Llegaron los atardeceres
el petricor y el silencio
también el sonido de la campana
la tierra suelta yendo al cielo
los caminos repetidos
las estrellas titilando
el agua de la lluvia acariciando
el cristal de una ventana casualmente abierta
el arrullo del mar en la orilla
el cantar del viento entre las hojas
la suplicante hojarasca bajo las pies cansados
la misericordia de la luna
ahuyentando el sol
las yemas de tus dedos
la palma de tu mano
el beso sin sonido
la mirada nostálgica
el inexorable adiós.
Llegó,
como llaga de primavera
como la muerte llega,
como una racha de suerte cambia,
como el tiempo, como el tal vez,
hay anuncios invisibles
que no podemos ignorar.
Decile a una brisa que aquí estuviste
que te desparrame
y que allí por donde vueles
te haga parte
de este amor interminable
que puede ser vivir.
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