lunes, marzo 19, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 6ta entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

IX

-La verdad?, querés enserio que te diga la verdad Malicia?- dijo el doctor sacándose el estetoscopio de las orejas y colgándoselo del cuello.
-Claro que sí!... qué me vas a decir?... te vas a morir pronto, eso ya lo sé mierda!- bramó furiosa entonces.
-Es lo único que puedo decirte- Malicia enmudeció mientras él bajaba la vista y guardaba sus instrumentos dentro del maletín; ella se quedó mirando por la ventana mientras el doctor se iba, al escuchar el click de la puerta, Malicia derramó una lágrima y en aquel horizonte sin quererlo, sin saberlo, se dibujaba una sonrisa.

X

-Me perdonás?- Fernando apenas abrió los ojos...
-Qué cuernos te pasa a vos loco de mierda!?!?!?- rapidito y para adentro retrocedió como cangrejo.
-No... si... yo que sé... perdonáme, me puso como loco... no sabía que hacer.
-Todavía no entiendo cómo mierda no me mataste- dijo entonces Fernando tomándose la cabeza con una mano mientras con la otra se refregaba los ojos.
-Es que el muy idiota se deja llenar la cabeza por las comadres del barrio que tienen una lengua más filosa que su madre y su tía juntas.
-Gracias por las cosas del supermercado- dijo Elbéstides con verdadera congoja.
-Creí que me moría...
-Sabía niño que mientras estaba inconsciente llamaba a su hermana.
-La vi, venía tras de mí y me tomaba las manos con fuerza, no me dejaba ir...
-Bueno... decir que ya pasó y que estamos todos bien, en tanto vos pedazo de zonzón va a ser mejor que te empieces a controlar y que cuides al niño Fernando, porque si vos no lo cuidás te voy a dar tantas patadas en el culo que te lo voy a dejar el doble de grande- Elbéstides juntó sus manazas y bajó la vista y en sus labios un tenue puchero se cocinaba.
-Me perdonás?- suplicó.
-Listo ya estamos todos bien, fue un simple mal entendido- Elbéstides se abalanzó sobre Fernando y lo abrazó con harto cariño.
-Pero lo querés matar asfixiado?!?! No te parece que tuvo demasiado ya por hoy?- Esperanza estaba más nerviosa que nunca, parecía que en estos días sufría una extraña mutación, nunca nadie la había visto actuar de esta manera, y la pucha! que se notaba el cambio- dejalo al fin en el piso, bestia humana!- gritó exasperada, realmente exasperada.
-Bueno joder! que no es para tanto. Qué carajo te pasa?- se enojó Fernando.
-Eh! nadie le habla así a mí chiquita!- a Elbéstides se le alumbraron los ojos con la luz del infierno.
-El me puede hablar como mierda se le dé la real gana!- Esperanza rompió a llorar otra vez, Elbéstides y Fernando cruzaron miradas confusas.
-Qué pasa chiquita?- le dijo su amor levantándola y acunándola en la palma de su mano.
-Sí mujer; qué corno te está pasando?- Esperanza moqueó un par de balbuceos.
-Me está picando mucho la espalda- Elbéstides la dio vuelta en el aire y la dejó boca abajo, le levantó el buzo gris de jogging con los dedos índice y pulgar. Una especie de ampolla de un centímetro de diámetro le coronaba la columna en el centro de la espalda.
-Tenés una ampollita- le dijo entonces.
-A ver?- dijo Fernando poniéndose de pie en un sólo salto, Elbéstides gruñó.
-Sabés cuántas veces me vio desnuda? dejá de gruñir!- claro que a Elbéstides no le hacía mucha gracia eso de sabés cuántas veces me vio desnuda, pero había entre ellos dos, Fernando y Esperanza, un algo que Elbéstides comprendía como amor, pero un amor distinto al que él sentía por su esposa, y ella por él. Elbéstides sonrió y Fernando se acercó sin problema alguno.
-Parece una ronchita de varicela- dijo.
-No puede ser...- replicó aún colgada- ...ya tuve- Fernando no quiso preocupar a nadie así que no emitió opinión alguna, ni con palabras, ni con gestos, ni con miradas.
-Sarampión?- preguntó Elbéstides acariciando la ampollita con tan sólo el aura de su dedo indicador.
-También.
-Porque no te tirás a descansar?- exclamó Fernando poniendo a su tono de voz una pizca de seguridad, cosa que le creyesen- seguramente sea una reacción nerviosa.
-Sí puede ser!...- la mirada de Elbéstides antes preocupada, ahora sonreía plena en los ojos de su mujer que dada vuelta otra vez lo miraba de lleno-... sabés que vamos a hacer chiquita?...- Esperanza negó con la cabeza y sus cabellos bailaron dulcemente-... te voy a acostar en la camita, te voy a llevar un té, lo vas a tomar, te voy a tapar hasta las orejas, te voy a dar un beso enorme y además voy a cocinar algo. Cuando la comida esté lista te la voy a llevar a la camita y ahí vas a comer. Qué te parece mi idea?- Elbéstides hablaba con una dulzura a su medida, Esperanza juntó los hombritos y sonrió agradeciendo con ese beso que solo besan los que aman.
