¿En serio se preguntan qué pasó con su huella,
con sus pies en la senda, con su mano abierta,
con la mirada tierna, la sonrisa sincera,
con sus ganas y con sus ansias,
y con toda esa necesidad
de darse por completo al otro
que le salía por los poros
e inundaba de atenciones,
caricias y poemas?
Pareciera que en serio no supieran
por qué un día al salir se cerró la puerta
y que no volvió más con flores de otoño,
ni brisas de primavera;
que se fue como las hojas secas
volando en un viento estival desubicado,
dejando un frío, más frío que el infierno.
No hay luces, ni metáforas
en los jardines dónde no se riega al alma.
Donde no se cultiva con cariño y cuidado
crece un sórdido desierto
de tumbas sin flores ni frutos
cuándo no se demuestra amor
a ese quién que tanto importa
crecen las distancias fomentadas por los egoísmos,
y las puertas que se abren,
al cerrarse, olvidan los para siempre.
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