucero comenzó a rebanar las papas y suspiró un señor suspiro.
-Qué suspiro!- susurró. Lucero silenciosa sonrió. Esperanza tomó una fuente, le esparció aceite por toda la base y comenzó a poner las batatas y las papas cortadas en rebanadas, las coronó con los morrones y las cebollas, agregó orégano, sal, pimienta. Se acarició el cachete pensativa, tomó unas cuantas zanahorias rebanándolas para que acompañen también a las papas, cebollas y demás.
-Y con ésto que hacemos?
-Todo al horno- dijo. Lucero se acercó al horno lo abrió y metió la fuente en el estante de más abajo. Cerró la puerta.
-Listo- dijo orgullosa entonces.
-Si no prendés el horno no creo que nada se cocine.
-Ah, claro!- dijo Lucero sonriendo.
-Mirá.- Esperanza se acercó al horno prendió un fósforo y giró una manecilla, un fogonazo apareció de la nada y reinó por debajo de la fuente que retozaba allí tranquila y repleta.- Ahora agarramos un pedazo de carne lo salamos con sal gruesa lo ponemos en otra fuente y también al horno- abrió la puerta nuevamente metió la fuente con la carne y cerró la puerta.- Hubiese sido conveniente prender el horno un rato antes así ya estaba calentito cuando le metíamos las cosas.
-Por?
-Yo qué sé... así que estás preocupada...
-Quién no. Y vos cómo estás?
-También estoy preocupada pero por mi osito.
-Por?- Esperanza suspiró y meneó la cabeza de un lado a otro.- Por?
-Esto que tengo en la espalda no es solamente una ronchita...
-Ya sé- afirmó Lucero.
-Yo estoy tranquila porque siento que todo va a terminar bien... pero no sé él cómo va a estar.
-Qué pensás hacer?
-El tiempo que pasa deja respuestas, habrá que ver si alguna de ellas sirve para algo. Vemos tele?
-Dale.- Se sentaron frente al aparato y con el botón rojo del control remoto lo pusieron en funcionamiento. Se prendió justamente en el canal de las noticias. Ya la luna coronaba el cielo de la Ciudad Capital de la República. El doctor Equiz Talmarital hacia una conferencia de prensa.
Vaya a saber uno por qué no cambiaron de canal.
-..." no es de gran importancia.
-... Doctor- preguntó un periodista- Cuál es la respuesta que se le dará a la Organización Mundial de Naciones?