jueves, octubre 29, 2020

Condentena -- Poema


El atardecer va llegando al valle
lágrimas son hoy lo que ayer fueron sonrisas
las miradas a los ojos
se han corrido hacia un costado
ha muerto el chusmerío
no hay lugar para el prejuicio,
las vecinas voces pueblerinas
sentencian, culpan e incriminan
señalan y rechazan a cualquiera
que haya dando vueltas
cumpla o no las reglas.

Espían sí, más que antes, detrás de sus cristales,
entre los visillos, por sobre sus barbijos
trémolos y cejijuntos, acobardados en su encierro
temerosos de la parca que dando vueltas anda
golpeando cualquier puerta, sin permiso o previo aviso.

En lenta agonía su humanidad fallece,
también la cofradía, el amor y el respeto,
de a uno, y en silencio, súbitos perecen.
Se ha puesto en modo supervivencia
¿a quién le importa los estragos causados 
por la inflación, el desempleo y la pobreza? 

No es la necedad la solución posible
lo saben todos, pero callan,
los absurdos la usan como arma;
tómbolas sin dueños y de dos caras,
en las que los de arriba siempre ganan
y a los de abajo, desamparo y nada. 

Gente  muere abandonada,
de virus, de estrés y de hambre
apenas somos en la grilla
estadísticas y porcentajes
el valor de cada vida 
se ha vuelto ponderable.

Las sombras se alargan e invaden
como tétricos dedos de hueso y carne,
hasta el extraño petricor exalta
la congoja en las gargantas
y el terror en sus entrañas,
aparece la desesperanza,
en el mirar de cada alma
y pareciera que el camino
ha encontrado su destino.

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