-El niño Fernando se queda a comer verdad?
-No te preocupes Esperanza, acá como hoy- Elbéstides la llevó entre sus brazos, mientras ella con harto amor lo abrazaba por sobre los hombros rodeándole apenas el cuello con sus bracitos cálidos; llegaron al cuarto y Elbéstides la posó sobre la cama con la misma delicadeza que una mariposa se posa sobre una flor para disfrutar del polen y el paisaje. La tapó hasta las orejas y le besó la frente, cumpliendo así su firme y dulce palabra, Esperanza le tomó la mano con sus dos manitos y lo vio de frente.
-Perdonáme, te dije cosas horribles- Elbéstides negó con la cabeza y se sentó a su lado.
-No chiquita, si esa ampollita es nerviosa, te la dí yo, porque sí, soy así de bestia como vos decís, así que vos me tendrías que perdonar... si es que querés, claro- Esperanza se sentó en un abrazo grande y lo besó repetidas veces en las mejillas y en la boca.
-Sos mi oso.
-Y vos mi única luz- una lágrima de Elbéstides cayó sobre los tenues cabellos negros de Esperanza y los mojó- ...perdón- le dijo sonriente mientras le secaba el cabello con la camisa que traía puesta.
-No es nada, ahora voy a dormir mejor.- lo besó y la recostó, la volvió a tapar y al salir de la habitación apagó la luz asegurándose primero que ella estuviese plenamente dormida, estaba exhausta pobre ángel.
-Traje vino querés un poco?
-Bueno- contestó Elbéstides haciendo señas con la mano de hablar más bajo hasta que al fin cerró la puerta. Dos vasos y un sacacorchos se juntaron en la mesa, se saludaron cortésmente y gracias a ellos fue posible que Fernando y Elbéstides bebieran.
Después del primer trago que para ese vaso fue también el último Elbéstides miró con tristeza a la habitación y se puso de pie violentamente.
-Qué pasa?- dijo en un susto Fernando.
-Me voy, no soy bueno para ella.
-No seas idiota querés- Fernando se mordió el labio lamentando enserio el haberle dicho idiota. Elbéstides ni se dio cuenta.
-No, me voy a ir- aseguró sin vacilar.
-Mirá...- se enojó Fernando-... si vos la abandonás a Esperanza yo te busco, te encuentro y te cago a patadas por hijo de puta- Elbéstides frunció el entrecejo confundido.
-No soy bueno para ella, la lastimo, te pensás que no sé que esa cosita que tiene en la espalda es por culpa mía?
-Pero... mirá que sos necio y boludo- sirvió dos vasos de vino y le acercó uno parándose justo frente a él- vos te pensás que sos lo único que afecta a tu mujer?
-Sí...
-Entonces sos un idiota.
-Y si no fui yo... quién?
-Tuvo una mañana de la ostia!- exclamó- no sé que pasó, pero en casa se había puesto de una forma que ni te cuento.
-Qué?... fue a trabajar al final?
-Sí... por qué?
-No quería ir, sentía que algo malo le iba a pasar, tenía miedo de ir, yo le dije que no fuera pero la conocés...- dijo compungido.
-Es más terca que vos.
-Y a veces mucho más- Elbéstides sonrió.
-No sos lo único que la afecta, pero si sos lo único que tiene y te ama y necesita como nunca vi a una mujer.
-Será?- bebió entonces otro vaso.
-Estoy seguro.
-Yo siempre pensé que vos amabas a Esperanza- resopló en una disculpa.
-Y es verdad, la amo, más de lo que cualquiera; juro que es mi hermana y tanto así es como la amo- Fernando vació su vaso en su garganta y sirvió dos más.
-Entonces vos y ella...
-Nada. Le cambié los pañales, le dí de comer, le enseñé a leer a escribir...
-Ella también te quiere mucho- un silencio cubrió el recuerdo y los dos vasos de vino se volvieron a vaciar y a llenar.
-Se acabó ya?
-No importa... traje un par de pares más, espero no te importe, les compré cosas como para un par de meses- Elbéstides movió la cabeza y sonrió, mientras tanto, Fernando acercaba un par de botellas y las posaba a su lado.
-En serio vos no creés que yo sea malo para ella?
-No, creo que son perfectos.
-Pero ella es tan linda, buena, cariñosa, dulce y yo...- se miró las manos y comenzó a llorar.
-Vos sos todo lo que ella necesita y más también- Elbéstides sintió el calor de la mano de Fernando sobre su hombro, un calor fuerte, calmo y seguro, un calor que casi no había sentido nunca, un calor que habría encontrado alguna vez en las manos de Esperanza, pero antes de casarse, claro está. La bestia levantó la mirada y con los ojos en lágrimas le sonrió queriéndolo.
-Por vos y por ella- dijeron a coro alzando sus muñecas con las manos y los vasos, el vino cayó en la cúspide del brindis de adentro hacia afuera. Como sangre caía desde el vaso hasta el antebrazo. Se pactó como con sangre, pactaron. Prometieron amistad, lealtad y respeto, chinchín sonrisa, chichón silencio, llenar la copa y volver a brindar.